“Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25).
La iglesia
ocupa un lugar de suma importancia en la mente de Cristo, y debe ser
extremadamente importante en nuestra estima también.
Sentimos su
importancia por el espacio prominente que se le da en el Nuevo Testamento. También
reclamó un lugar significativo en el ministerio de los apóstoles. Por ejemplo,
Pablo hablaba de su doble ministerio: predicar el evangelio y dar a conocer la
verdad de la iglesia (Efesios 3:8-9). Los apóstoles hablaban de la iglesia con
un entusiasmo que extrañamente se ha perdido en nuestros días. Dondequiera que
iban establecían iglesias, mientras que la tendencia en nuestros días es la de
comenzar organizaciones cristianas.
La verdad de la
iglesia formaba la piedra final de la revelación bíblica (Colosenses 1:25-26).
ésta fue la última doctrina importante que se reveló.
La iglesia es una enseñanza objetiva para los seres angelicales (Efesios 3:10).
Aprenden por medio de ella lecciones extraordinarias acerca de la multiforme
sabiduría de Dios.
La iglesia es la entidad sobre la tierra que Dios ha escogido para propagar
y defender la fe (1 Timoteo 3:15). Se refiere a ella como columna y baluarte de
la verdad. Aunque podemos agradecer a todas aquellas organizaciones para eclesiales
que se han dedicado a diseminar el evangelio e instruir a los creyentes, la
verdad es que ellas cometen el error de tomar el lugar de la iglesia local en
las vidas de sus miembros. Dios prometió que las puertas del Hades no
prevalecerían contra la iglesia (Mateo 16:18), pero no dio esta promesa a las
organizaciones cristianas.
Pablo se refiere a la iglesia como la plenitud de Aquel que todo lo llena
en todo (Efesios 1:20-23). En gracia maravillosa, la Cabeza no se considera
completa a sí misma sin Sus miembros.
La iglesia no es solamente el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-13); es
también Su novia (Efesios 5:25-27, Efe 5:31-32). Como cuerpo, es el
vehículo a través del que escoge representarse a Sí mismo al mundo en esta
época. La novia es el objeto especial de Su afecto, y la está preparando para
que comparta Su reino y gloria.
Por todo lo
dicho, estamos obligados a concluir que la asamblea más débil y pequeña de
creyentes significa más para Cristo que el imperio más grande de este mundo. él
habla de la iglesia con términos de tierno cariño y dignidad única. También
concluimos que un anciano en una asamblea local significa más para Dios que un
presidente o un rey. No hallamos muchas instrucciones en el Nuevo Testamento
acerca de cómo debe ser un buen gobernante, pero se dedica espacio considerable
a la obra de un anciano.
Si alguna vez llegamos a ver a la iglesia como el Señor la ve, esto
revolucionará nuestra vida y ministerio.
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