Cuando una persona tiene una apreciación
adecuada de su propia pecaminosidad e indignidad, generalmente no está lejos
del reino. Ahora, la tarea del ganador de almas es presentarle al Señor
Jesucristo como el Único que es capaz y está dispuesto a salvarlo, y como Aquel
en quien debería creer.
¿Qué
significa creer en Jesús? Significa recibirlo por medio de un claro y decisivo
acto de fe como Señor y Salvador personal. Este acto de fe no necesita ser oral
o público, pero debe ser de corazón y sincero.
La
Biblia usa muchas ilustraciones diferentes y ejemplos de lo que significa creer
en el Señor.
Creer
es mirar, según Isaías 45:22. Vea también Juan 3:14.
En Lucas 8:44, una mujer tocó el
borde del manto de Cristo, exhibiendo de esta manera una fe salvadora en El.
En Juan 1:12, es equivalente a
recibirlo. La salvación es comparada con un regalo que los hombres reciben por
fe (Romanos 6:23).
En Juan 4:14, la salvación es
comparada con el agua que debe ser bebida por fe.
Juan 6:35 habla de manera similar de
Cristo como el Pan de Vida, que debe ser comido por almas hambrientas.
En Juan 10:9, el Señor Jesús habla
de Sí mismo como la Puerta que lleva a la salvación.
Es beneficioso para el obrero
cristiano tener estas y otras ilustraciones de la fe disponibles para usar
según lo amerite la ocasión.
El Espíritu Santo usa diferentes
ideas o imágenes en diferentes casos para llevar a una persona a Cristo. No
hay dos testimonios de conversión que sean exactamente iguales. Si fuéramos a
estudiar la experiencia de los personajes bíblicos, veríamos cuán variadas
fueron. Por tanto, la conversión podría describirse como sigue:
Jacob—peleó
con Dios hasta que Dios resultó victorioso (Génesis 32:24-32). En tales casos,
creer es similar a una entrega incondicional.
Rut—encontró
satisfacción en una persona (Rut 3). Aquí la fe podría compararse a la frase
“Sí, acepto” en una ceremonia de matrimonio.
Naamán—obedeció un mandato que
parecía sin sentido (2 Reyes 5). La verdadera confianza en Cristo se ríe de
las imposibilidades y descansa confiadamente en Él. La verdadera fe y la
obediencia son inseparables.
Job—alcanzó las profundidades de la
desesperación, y luego clamó a Dios para que lo librara 0ob 42:1-6).
Jonás—huyó
de Dios hasta que Él lo alcanzó Jonás 2). Solo después de su amarga
experiencia Jonás confesó: “La salvación es de Jehová" Jonás 2:9).
Lázaro—fue
levantado de entre los muertos Juan 11:43). Para muchos, creer es simplemente
obedecer la vivificante Palabra de Dios: “Sal fuera".
El
hijo pródigo—volvió al hogar de su padre donde pertenecía (Lucas 15:11-24). Sin
duda esta descripción responde a la experiencia de muchas almas vagabundas que
se han arrepentido y también a los descarriados.
8.Saulo de Tarso—fue detenido de
repente y cayó al suelo (Hechos 9:3-4). Aquí se resalta el trato soberano de
Dios con el hombre. La fe de Saulo se manifestó cuando confesó a Jesús como
Señor (versículos 5 y 6).
Cuáles sean los términos utilizados,
o si se da en varias oportunidades, lo más seguro es decir que involucra el
reconocimiento de nuestra necesidad, la confesión de nuestra incapacidad para
satisfacer esa necesidad y una total confianza en que el Salvador hará como
prometió.
Conectadas
con el tema de creer, hay dos preguntas que surgen con frecuencia.
1.
¿La fe en Cristo es un acto definitivo o es un proceso prolongado? La
respuesta es que mientras los pasos que guían a la conversión pueden
extenderse durante un período de tiempo, debe llegar el momento en que uno toma
esa gran decisión.
Esto
lo demuestra Romanos 8:9: “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de
Él”. Una persona puede tener o no al Espíritu Santo. Cuando nacemos en el
mundo, el Espíritu Santo no mora en nosotros. Él establece su morada en
nosotros solo cuando somos salvos. Por tanto, debe haber un momento definido
en el que esto acontece. Es una locura que la gente diga: “Siempre he creído en
Cristo”. Eso sería lo mismo que decir: “Siempre he tenido el Espíritu de
Cristo”.
2.
¿Debo saber la fecha de mi conversión? La respuesta para esto es “No”.
Muchas personas atraviesan un tiempo de tribulación espiritual, dudas y
desasosiego, y entonces no recuerdan la fecha exacta en la que se entregaron a
Cristo. Donde ha habido verdadera fe, Dios conoce la fecha, y eso es lo que
cuenta.
El
apóstol Pablo dijo: “porque yo sé a quién (no cuándo) he creído" (2 Ti.
1:12). Lo importante es saber que está confiando en Cristo en este momento.
Muy vinculado al tema de creer está
la confesión. El Nuevo Testamento no enseña que la confesión de Cristo sea
esencial para alcanzar la salvación, pero sí enseña que cuando una persona es
salva confiesa a su Señor.
1. Romanos 10:10, “Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”
Este es el orden divino. Primero, el hombre cree y es salvo. Luego, confiesa
según la salvación que ha recibido.
2.
Marcos 16:16, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no
creyere, será condenado”. Puesto que
somos conscientes de que hay gran diferencia de opiniones respecto a este
versículo, sugerimos la siguiente interpretación. Aquí el bautismo es un
símbolo de la confesión que sigue inevitablemente a la conversión. Por tanto,
ambas están unidas y muy relacionadas. Ese bautismo no es necesario puesto que
la salvación se muestra en la última parte del versículo, “más el que no
creyere, será condenado”. Aquí el bautismo es omitido. El factor decisivo es
la fe en Cristo.
Él
urgió repetidamente a sus seguidores a que Lo confesaran delante de los
hombres (Mt. 10:32). Cuando tratamos con otros, tenemos que transmitir de
igual manera la responsabilidad de hablar con denuedo para el Señor.
“Si
confía en Jesús,
Debería
hablar de Él,
Aunque
se humillara hasta el polvo,
Si
le ama, dígalo.
Si
cree en Jesús,
Y
recibió Su salvación,
No
haga que el Espíritu se angustie,
No
se demore, dígalo.”
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