La vida de Moisés se divide en tres lapsos de
cuarenta años cada uno. A los tres meses de haber nacido, fue puesto por su
madre en una arquilla a la orilla del río, donde fue descubierto por la
princesa de Egipto. “Y he aquí que el niño lloraba”, Éxodo 2.6. Su vida empezó
con lloro, pero terminó con canto, y tal es la experiencia de todo verdadero
creyente: empieza la vida espiritual con lágrimas de contrición y arrepentimiento,
pero termina con la nota triunfante al entrar en la presencia de su Señor.
Éxodo 15
“Entonces cantó
Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová ...” En este capítulo
encontramos el canto de salvación, en el que Moisés le atribuye a Dios toda la
alabanza y gloria por la aplastante derrota de todos sus enemigos. La redención
de Israel empieza en el capítulo 12 del Éxodo, cuando fueron salvos por la
sangre del cordero. Ahora, al cruzar el Mar Rojo ese pueblo experimenta la
salvación por el poder omnipotente de Dios.
En cuanto a nosotros los creyentes,
fuimos redimidos de la culpabilidad por la sangre de Cristo y rescatados del
poder de Satanás por el poder de Cristo. “Si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres”, Juan 8.36. Este poder es por la muerte y resurrección
del Señor Jesucristo, del cual el bautismo es un símbolo. “Somos sepultados
juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos
en vida nueva”, Romanos 6.4.
En Hebreos 11.29 hay una referencia
breve al cruce del Mar Rojo como un acto de fe, pero triste es notar que
después hubo un período largo sin ningún otro acto de fe de parte de Israel,
hasta la conquista de Jericó bajo Josué. Ese lapso en la historia de la nación
abarca todas las peregrinaciones desde el Mar Rojo hasta el Jordán.
Muchas referencias hay a la
incredulidad durante aquellos cuarenta años, pero muy pocas a la fe de parte de
Israel. En 1 Corintios 10 el apóstol da a entender la lección solemne: “De los
más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros ...” En Hebreos 3.19 se
revela la causa de todo: “No pudieron entrar a causa de la incredulidad”.
La iglesia de los tesalonicenses tuvo
un buen principio y un testimonio ejemplar, de suerte que el escritor habla de
la obra de su fe, el trabajo de su amor y la constancia en la esperanza en el
Señor Jesucristo. Sin embargo, estando ausente, manifestó cierta preocupación
al escribirles, deseando saber algo en cuanto a su progreso espiritual.
En el capítulo 3 de
su primera epístola, él hace cinco referencias a la fe de aquellos cristianos,
que es una parte integral de la vida nueva en Cristo:
·
confirmaos
respecto a vuestra fe
·
informarme de vuestra
fe
·
buenas noticias de
vuestra fe
·
consolados ... por
medio de vuestra fe
·
completemos lo que
falte a vuestra fe
En la armadura del soldado de Cristo
hay lo que Efesios llama el escudo de la fe, y Tesalonicenses, la coraza de la
fe. Es para proteger el corazón en la batalla. Cuando los gladiadores luchaban
en la arena de Roma y otros centros, usaban el escudo para la defensa y la
espada para el ataque; al verse uno vencido, no queriendo seguir la pelea,
tiraba su escudo en el suelo.
En 1 Timoteo hay una referencia a
dos hombres, Himeneo y Alejandro, que en un tiempo tenían testimonio como
creyentes, quienes “naufragaron en cuanto a la fe”. El escritor le exhorta a
Timoteo, en cambio, a seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia y la mansedumbre, peleando la buena batalla de la fe y echando mano
de la vida eterna.
Salmo 90
Este salmo es una
“oración de Moisés, varón de Dios”. La célebre oración bien merece su lugar en
el libro de Salmos como un cántico con que alabar y adorar a Dios. El alma del
autor se acerca a Dios, reconociendo su grandeza, Creador de todo, eternamente
el mismo en contraste con los hombres que son como la hierba que en la mañana
florece y crece, pero a la tarde es cortada y se seca, 90.5,6.
La oración termina con seis
peticiones entre los versículos 12 y 17:
Enséñanos Dios
cumplió este ruego de Moisés en cuanto a él personalmente en darle un
conocimiento maravilloso, no sólo capacitándole para la obra estupenda de
llevar a Israel por cuarenta años a través del desierto, sino también para
escribir los libros del Pentateuco. Esto es lo dicho en Colosenses 1.9: “Llenos
del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”.
Vuélvete Aquí
Moisés está intercediendo por el pueblo de Dios, pidiendo restauración de
corazón.
Sácianos Él
solicita la misericordia divina, y promete que habrá un resultado: “Cantaremos
y nos alegraremos todos nuestros días”. No sería una alegría pasajera, sino una
obra duradera.
Aparezca ¿Cómo se
puede efectuar esta transformación en nosotros? “Aparezca en tus siervos tu
obra”. La contesta está en 2 Corintios 3.18: “Nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.
