2 Timoteo 4 es un
capítulo maravilloso, escrito por un viejo cansado en una celda romana para
los condenados a muerte, donde esperaba ser llamado para el último acto de un
martirio que ya había durado la mitad de una vida normal. Probablemente fue
escrito desde el calabozo de la cárcel “Mamertinum” en Roma. Tuvo algunos años
de libertad después de su primer encarcelamiento, pero fue arrestado otra vez y
sentenciado a muerte por el crimen terrible de predicar “a otro rey, Jesús”. Su vida había estado llena de penalidades
increíbles por causa del evangelio, y ahora en la cárcel se acabó el día de
libertad y avanzaba una noche de oscuridad y desánimo sin alivio.
Pero el viejo
apóstol no parecía considerarlo. Fueron lo que fueron aquellos sufrimientos, él
veía la gloria más allá. Y su carta final a su compañero de muchos viajes y
conflictos termina con una nota de triunfo cual el mundo ha escuchado pocas
veces.
“Yo ya estoy para ser sacrificado”, exclama, pensando
en sí como una víctima lista para ser colocada en el altar de sacrificio; “y el tiempo de mi partida está cercano”.
La palabra para “partida” es
literalmente: “éxodo”, la misma palabra que Pedro emplea en 2 Pedro 1:15 donde
habla de su muerte. Para estos varones de Dios, la muerte no era un estado
inconsciente, sino una salida del cuerpo para estar presente con el Señor.
Mirando atrás y
considerando su larga historia, Pablo puede decir sin afectación:
“He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (v. 7).
No solamente había peleado
bien. Ciertamente lo había hecho, pero él dejará que sea el Señor quien dice
esto. Lo que declara aquí es que la batalla en la cual había estado involucrado
es una causa buena, en oposición al mal. El artículo definido hace resaltar
esto más claramente.
Y ahora, ¿qué del
futuro? Mirando adelante, ¡todo lo ve resplandeciente!
"Por lo demás,
me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo,
en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (v.
8).
¿No es correcto
decir que esta última expresión nos da el secreto de la devoción de pablo a la
causa de la justicia? Él amaba apasionadamente la gloriosa manifestación del
Señor Jesucristo; por lo tanto, podía considerar todo lo demás como basura,
para ganar la aprobación de Cristo en el día de Su manifestación.
Todos los creyentes
son “hechos justicia de Dios en él”
[Cristo] (2 Co. 5:21). A todo aquel que ha depositado su confianza en Él,
Cristo es Jehová Tsidkenu: “Jehová Nuestra Justicia”.
Pero la corona de
justicia es la recompensa, a distinción del “don de justicia”. Adornará la
cabeza de cada uno que ha manifestado justicia práctica en la vida y devoción a
los intereses del Salvador en este mundo. Esto es cómo mostrar que
verdaderamente amamos la venida de nuestro Señor Jesús.
“Y todo aquel que
tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Jn. 3:3).
Nada conduce tanto a una vida de integridad
ante Dios y justicia ante los hombres como el sentido constante en el alma de la
cercana venida del Señor. El que verdaderamente espera del cielo al Hijo de
Dios será hallado sirviendo diariamente al Dios vivo y verdadero.
Una cosa es profesar
la doctrina premilenaria de la venida de Cristo. Pero es otra cosa ser
realmente impulsado y controlado por este pensamiento. Aquel cuya vida es
injusta, cuyo espíritu es mundano, cuyo punto de vista sobre la vida es carnal
y egoísta, todavía no ha aprendido a amar Su venida. Tampoco los tales obtendrán
corona de justicia en aquel día. Es solamente para aquellos que estiman el
vituperio de Cristo mayores riquezas que los tesoros de este mundo, y vivan
ahora en vista de entonces, porque como Moisés, tienen “puesta la mirada en el galardón” (He. 11:26).
¡Oh,
en aquel día cuán pequeños e insignificantes parecerán las cosas por las cuales
viven los del mundo! Que amemos verdaderamente Su venida tanto como para seguir
ahora felizmente Sus pisadas.
“A
Ti, oh Forastero, fuera del campamento,
Vamos
sin temer peligros, fuera del campamento.
Tu
vituperio nos es más tesoro que todo el placer de Egipto,
Atraídos
por amor infinito, fuera del campamento”.
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