lunes, 25 de octubre de 2021

Ganando Almas a la manera bíblica (10)

 


            Es imposible que en un curso de evangelismo personal se abar­quen todos los problemas que aquejan a las personas. No obstante, la gran mayoría de estas dificultades siguen un patrón general, y si el ga­nador de almas sabe cómo lidiar con las cuestiones principales, nor­malmente puede ser de mucha ayuda a la persona angustiada.

            En esta lección discutiremos algunas de las cuestiones más comu­nes que surgen en la mente de las personas. La primera es esta:

            Me gustaría ser salvo, ¡pero estoy seguro de que no podré vivir la vida cristiana!

            Generalmente, esta es la declaración de un tipo de persona muy sincera y concienzuda quien se da cuenta de que donde hay verdadera fe, también hay una vida cambiada.

            Lo que esta persona no sabe es que con la nueva vida viene un nuevo poder. El Espíritu Santo capacita al creyente para vivir una vida cristiana. De hecho, ningún hombre, salvo o no, tiene la fuerza para vi­vir conforme a las enseñanzas del Señor Jesús por sí solo. Necesita un poder sobrenatural, y esto es justamente lo que se pone a disposición del creyente en el momento en que confía en el Salvador.

            Otro problema común es este:

            Mi problema es que tengo miedo de que mis parientes y amigos me ridiculicen si tengo que ir a ellos para contarles que soy salvo.

            Con frecuencia, estos problemas no son expresados por el alma angustiada, aunque son las consideraciones que evitan que las perso­nas se acerquen a Cristo. El obrero cristiano debe buscar la ayuda divi­na al diagnosticar el problema y prescribir el remedio. Según parece, el Salvador sabía que muchos tendrían vergüenza de Él, pues dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis pala­bras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles” (Lucas 9:26).

            A cualquiera que esté afligido por esto, el obrero puede sugerir lo siguiente:

            La aprobación de Dios es más importante que el aprecio de los hombres. Cien años más tarde, las opiniones de sus amigos no sig­nificarán nada, pero la aprobación de Dios lo significará todo.

            Es totalmente absurdo que hombres insignificantes estén avergonzados de su Creador y Redentor. Él no tuvo vergüenza de mo­rir por los pecadores. ¿Qué razón tienen los pecadores de tener ver­güenza por vivir para Él?

            Lo mejor que puede hacer es ser salvo usted mismo, luego busque en la gracia de Dios ganar para Cristo a sus parientes y amigos burlones. A menudo aquellos de quienes tememos ser escarnecidos son los que más respetan nuestra valiente posición en el Señor.

            Otra perplejidad se relaciona con el tema de creer correctamente:

            Hasta donde yo sé, he creído realmente en Cristo. Pero, ¿habré creído correctamente? ¿Habré tenido el tipo de fe correcto? ¿Tengo la medida de fe adecuada?

            Esta preocupación surge de pensar demasiado en nuestra fe en lu­gar de pensar en la Persona en quien descansa esa fe.

            Un hombre puede tener una fe tremenda en un objeto que no vale la pena, y estar completamente decepcionado. Por otro lado, es impo­sible que alguien tenga fe en el Señor Jesús y lamentarse después.

            Entonces el ganador de almas puede responder a este tipo de difi­cultad así: si su única esperanza para llegar al cielo está en el Señor Je­sucristo, ha creído bien. Si su confianza está en Cristo, nunca puede estar equivocado.

            George Cutting contestó a este tema de la siguiente manera:

            “¿Cree que está totalmente ‘desprovisto de fuerza’—perfecta­mente desamparado frente a la cuestión de su culpa y su pecado?

            ¿Que solo Cristo por Su muerte meritoria puede salvarle? ¿Cree que Dios, en Su justicia, derramó todo el juicio por el pecado sobre Él cuando en amor se entregó para hacerse pecado por nosotros?

            ¿Y cree que Dios declaró Su satisfacción por ese sacrificio expia­torio al levantarlo de entre los muertos y coronarlo con gloria celestial?

            ¿Ha clamado a Él reconociendo que sin Él usted está incom­pleto y que Él está dispuesto y listo para salvarle?

