4. Los Recursos del Piadoso en los Postreros Días
Capítulo 3
En el segundo capítulo se no has
enseñado con respecto a la baja condición de la iglesia profesante,
manifestándose ya en aquel día. Este tercer capítulo nos da una solemne
descripción de la terrible condición en la que caerá la profesión cristiana en
los últimos días.
Al vivir nosotros en estos días
podemos estar agradecidos de que no se nos deja que nos formemos nuestro propio
juicio en cuanto a la condición de la Cristiandad. Dios ha predicho y ha
descrito esta condición, de modo que podamos tener una estimación justa, y
entregada divinamente, del pueblo de Dios profesante.
Careciendo de un pensamiento
verdadero del cristianismo tal como la Escritura lo presenta, la masa de la
profesión cristiana ve el cristianismo meramente como un sistema religioso a
través del cual el mundo será reformado gradualmente y los paganos serán
civilizados. Incluso, muchos de los hijos de Dios, con sólo un conocimiento
parcial de la salvación que trae el evangelio, abrigan la falsa expectativa de
que, mediante la propagación del evangelio, el mundo se convertirá gradualmente
y el Milenio será introducido.
Así, entre los meros profesantes, y
en muchos de los verdaderos hijos de Dios, existe la equivocada impresión de
que la Cristiandad está progresando hacia una victoria triunfante sobre el
mundo, la carne y el diablo. La verdad evidente de la Escritura es que la
iglesia, contemplada en la responsabilidad de los hombres, ha sido arruinada
tan completamente que la masa de los que forman la Cristiandad va camino del
juicio.
Los escritores inspirados del Nuevo
Testamento se unen al advertirnos del mal predominante de la profesión
cristiana en los últimos días y del juicio que alcanzará a la Cristiandad.
Santiago nos dice que "el juez está a las puertas" (Santiago 5: 7-9 -
VM); Pedro nos advierte que "es tiempo de que el juicio comience por la
casa de Dios" y que, en los postreros días, la profesión Cristiana estará
caracterizada por burladores y un materialismo grosero (1 Pedro 4:17; 2 Pedro
3: 3-5); Juan nos advierte que en el último tiempo surgirán anticristos del
círculo Cristiano (1 Juan 2: 18, 19); Judas nos habla de la apostasía venidera;
y el apóstol en este pasaje solemne nos prepara para la pasmosa corrupción que
caracterizará a la profesión Cristiana en su final.
Sin embargo, si para nuestra
advertencia tenemos esta detallada descripción de la forma en que concluyen los
días finales, del mismo modo tenemos, para el estímulo del piadoso, una
revelación igualmente clara de la plenitud de nuestros recursos para permitir
al creyente escapar de las corrupciones de la Cristiandad y vivir piadosamente
en Cristo Jesús.
Estas, entonces, son los dos grandes
asuntos de este tercer capítulo - el mal de la Cristiandad profesante en los
últimos días y los recursos del piadoso en presencia del mal.
(a) Las corrupciones de la
Cristiandad en los últimos días (versículos 1-9)
(V. 1). Dios no
querría que quedásemos ignorantes en cuanto a la condición de la Cristiandad,
ni que, bajo ningún pretexto especial de caridad, fingiéramos indiferencia al
mal. Por consiguiente, el siervo de Dios abre esta parte de su enseñanza con
las palabras, "También debes saber esto…" Él prosigue
entonces a advertirnos de que "en los postreros días vendrán tiempos
peligrosos (o 'difíciles')."
(Vv. 2-5). El apóstol procede a
darnos con suma precisión un cuadro terrible de la condición en que la
Cristiandad caerá, delineando detalladamente las características preponderantes
de aquellos que formarán la masa de la profesión cristiana es esos últimos
días. El Espíritu de Dios habla de estos profesantes religiosos como de
"hombres" pues no hay ninguna base para llamarles santos o creyentes.
Sin embargo, es de notar, que el apóstol no está describiendo la condición de
"hombres" paganos sino la de aquellos que profesan ser cristianos
fingiendo la forma externa de piedad. En este cuadro terrible diecinueve
características son hechas desfilar ante nosotros.
(1) "Los hombres serán amadores de sí
mismos." (VM). La primera y destacada característica de la Cristiandad en
estos días es el amor al yo. Esto está en contraste directo al cristianismo
verdadero que nos enseña que Cristo "murió por todos, para que los que
viven, no vivan ya para sí mismos, sino para aquel que por ellos murió, y
volvió a resucitar." (2 Corintios 5:15 - VM).
(2)"Avaros" (RVR60)
o, "amadores del dinero" (VM). Amarse a sí mismo conducirá a amar el
dinero, pues con ello los hombres pueden comprar aquello que contribuirá a la
gratificación del yo. El cristianismo nos enseña que el amor al dinero es la
raíz de todos los males, y que aquellos que lo codicien se extraviarán de la fe
y serán traspasados de muchos dolores. (1 Timoteo 6:10).
(3)"Vanagloriosos".
El amor al dinero hará que los hombres se vuelvan vanagloriosos (o jactanciosos).