Sea la luz Esta
petición por la luz de Jehová sobre cada uno nos hace pensar en 1
Tesalonicenses 5.5: “Todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día”. Si
andamos en luz, como el Señor está en luz, tenemos comunión”, es la regla de 1
Juan 1.7.
Confirma La
petición es: “La obra de nuestras manos confirma sobre nosotros”. Lo que
hacemos independientemente de Dios no le traerá gloria a él, pero lo que
hacemos en sujeción a la voluntad suya, y en el poder del Espíritu, llevará el
sello de su aprobación. Y, recibirá su recompensa en el tribunal de Cristo:
“... para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo”, 2 Corintios 5.10.
Deuteronomio 31 y
32
“Este día soy de
edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar ... Ahora, pues,
escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel ...”
Dios estaba por enterrar a su
siervo, y en la ocasión de su cumpleaños Él le enseña un cántico doctrinal,
queriendo que su palabra permanezca con su pueblo. La peregrinación por el
desierto había comenzado con el cántico al lado del Mar Rojo, y ahora
terminaría con otro cerca de la ribera del Jordán. Así debe ser con nosotros:
no obstante, las pruebas y las penalidades, el gozo del Señor es nuestra
fortaleza y el fin está asegurado.
El cántico encierra
el aspecto doble de la doctrina de la fe: lo celestial en 32.1,2, y lo terrenal
en el resto. En los primeros dos versículos Moisés exclama que su enseñanza
vendrá de arriba. Luego, él procede a lo relacionado con el comportamiento del
pueblo de Dios y sus responsabilidades terrenales. Vemos esta división en la
Epístola a los Efesios, por ejemplo, donde hay tres capítulos de doctrina, con
el creyente en los lugares celestiales y bendecido con toda bendición
espiritual, seguidos ellos por tres capítulos que se ocupan mayormente de
enseñanza en cuanto al andar y la vida del creyente en el mundo.
Moisés habla en el
32.2 de las distintas formas en que la tierra será refrescada:
(1) “Goteará
como la lluvia mi enseñanza”. La verdadera doctrina apostólica desciende de lo
alto y no es producto de la inteligencia ni la emoción humana.
(2)
“Destilará como el rocío mi razonamiento”. El maná en el desierto descendía por
la mañanita con el rocío, hablándonos de la gracia de Dios en suministrar
alimento espiritual. Cuando el creyente pierde su oportunidad de conseguir
alimento para su alma en la mañana, es capaz de andar con el alma vacía durante
el día entero.
(3)
“Como
la llovizna sobre la grama”. Hay grados en el suministro por el Espíritu a los
creyentes. Algunos tienen capacidad de asimilar la Palabra más fácilmente que
otros; hay los que necesitan la leche espiritual, mientras otros exigen vianda
fuerte. En la restauración de Pedro, el primer paso fue en cuanto a su propio
amor por el Señor — ¿Me amas más que éstos? — y el segundo fue en cuanto al
pastoreo del rebaño, empezando por los corderos. Muy pronto habría un rebaño de
tres mil corderos.
(4)
“Como
las gotas sobre la hierba”. Lo que parece cosa insignificante puede contribuir,
en la mano de Dios, al bien nuestro en refrescar el espíritu. Cinco palabras
dirigidas por el Espíritu pueden más que un sermón largo dado en la energía de
la carne.
El cántico hace referencia cinco
veces a Cristo como la Roca: “Él es la Roca, cuya obra es perfecta”, 32.4
[Israel] “menospreció la Roca de su salvación”, 32.15,18. “¿Cómo podría
perseguir ... si su Roca no los hubiese vendido?” 32.30. “La roca de ellos [los
enemigos] no es como nuestra Roca”, 32.31 El contraste en el cántico está entre
la Roca y la idolatría, y en la doctrina apostólica lo hay entre Cristo y todo
ataque de hombre o diablo. Él es “como sombra de gran peñasco en tierra
calurosa”, Isaías 32.2, y por esto le seguimos
con la sencillez que
está en Cristo.
Apocalipsis 15
“Los que habían
alcanzado la victoria ... cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el
cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios
Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no
te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo
cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han
manifestado”. 15.2 al 4
El
canto de Éxodo 15 es el primero en la Biblia y éste, el de Moisés y del
Cordero, es el último. Grande será el honor para Moisés, muerto y enterrado
durante miles de años antes de que el Cordero fuese inmolado, cuando su cántico
sea vinculado con el del Cordero sobre aquel mar de vidrio en el cielo, donde
estarán los miles de mártires que habrán salido de la gran tribulación.
¡Qué diferencia entre la escena a
las orillas del Mar Rojo y la reunión gloriosa en las regiones celestiales! Nos
hace recordar lo que éramos y dónde estábamos, y lo que seremos y dónde
estaremos en aquel día cuando Cristo venga a buscar los suyos.