Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8:38-39)
Jesús fue a la cruz como el Cordero llevado al matadero. Allí “padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 P. 3:18). Él “fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Ro. 4:25). De este modo, cuando Dios perdona al pecador que cree en Jesús, Él no rebaja sus justas demandas contra el pecado, pues Jesús pagó por completo la pena por el pecado.
¿Crees en el Hijo de Dios? Si es
así, Dios cumple en ti el pleno valor del sacrificio de Jesús. ¿No es esta una
maravillosa forma de salvación, digna de Dios mismo? Su amor, la preciosa
gloria de su Hijo, y la salvación del pecador, todo esto está unido. ¡Qué
gracia que el Hijo de Dios haya consumado toda la obra y obtenga toda la
alabanza, y que tú y yo, al creer en Él, obtengamos toda bendición!
Pero puede que te preguntes: «¿Por
qué no tengo seguridad sobre mi salvación? Si mis sentimientos un día me dicen
que soy salvo, otro día estropean toda esperanza. Soy como una nave sacudida
por la tormenta y sin lugar donde anclar». ¡Allí está tu error! ¿Has oído
alguna vez que alguien haya tratado de anclar un barco manteniendo el ancla
de
ntro de la nave? El ancla debe engancharse firmemente fuera de la nave. Puede
que entiendas que sólo la muerte de Cristo te da seguridad, pero piensas que lo
que sientes dentro tuyo es lo que te da seguridad. ¡Pon tu confianza en Él y en
lo que ha hecho, y no en ti mismo y en cómo te sientes!
G.
Cutting
Devocional “El Señor Está Cerca”, 2020
Son
Tus méritos la fuente de mi salvación;
En tu
sangre yo encuentro vida y perdón
F.
Crosby
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