(Lucas 16:1-15)
En presencia de los
fariseos, que eran avaros, el Señor Jesucristo "dijo también a sus discípulos:
Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como
disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo
acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser
mayordomo".
Al dar esta parábola
sobre la mayordomía, el Señor se dirigía especialmente a sus propios
discípulos. Pero al decir "también", indica que no dejaba fuera a los
escribas y fariseos, ni a la multitud que escuchaba. El versículo 14 informa
que los fariseos oyeron todas estas cosas y se burlaban de Él y de su
aplicación de la parábola.
La parábola sigue:
"Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la
mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para
que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a
cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Él
dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y
escribe cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿Cuánto debes? Y él dijo: Cien
medidas de trigo. El le dijo: Toma tu cuenta y escribe ochenta. Y alabó el amo
al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo
son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz".
LA APLICACION QUE EL SEÑOR HIZO.
Habiendo dado esta
parábola, el Señor Jesús la aplicó a sus discípulos: "Yo os digo: Ganad
amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban
en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es
fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto» Pues si
en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y
si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún
siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro,
o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas".
LA VERDAD ESPIRITUAL DE LA PARABOLA.
MAYORDOMOS - Un mayordomo es uno a quien su amo confía
sus bienes y le tiene como responsable de su uso provechoso. Anteriormente el
Señor usó la figura del mayordomo en Lucas 12:42. Allí buscaba un mayordomo
"fiel y prudente" al cual poner "sobre su casa, para que a
tiempo les dé su ración".
El apóstol Pablo
escribió: "Téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores
(mayordomos) de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los
administradores, que cada uno sea hallado fiel" (1 Corintios 4:1-2). Y el
apóstol Pedro exhortó: "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo
a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios"
(1 Pedro 4:10).
Los creyentes en
Cristo somos mayordomos (administradores) responsables ante Dios de dos maneras
distintas. Somos administradores de las cosas espirituales, como dicen las
Escrituras mencionadas, y mayordomos de las posesiones materiales, como las
riquezas que se consideran en la parábola que tenemos delante. Prestemos
atención a que este mayordomo es acusado de disipar los bienes de su amo, y
cuidémonos de que no suceda así con nosotros.
Se requiere que
seamos fieles en el uso de aquello que el Señor ha confiado bajo nuestra
responsabilidad, tanto espiritual como material. Ante el tribunal de Cristo
seremos llamados a cuentas en cuanto a nuestra mayordomía.
"Porque todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo... de manera que cada uno de nosotros
dará a Dios cuenta de sí" (Romanos 14:10-12). El cristiano debe considerar
que su tiempo, su dinero, sus capacidades, su propiedad —son todos bienes de su
amo. Y su deber es servir a su amo con aquello que le ha sido confiado.
LA APLICACION A LOS JUDIOS - Aunque esta
parábola puede aplicarse a todos en general, el mayordomo disipador de los
bienes de su amo representa a los judíos que poseían muchos privilegios
especiales como pueblo escogido de Dios (véase Romanos 3:1-2; 9:4-5). Pero en
lugar de usar fielmente estas ventajas y favores, abusaron de ellos y deshonraron
a Dios, Habían disipado los bienes de su amo, y ahora en el rechazo de su
Mesías estaban a punto de ser desplazados de su mayordomía.
EL MAYORDOMO INJUSTO - Este mayordomo es llamado "el
mayordomo infiel". No se le recomienda por su manera injusta de rebajar
las deudas debidas a su amo. Sino que su amo le alabó por cuanto había obrado
sagazmente (v. 8). Noten también que no fue el Señor Jesús quien alabó al
mayordomo. Fue su amo terrenal que alabó su prudente proceder con las cosas del
presente en vista del futuro.
