El poder de la oración
Desde siglos pasados hasta los días
presentes ha habido en el mundo muchos hombres y mujeres de oración. Algunas de
sus derrotas se debieron al descuido en la oración; las victorias que
alcanzaron fueron debidas al ejercicio de oración.
David fue hombre destacado en la
oración, y muchas veces no procedía sin tener la seguridad que era la voluntad
de Señor. Las citas de un solo capítulo de la Biblia, 1 Samuel 23, bastarían
para probar la piedad de aquel hombre:
·
oración
por hacer la guerra a los filisteos, vv. 1,2
·
oración
para no dejarse intimidar por el miedo, vv. 3,4
·
oración
para saber los planes de sus enemigos voluntarios, vv. 9-11
·
oración
para descubrir la ingratitud de los kellanos, v.12
Creemos que las composiciones de David
y muchos de sus salmos piadosos fueron el resultado de oraciones anticipadas.
Varios de los salmos de David son de acciones de gracias a Dios por haberlo
librado de caer en manos de sus enemigos.
Hablando de una manera general, hemos
llegado a los tiempos que nos bastamos a nosotros mismos, y esta salvaguarda
tan poderosa que es la oración la hemos reducido, administrándola por gotas.
·
No
oramos como deberíamos orar: “Con
deprecación y súplica en el espíritu.”
·
No
oramos lo que deberíamos orar: “Por
nada estéis afanosos, sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración.” (Filipenses 4:6)
·
No
oramos cuando deberíamos orar: “Orando en todo tiempo.”
·
No
oramos por lo que deberíamos orar: Que vivamos en paz, piedad y honestidad. Que
Hermanos,
estamos en tiempos en que Venezuela necesita mucha de la oración de hombres y
mujeres espirituales: el desparpajo político de
No son los discursos, ni los votos,
ni los dólares; es la oración de los justos que obra eficazmente que puede
salvar las libertades garantizadas en
Hombre de oración fue Pablo. Sus
epístolas nos dan una idea de la constancia de aquel hombre en la oración. (2
Timoteo 1:3) Pero si el Hijo de Dios nuestro Salvador tuvo que orar y lo hizo
muchas veces, ¡cuánto más necesitamos nosotros la oración! Los tiempos son
peligrosos. Tenemos que orar por nosotros mismos para que el Señor nos haga más
humildes. Se dice que San Agustín oraba a Dios diciendo: “Señor, guárdame del
vicio de mi propia vindicación.”
Nuestra solicitud en oración debe
ser: “Enséñanos a orar.” (Lucas 11.1) Muchos no sabemos pedir (Marcos 10:38);
otros no tienen lo que desean porque no piden. (Santiago 4:2) Y no recibimos
porque pedimos mal (Santiago 4:3). Pero al que sabe pedir Dios dice: “Te he
dado las cosas que pedisteis.” (1 Reyes 3:13)
Ana sintió la necesidad de un
reformador en Israel y pidió un Samuel, y Dios le oyó. Varios siglos después,
otra Ana oraba de día y de noche y hablaba a los que esperaban en Jerusalén la
redención de Israel. (1 Samuel 1 y Lucas 2:36-38)
Las
derrotas de algunos hombres que agradaron a Dios fueron debidas a algún
descuido en oración. David se fue para el otro lado sin buscar la dirección del
Señor (1 Samuel 27) Si no hubiera sido por el cuidado que Dios tenía por su
sirvo, David se hubiera hallado en un dilema, peleando en compañía de los
enemigos contra Israel. (1 Samuel 29) Josafat no oró a Dios para salir a pelear
con el rey Achab a Ramot de Galaad, y escapó por misericordia de Dios. (2
Crónicas 18:3,31,32) Josías no oró al Señor para combatir a Necao. El murió,
para mayor gloria de Dios y de su siervo, pues Dios lo llevó con anticipación
para que no viera el juicio que iba a venir a la nación de Israel por sus
pecados. (2 Crónicas 35:2-24)
Hermanos,
hay mucho porqué orar: porque los nuevos creyentes sean convertidos de veras,
porque seamos librados de hijos extraños, porque los jóvenes sean fuertes y
venzan al diablo, porque las jóvenes sean más santas y menos coquetas, por los
ancianos para que hagan su obra con alegría, por el reparto con oración de El Mensajero Cristiano,
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