            Entonces afórrese a esa dulce seguridad que Su fiel Palabra declara, que la salvación es suya. No dude en confesarlo, ya no retenga la alabanza que Él merece por ello.”

            El nuevo convertido con frecuencia se aflige con esta pregunta:

            He confiado en Cristo, pero ¿tendría esta lucha dentro si verda­deramente fuera salvo?

            La respuesta es: “Sí”. La lucha dentro comienza cuando se convier­te. Usted recibe una nueva naturaleza la cual estará perpetuamente en guerra con su vieja naturaleza. Esta lucha se describe en Romanos 7:15-23. Dios quiere que la nueva naturaleza tenga la victoria, por eso nos da Su Espíritu Santo. Al entregamos a Él y permitirle hacer Su vo­luntad, momento a momento, la vieja naturaleza se mantiene en el lu­gar de muerte al que Dios la ha sentenciado.

            Luego surge esta famosa interrogante:

            ¿Tengo miedo de haber cometido un pecado imperdonable?

            Respuesta: si lo hubiera cometido, probablemente no se estaría pre­ocupando por ello. El pecado imperdonable es afirmar que los milagros de Jesús fueron hechos por el poder del diablo en vez del poder del Es­píritu Santo. El pecado del que debería preocuparse es el de rechazar a Cristo. Los que mueren en incredulidad están perdidos para siempre.

            Además de los problemas mencionados, hay dos o tres versículos de la Escritura que, cuando se aplican equivocadamente, causan aflic­ción a personas que anhelan seguridad. El primero es 2 Corintios 5:17:

            “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las co­sas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas".

            Cuando los nuevos convertidos se dan cuenta de que todos los viejos hábitos, los malos pensamientos y los deseos malvados no ce­san inmediatamente en el momento de la conversión, comienzan a temer no ser nuevas criaturas después de todo. La confusión surge del hecho de que este versículo describe nuestra posición, no nues­tro estado. La clave para el versículo se encuentra en las palabras EN CRISTO. Para Dios, al vernos en Su Hijo, las cosas viejas como la culpa y la condenación han pasado, y nuestra posición en Él es totalmente nueva. Dios espera que las cosas viejas también pasen para nosotros, y que nuestras vidas cambien en el sentido práctico, pero esto no su­cede inmediatamente. Nuestra posición se completa en el momento de la conversión. Nuestro estado se va acrecentando para ajustarse a Su medida.

            Hay otro versículo que a veces molesta a los cristianos nuevos, y es 2 Corintios 13:5: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe”.

            La gente dice, “Ese es exactamente el problema. Cuanto más me examino, más temo no ser salvo”.

            Este es un ejemplo de lo que sucede cuando un versículo se se­para de su contexto. En realidad, algunos de los corintios estaban dudando de la autoridad de Pablo como apóstol. Estaban pidiendo alguna prueba de que Cristo estaba hablando por medio de él. Así que les contesta en los versículos 3 y 5, “Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí (...) Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe.” Ellos mismos habían sido guiados a Cristo por él, y, por tanto, sus vidas eran prueba de su autoridad. Pablo no les dice que miren dentro para probar su salvación. Él debe haberlos guia­do a la Biblia para eso. Por otro lado, hay muchos que solo profe­san creer en Cristo y estos necesitan ser desafiados con la realidad de su fe.

            Un último versículo que merece consideración es Filipenses 2:12: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”.

            A primera vista, pareciera enseñar que la salvación es algo que pro­ducimos nosotros. Sin embargo, no es la salvación del alma la que se menciona, sino la salvación de la carrera de la vida. Es posible para el alma de una persona ser salva y que su vida aquí en la tierra sea un desperdicio o una pérdida. Pablo aquí exhorta a los filipenses a asegu­rarse de que las carreras de sus vidas estén a salvo al permitirle a Dios que Su buena voluntad se haga en ellos (versículo 13).

            Como se ha dicho, esos son solo ejemplos de las dificultades con las que se va a encontrar el obrero. Su mejor capacitación para contes­tarlas será familiarizarse con la Biblia y depender humildemente del Espíritu Santo.

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