INSTRUCCIONES PRÁCTICAS
Al aplicar la
parábola a sus discípulos, el Señor Jesús dio una enseñanza práctica. Después
de decir, "los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus
semejantes que los hijos de luz", Jesús agregó: "Yo os digo: Ganad
amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os
reciban en las moradas eternas" (vs. 8,9). El Señor notó que los hijos de
este siglo son más prudentes con respecto a sus contemporáneos que los hijos de
luz. Los inconversos estudian para sacar el mejor provecho terrenal y negocian
más sabiamente que los hijos de Dios en asuntos materiales. El presente debe
sacrificarse en vista del futuro.
NUESTRAS
AMISTADES
- El Señor enseñó que, si Dios nos confía riquezas terrenales, debemos
hacernos amigos mediante el uso correcto de tales riquezas en este tiempo.
Debemos invertirlas en la obra del Señor, empleando nuestro dinero en proyectos
para la salvación de las almas. Entonces, cuando el dinero y la riqueza faltan
en la muerte, o en el colapso del sistema monetario del mundo (Santiago 5:1-3 y
Apocalipsis 6:12-17), seremos recibidos en las moradas eternas. Allí veremos a
amigos eternos que han resultado del sabio uso de nuestra riqueza terrenal
invertida en la causa de Cristo en vista de la eternidad.
El Salvador llamó
"riquezas injustas" a todo aquello que el hombre codicia —el dinero,
la propiedad y las cosas materiales— usando la palabra aramea,
"mamón", la cual originalmente fue el nombre del dios cananeo de las
riquezas, y fue llevada a la lengua de Israel como sinónimo de las riquezas o
el tesoro.
FIDELIDAD — El Señor enfatizó
la necesidad de ser fieles en nuestra mayordomía en las cosas chicas, así como
en el uso de la riqueza material. También habló de ser fieles en lo ajeno.
Cuatro veces el Señor usó la palabra "fiel" en los versículos 10-12.
Noten que Él
requiere fidelidad en lo ajeno. Las posesiones presentes no son realmente
nuestras. Pertenecen al Señor quien nos las ha confiado para usarlas para su
gloria. Dios ha declarado que "mía es toda bestia del bosque, y los
millares de animales en los collados... mío es el mundo y su plenitud"
(Salmos 50:10-12). También está escrito que "mía es la plata, y mío es el
oro, dice Jehová de los ejércitos" (Hageo 2:8). Por lo tanto, somos
responsables de considerar nuestras posesiones como propiedad del Señor y ser
tan liberales con ellas en los intereses del Señor como el mayordomo infiel con
los bienes de su amo. De este modo podemos asegurar el futuro, haciéndonos
tesoros en el cielo (Mateo 6:20).
FIEL
EN LO POCO
- Las cosas chicas con frecuencia prueban la realidad y manifiestan el
verdadero carácter de una persona. Si no somos fieles en asuntos de poco valor
monetario, no hemos de ser confiables en cosas más grandes. Si no somos
juiciosos y leales en el uso de "las riquezas injustas", las
verdaderas riquezas espirituales no nos serán confiadas. Tal es el sentido de
los versículos 11 y 12.
Las riquezas
materiales son lo de menos importancia en comparación con las verdaderas
riquezas espirituales y eternas. Estas son las cosas más grandes. Si un
discípulo no es fiel como mayordomo sobre aquello que es de menor importancia
y que pertenece a otro, probablemente no le serán confiadas las cosas más
grandes —las riquezas verdaderas y espirituales. Mayordomía infiel en las cosas
materiales con frecuencia se halla junto con la pobreza espiritual. "Lo
que es vuestro" (v. 12) se refiere a las bendiciones eternas que son
nuestras por medio de la fe en Cristo.
NO SE
PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES -
¡Qué ciertas son estas palabras
del Señor! "No podéis servir a Dios y a las riquezas" son sus
palabras finales en cuanto al tema de mayordomía. Lector, ¿qué de lo tuyo?
¿Quién es tu señor? ¿Sirves a Dios, reconociendo que le perteneces y que todo
lo que tienes le pertenece también?
Sendas
de Vida, 1986
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