El Templo de Salomón
E. Dennett
El Tabernáculo,
el cual había sido la casa de Dios en el desierto, junto con su mobiliario
sagrado, fue llevado por los hijos de Israel a Canaán, y fue erigido en Silo
(Josué 18:1). Fue, por consiguiente, a este lugar que los hijos de Israel
acudían con sus sacrificios anuales (1°. Samuel 1:3), y aún era llamado
"el tabernáculo de reunión" (1°. Samuel 2:22), pero también "el
templo de Jehová", y "la casa de Jehová" (1°. Samuel 3: 3, 15).
Estos últimos nombres sólo presagiaban la casa que se edificaría en el futuro
en Jerusalén. Mientras los hijos de Israel eran peregrinos en el desierto, y
habitaban en tiendas, Dios mismo habitó en una tienda (2°. Samuel 7:6), adaptándose
Él mismo, como Él ha hecho siempre en Su preciosa gracia, a la condición de Su
pueblo; pero cuando Él hubo establecido a Sus escogidos en la gloria del reino,
una casa fue erigida — "magnífica por excelencia" (1°. Crónicas 22:5)
— la cual, en cierta medida, debía ser la expresión de Su majestad, la majestad
de quien se dignó hacerla Su morada en medio de Israel (2°. Crónicas 2:4-6).
Y ahora, en
segundo lugar, Jehová aprobó la obra de Sus siervos tomando posesión de la
nueva casa, tal como Él lo había hecho anteriormente con el tabernáculo.
"Y cuando los sacerdotes salieron del santuario (porque todos los
sacerdotes que se hallaron habían sido santificados, y no guardaban sus turnos;
y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún,
juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con
címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte
sacerdotes que tocaban trompetas), cuando sonaban, pues, las trompetas, y
cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que
alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y
alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para
siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían
los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la
gloria de Jehová había llenado la casa de Dios." (2°. Crónicas 5: 11-14).
A continuación de esta descripción, nosotros encontramos a Salomón relatando
las circunstancias mediante las cuales él había llegado a ser el instrumento
divinamente designado para edificar una "Casa de habitación" y
"una morada estable" para Jehová, por los siglos venideros [lit. para
siempre] (2°. Crónicas 6:2 - VM); y entonces él se arrodilló sobre un estrado
de bronce (que él había preparado) delante de toda la congregación de Israel, y
extendió sus manos al cielo, y oró con respecto a la casa que él había
edificado, y él concluyó sus intercesiones con palabras citadas del Salmo 132:
"Oh Jehová Dios, levántate ahora para habitar en tu reposo, tú y el arca
de tu poder; oh Jehová Dios, sean vestidos de salvación tus sacerdotes, y tus
santos se regocijen en tu bondad. Jehová Dios (2°. Crónicas 6:41, 42a),
"no rechaces el rostro de tu ungido; acuérdate de tus misericordias para
con tu siervo David." ((2°. Crónicas 6:42b - LBLA).) Y acto seguido
leemos, "Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y
consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. Y
no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová
había llenado la casa de Jehová." (2°. Crónicas 6: 41, 42; 2°. Crónicas 7:
1, 2).
De esta manera, y
bajo tales circunstancias, Jehová asumió Su morada en el templo — toda la
escena, los sacerdotes vestidos de lino fino blanco, su unánime glorificación
de Dios siendo una tenue sombra de la gloria de un día posterior, cuando el
verdadero Salomón vendrá a Su templo y Él mismo se rodeará de un pueblo justo y
de corazón dispuesto. Pero el único punto que ha de ser observado aquí es que
encontramos una vez más a Dios morando en Su casa en medio del pueblo que Él
había escogido. La diferencia entre el templo y el tabernáculo, tal como se
recalcó anteriormente, es mostrada mediante el contraste entre el desierto y la
tierra; por el carácter peregrino del paso de Israel a través del primero,
diferenciado de su morada estable en la última. Pero en ambos por igual Dios
tuvo Su habitación, Su casa. Dios moró en medio de todo Israel, y, como se ve
nuevamente del hecho de que el fuego descendió en respuesta a la oración de
Salomón, y consumió el holocausto y los sacrificios, Él lo hizo en el terreno
de la redención — en el terreno de la redención a través de todo el valor de
todo lo que Cristo fue en Su obra sacrificial. No habría sido posible en ningún
otro terreno; pero debido a que ello fue sobre el fundamento de todo el olor
grato de Cristo en Su muerte, él pudo, a pesar de lo que el pueblo era de
manera práctica, morar en medio de ellos, y todo el pueblo, por su parte, pudo
venir con los sacrificios señalados, de la manera designada, y los tiempos
señalados.
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