Es
imposible que en un curso de evangelismo personal se abarquen todos los
problemas que aquejan a las personas. No obstante, la gran mayoría de estas
dificultades siguen un patrón general, y si el ganador de almas sabe cómo
lidiar con las cuestiones principales, normalmente puede ser de mucha ayuda a
la persona angustiada.
En esta lección discutiremos algunas
de las cuestiones más comunes que surgen en la mente de las personas. La
primera es esta:
Me gustaría ser salvo, ¡pero estoy
seguro de que no podré vivir la vida cristiana!
Generalmente, esta es la declaración
de un tipo de persona muy sincera y concienzuda quien se da cuenta de que donde
hay verdadera fe, también hay una vida cambiada.
Lo que esta persona no sabe es que
con la nueva vida viene un nuevo poder. El Espíritu Santo capacita al creyente
para vivir una vida cristiana. De hecho, ningún hombre, salvo o no, tiene la
fuerza para vivir conforme a las enseñanzas del Señor Jesús por sí solo.
Necesita un poder sobrenatural, y esto es justamente lo que se pone a
disposición del creyente en el momento en que confía en el Salvador.
Otro problema común es este:
Mi problema es que tengo miedo de
que mis parientes y amigos me ridiculicen si tengo que ir a ellos para
contarles que soy salvo.
Con frecuencia, estos problemas no son
expresados por el alma angustiada, aunque son las consideraciones que evitan
que las personas se acerquen a Cristo. El obrero cristiano debe buscar la
ayuda divina al diagnosticar el problema y prescribir el remedio. Según
parece, el Salvador sabía que muchos tendrían vergüenza de Él, pues dijo:
“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este se avergonzará
el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los
santos ángeles” (Lucas 9:26).
A cualquiera que esté afligido por
esto, el obrero puede sugerir lo siguiente:
La aprobación de Dios es más
importante que el aprecio de los hombres. Cien años más tarde, las opiniones de
sus amigos no significarán nada, pero la aprobación de Dios lo significará
todo.
Es totalmente absurdo que hombres
insignificantes estén avergonzados de su Creador y Redentor. Él no tuvo
vergüenza de morir por los pecadores. ¿Qué razón tienen los pecadores de tener
vergüenza por vivir para Él?
Lo mejor que puede hacer es ser
salvo usted mismo, luego busque en la gracia de Dios ganar para Cristo a sus
parientes y amigos burlones. A menudo aquellos de quienes tememos ser
escarnecidos son los que más respetan nuestra valiente posición en el Señor.
Otra perplejidad se relaciona con el
tema de creer correctamente:
Hasta donde yo sé, he creído
realmente en Cristo. Pero, ¿habré creído correctamente? ¿Habré tenido el tipo
de fe correcto? ¿Tengo la medida de fe adecuada?
Esta preocupación surge de pensar
demasiado en nuestra fe en lugar de pensar en la Persona en quien descansa esa
fe.
Un hombre puede tener una fe
tremenda en un objeto que no vale la pena, y estar completamente decepcionado.
Por otro lado, es imposible que alguien tenga fe en el Señor Jesús y
lamentarse después.
Entonces el ganador de almas puede
responder a este tipo de dificultad así: si su única esperanza para llegar al
cielo está en el Señor Jesucristo, ha creído bien. Si su confianza está en
Cristo, nunca puede estar equivocado.
George Cutting contestó a este tema de
la siguiente manera:
“¿Cree que está totalmente
‘desprovisto de fuerza’—perfectamente desamparado frente a la cuestión de su
culpa y su pecado?
¿Que solo Cristo por Su muerte
meritoria puede salvarle? ¿Cree que Dios, en Su justicia, derramó todo el juicio
por el pecado sobre Él cuando en amor se entregó para hacerse pecado por
nosotros?
¿Y cree que Dios declaró Su
satisfacción por ese sacrificio expiatorio al levantarlo de entre los muertos
y coronarlo con gloria celestial?
¿Ha clamado a Él reconociendo que
sin Él usted está incompleto y que Él está dispuesto y listo para salvarle?
