…Dios
probó ahora a Abraham. La fe verdadera tiene que ser probada; cuando las pruebas vienen sobre el creyente ello es una evidencia de que hay fe.
Dios conocía a Abraham, y cuando hubo llegado el momento
apropiado en su vida, Dios le hablo las palabras mediante las cuales él iba a ser probado. ¡Qué prueba fue esa
prueba! ¡Tomar aquel hijo prometido, aquel amado, llevarle y darle muerte sobre un altar! La razón podría haber dicho,
«Dios prometió este hijo, él fue dado
por el propio poder de Dios, toda mi esperanza y expectativa se centran en él.»
o bien, «¿Cómo puede Dios pedirle a él que le dé muerte?» Pero la fe no
cuestiona la Palabra de Dios, y no tiene
ningún «¿por qué?» para preguntar a Dios. Esa fe se manifestó en Abraham cuando
en el principio Dios le dijo que saliera de su tierra, a una tierra que Él le
mostraría. Él salió en fe y no sabía
dónde iba. Pero Dios le llevó a la tierra. Él conocía la fidelidad de Dios. Y ahora, una vez más, se le pide que salga, a la
tierra de Moriah, a un monte desconocido, y que tome a su amado hijo
para entregarlo. ¿Era todo su corazón realmente para Dios? ¿Le ama él y depende de Él en grado sumo? ¿Estaría él dispuesto
a separarse del único y entregarlo? Esta es la prueba. El registro muestra que no hubo ni un momento de vacilación de
parte de Abraham. Ninguna palabra escapó de sus labios. La única
respuesta que él dio a Dios fue que él se levantó muy de mañana y comenzó de inmediato el viaje con Isaac.
¡Qué
palabra de fe cuando él dice, “Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho
iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros"! Hebreos 11: 17-19 nos presenta el secreto de ello.
Los contemplamos yendo ambos
juntos, Isaac llevando ahora la leña. Abraham puso la leña sobre él. Una antigua
exposición Hebrea de Génesis parafrasea esto diciendo, «él puso la leña
sobre él en forma de una cruz.» E Isaac habla solamente una vez preguntando
por el cordero. A lo que Abraham respondió, "Dios se
proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío." Luego, ellos van
juntos, e Isaac no volvió a abrir su boca nuevamente, 'como cordero llevado al matadero'. Él mismo
se deja atar sobre el altar. Él tenía confianza absoluta en su padre y está dispuesto a ser
muerto por él; no hubo ningún forcejeo para ser libre. Él es obediente a su padre Abraham,
obediente hasta la muerte. El significado típico del acontecimiento es tan sencillo
como precioso. Isaac es el tipo de aquel "Unigénito." En Abraham contemplamos al "Padre", el cual ni a Su
propio Hijo Unigénito perdonó, sino que Le entregó por todos nosotros. (Romanos 8:32 - VM). ¡Pero qué grande el contraste! Dios
Le entregó, el Hijo de Su amor, por
un mundo pecador, rebelde. Y cuando la hora llego y el Hijo estuvo clavado
sobre el madero, no hubo ninguna mano que refrenar. Él fue llevado al matadero
como cordero y no abrió su boca
(Isaías 53); y entonces Le oímos clamar, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has desamparado?" (Mateo 27:46).
La mano de Dios estaba sobre Él, y Él, el Santo, fue herido por Dios. Este es el cordero que Dios mismo ha
provisto: el "rescate" (Mateo 20:28; Marcos 10:45; 1 Timoteo 2:6) que Él ha hallado, tipificado
asimismo por el carnero trabado en un zarzal. Y en el
Ángel de Jehová, Él mismo, estuvo presente sobre la escena, conociendo todo
aquello que Él haría y padecería, cuando el tiempo designado hubiese llegado.
¡Qué maravillosa es Su Palabra escrita! Y nosotros hacemos referencia, en estas
breves notas, solamente a unas pocas de estas prefiguraciones y verdades
reveladas en este capítulo. La atadura de Isaac sobre el altar y el hecho de
ser tomado desde este prefiguran la muerte y resurrección de Cristo.
"Jehová-Jiréh",
Jehová ha visto (o Jehová provee) es el gran fundamento. De esa provisión, el
don de Su Hijo y Su obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz, emana la gran
redención: Jehová-Ropheka (Éxodo 15:26), Jehová tu sanador, a
continuación. Después sigue Jehová-Nissi, Jehová es mi bandera,
(victoria, Éxodo 17); Jehová-Shalom, Jehová [envía] la paz (Jueces
6:24); Jehová-RoI, Jehová es mi pastor (Salmo 23:1); Jehová-Zidkenu,
Jehová justicia nuestra (Jeremías 23: 5, 6); Jehová-Shammah, Jehová
está allí (Ezequiel 48:35).
De "Annotated
Bible" (Biblia con notas)
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