Leemos en la Escritura acerca de los que "confían en sus bienes, y de la
muchedumbre de sus riquezas se jactan." (Salmo 49:6); y otra vez, "el
malo se jacta del deseo de su corazón, bendice al codicioso, y desprecia a
Jehová." (Salmo 10:3). Los hombres no solamente se jactan de su habilidad
adquiriendo riqueza, sino que, habiendo acumulado riquezas, ellos a menudo
aprovechan la oportunidad para hacer notorios sus actos de caridad, en
contraste a la humilde gracia del cristianismo que nos enseña dar de tal manera
que la mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha.
(4)"Soberbios" o
'arrogantes'. La jactancia que lleva a gloriarse en uno mismo está
estrechamente ligada con la arrogancia, o soberbia, que da mucha importancia al
nacimiento, a la posición social y a las capacidades naturales, en contraste al
cristianismo que nos conduce a estimar esas cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor. (Filipenses 3:8).
(5) "Blasfemos" o
'maldicientes'. La soberbia conduce a la blasfemia. Orgullosos de sus logros y
de sus habilidades intelectuales, los hombres no dudan en hablar "mal de
cosas que no entienden" (2 Pedro 2:12); y hablan “palabras contra el
Altísimo." (Daniel 7:25) y atacan la Persona y la obra de Cristo,
rechazando la revelación y mofándose de la inspiración.
(6) "Desobedientes
a los padres". Si los hombres son capaces de blasfemar contra Dios, nos
asombra poco que sean desobedientes a los padres. Si tienen poco respeto por
las Personas divinas, no tendrán ningún respeto para con las relaciones
humanas.
(7) "Ingratos"
o 'desagradecidos'. Para aquellos que son desobedientes a los padres, toda
misericordia de Dios es recibida como un asunto de derecho adquirido donde no
hay ningún llamamiento al agradecimiento. El cristianismo nos enseña que todas
las cosas creadas son misericordias "para que con acción de gracias"
participen de ellas, "los creyentes y los que han conocido la
verdad." (1 Timoteo 4:3).
(8) "Impíos" o
"profanos". Si los hombres no agradecen las bendiciones temporales y
espirituales, ellos pronto despreciarán y desdeñarán la misericordia y la
gracia que concede las bendiciones. Esaú despreció profanamente la
primogenitura mediante la cual Dios le habría bendecido.
(9) "Sin afecto natural".
El hombre que trata ligeramente el amor y la misericordia de Dios pronto
perderá el afecto natural hacia sus semejantes. El amor por sí mismo conduce a
ser indiferente a los lazos de la vida familiar, o incluso a ver estos lazos
como un obstáculo para la propia satisfacción.
(10) "Desleales"
(RVR1909), o "implacables" (RVR60). El hombre que es insensible al
llamamiento del afecto natural seguramente será implacable, o será un hombre
que no está abierto a ser convencido y que no puede ser apaciguado.
(11) "Calumniadores"
o 'falsos acusadores'. Aquel cuyo espíritu vengativo es insensible a toda
instancia no dudará en calumniar o acusar falsamente a aquellos que contraríen
su voluntad.
(12) "Intemperantes"
(RVR60) o "desenfrenados" (LBLA). El hombre que no duda en calumniar
a los demás con su lengua, será uno que pierde el control de sí mismo
fácilmente y actúa sin restricción.
(13) "Crueles"
(RV60), o "fieros" (VM), o "salvajes" (LBLA y Versión J. N.
Darby en inglés). Aquel que calumnia a los demás al hablar y actúa sin
restricción, exhibirá una disposición salvaje que carece totalmente de la
gentileza que caracteriza al espíritu cristiano.
(14) "Aborrecedores
de los que son buenos" (VM), o "aborrecedores de lo bueno"
(RVR60). La disposición salvaje ciega inevitablemente a los hombres a aquello
que es bueno. No se trata solamente de que existan aquellos en la profesión
cristiana que aman el mal, sino que ellos realmente aborrecen "lo
bueno".
(15) "Traidores".
No teniendo amor por lo que es bueno, los hombres no vacilarán en actuar con la
malicia que traiciona las confianzas y que no tiene respeto por las intimidades
de aquellos de quienes ellos profesan tratar como amigos.
(16) "Arrebatados"
(RVR1909), o "impetuosos" (RVR60, LBLA), o "protervos"
(VM). El hombre que puede traicionar a sus amigos es uno que procurará
determinadamente hacer su voluntad, indiferente a las consecuencias y sin
consideración por los demás.
(17) "Infatuados"
(RVR60), o "hinchados de orgullo" (VM), o "envanecidos"
(LBLA). Lleno de vanidad, el hombre infatuado busca cubrir su obstinación bajo
el vano fingimiento de que él está actuando por el bien general.
(18) "Amadores de
los placeres, más bien que amadores de Dios" (VM). Siendo vanas las
pretensiones de los hombres, sus búsquedas carecerán igualmente de toda
seriedad. Las nubes del juicio venidero se pueden estar reuniendo, pero la
Cristiandad, cegada por su propia vanidad y egoísmo, se abandona a sí misma a
un torbellino de entusiasmo, procurando encontrar su placer en el gozo sensual,
siendo los ministros profesantes de la religión, muy a menudo, los líderes en
toda clase de placer mundano.
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