Entonces afórrese a esa dulce
seguridad que Su fiel Palabra declara, que la salvación es suya. No dude en
confesarlo, ya no retenga la alabanza que Él merece por ello.”
El nuevo convertido con frecuencia
se aflige con esta pregunta:
He confiado en Cristo, pero ¿tendría
esta lucha dentro si verdaderamente fuera salvo?
La respuesta es: “Sí”. La lucha
dentro comienza cuando se convierte. Usted recibe una nueva naturaleza la cual
estará perpetuamente en guerra con su vieja naturaleza. Esta lucha se describe
en Romanos 7:15-23. Dios quiere que la nueva naturaleza tenga la victoria, por
eso nos da Su Espíritu Santo. Al entregamos a Él y permitirle hacer Su voluntad,
momento a momento, la vieja naturaleza se mantiene en el lugar de muerte al
que Dios la ha sentenciado.
Luego surge esta famosa
interrogante:
¿Tengo miedo de haber cometido un
pecado imperdonable?
Respuesta: si lo hubiera cometido,
probablemente no se estaría preocupando por ello. El pecado imperdonable es
afirmar que los milagros de Jesús fueron hechos por el poder del diablo en vez
del poder del Espíritu Santo. El pecado del que debería preocuparse es el de
rechazar a Cristo. Los que mueren en incredulidad están perdidos para siempre.
Además de los problemas mencionados,
hay dos o tres versículos de la Escritura que, cuando se aplican
equivocadamente, causan aflicción a personas que anhelan seguridad. El primero
es 2 Corintios 5:17:
“De modo que, si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas".
Cuando los nuevos convertidos se dan
cuenta de que todos los viejos hábitos, los malos pensamientos y los deseos
malvados no cesan inmediatamente en el momento de la conversión, comienzan a temer
no ser nuevas criaturas después de todo. La confusión surge del hecho de que
este versículo describe nuestra posición, no nuestro estado. La clave para el
versículo se encuentra en las palabras EN CRISTO. Para Dios, al vernos en Su
Hijo, las cosas viejas como la culpa y la condenación han pasado, y nuestra
posición en Él es totalmente nueva. Dios espera que las cosas viejas también
pasen para nosotros, y que nuestras vidas cambien en el sentido práctico, pero
esto no sucede inmediatamente. Nuestra posición se completa en el momento de
la conversión. Nuestro estado se va acrecentando para ajustarse a Su medida.
Hay otro versículo que a veces
molesta a los cristianos nuevos, y es 2 Corintios 13:5: “Examinaos a vosotros
mismos si estáis en la fe”.
La gente dice, “Ese es exactamente
el problema. Cuanto más me examino, más temo no ser salvo”.
Este es un ejemplo de lo que sucede
cuando un versículo se separa de su contexto. En realidad, algunos de los
corintios estaban dudando de la autoridad de Pablo como apóstol. Estaban
pidiendo alguna prueba de que Cristo estaba hablando por medio de él. Así que
les contesta en los versículos 3 y 5, “Pues buscáis una prueba de que habla
Cristo en mí (...) Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe.” Ellos
mismos habían sido guiados a Cristo por él, y, por tanto, sus vidas eran prueba
de su autoridad. Pablo no les dice que miren dentro para probar su salvación.
Él debe haberlos guiado a la Biblia para eso. Por otro lado, hay muchos que
solo profesan creer en Cristo y estos necesitan ser desafiados con la realidad
de su fe.
Un último versículo que merece
consideración es Filipenses 2:12: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor”.
A primera vista, pareciera enseñar
que la salvación es algo que producimos nosotros. Sin embargo, no es la
salvación del alma la que se menciona, sino la salvación de la carrera de la
vida. Es posible para el alma de una persona ser salva y que su vida aquí en la
tierra sea un desperdicio o una pérdida. Pablo aquí exhorta a los filipenses a
asegurarse de que las carreras de sus vidas estén a salvo al permitirle a Dios
que Su buena voluntad se haga en ellos (versículo 13).
Como se ha dicho, esos son solo
ejemplos de las dificultades con las que se va a encontrar el obrero. Su mejor
capacitación para contestarlas será familiarizarse con la Biblia y depender
humildemente del Espíritu Santo.
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