domingo, 16 de abril de 2023

Actores Principales en la Rebelión de Absalón

 La caída de David en el asunto de Betsabé está narrada en 2 Samuel 11, y en el capítulo siguiente Natán le advierte: “Por lo cual no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste ...” El primer cumplimiento de esta profecía se narra en los próximos capítulos. Veamos algunos protagonistas, comenzando con los rebeldes.


1. Ahitofel, hombre de inteligencia y sagacidad, pero de cabeza y no de corazón. No tuvo escrúpulo en traicionar a David, cosa que le causó a éste mucho dolor. “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar”, Salmo 41.9. Ahitofel era el Judas del Antiguo Testamento.

Hemos conocido personas muy inteligentes y elocuentes como ese hombre que tenía la confianza de David, hombres que podían predicar y enseñar, pero dieron las espaldas al Señor y volvieron al mundo. Es notable que Ahitofel se ahorcó, como haría también Judas Iscariote.

2. Amasa, buscando la oportunidad de engrandecerse, no tuvo escrúpulo en juntarse con Absalón como general del ejército rebelde. Llegó a un triste fin: “Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por la tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe”, 20.10. Él nos proporciona una lección solemne a no actuar en la soberbia de la carne. El ejemplo de nuestro Señor es que Él fue manso y humilde de corazón.

3. Un joven no nombrado figura en el 17.18. Él quería congraciarse con Absalón, y le participó lo que habían hecho los mensajeros de David, Jonatán y Ahimaas.

4. Siba, criado de Mefiboset, fue un oportunista que por mentira le puso en contra de su amo. Logró que el rey le diera lo que correspondía a Mefiboset. La codicia es una abominación delante de Dios, y fue el motivo que impulsó a Judas vender al Salvador. La Palabra nos amonesta: “Teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero”, 1 Timoteo 6.8 al 10.

5. Simei; 16.5. Este aborrecía a David, maldiciéndole y echándole piedras y tierra. El rey no permitió a sus siervos matarle como merecía, sino aceptó las injurias como por mano de Dios. Dios tenía su día para arreglar la cuenta: “Dijo además el rey [Salomón] a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza. ... lo hirió, y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón”, 1 Reyes 2.36 al 40. “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”, Romanos 12.19.

Había también los fieles ayudadores de David que le acompañaron en su rechazamiento.

6. Itai geteo fue un desterrado de los filisteos. Su noble respuesta a David cuando tenía la oportunidad de volver con toda su gente y estar con Absalón, fue ésta: “Vive Dios y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo”, 15.21. ¡Qué ejemplo de devoción cuando tantos habían abandonado a David para seguir a su hijo impostor!

Cuando nuestro Señor Jesucristo estuvo aquí hubo una crisis y muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Entonces dijo Jesús a los doce: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” ¡Cuán admirable fue la respuesta de Simón Pedro! “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Juan 6.67 al 69.

La historia se repite. Se presenta alguno con grandes pretensiones de sanidades, que despierta las emociones con su elocuencia y sus muchas profesiones de fe (que desaparecen como espuma), pero no faltan algunos descontentos con el lugar donde Cristo ha puesto su nombre. Lo abandonan por una ilusión.

7. Sadoc, los levitas y Abiatar vinieron a David cargando el arca del pacto; 2 Samuel 15.24 al 29. David no quería ver el arca fuera de su lugar y mandó a aquella gente volver a la ciudad y a un ambiente muy contario, para ser sus representantes fieles. A veces nuestro Señor coloca a sus seguidores en situaciones desagradables, porque allí pueden servirle mejor. Así fue el caso con Daniel en Babilonia.

8. Husai arquita, quien fue llamado el amigo de David, salió para juntarse con él, rasgados sus vestidos y con tierra sobre la cabeza. Leemos de él en los capítulos 15 al 17 de 2 Samuel. David le aconsejó con franqueza volver a la ciudad donde podría ser de mayor ayuda para él. Sucedió que Husai fue la clave para la victoria del rey. El consejo perverso de Ahitofel cayó delante del consejo acertado de Husai porque así lo ordenó Dios. David y su compañía ganaron tiempo, organizándose bien para enfrentar al enemigo, mientras Absalón estaba reuniendo a todo Israel.

9. Ahimaas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, 15.35,36 fueron dos jóvenes que se prestaron para llevar las últimas noticias de Jerusalén a David. Arriesgaron sus vidas porque se trataba de un servicio peligroso, pero cumplieron bien su ministerio. Dijo el apóstol: “Decid a Arquipo: Mira bien que cumplas el ministerio que recibiste del Señor”, Colosenses 4.17 ¿Estamos haciendo lo que Él ha puesto en nuestras manos?

10. Barzilai fue un anciano de ochenta años. Fue conmovido, diciendo, “El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto”. Este es una inspiración para nosotros en su generosidad, por cuanto se sacrificó primero en aportar comida, camas, etc. y luego en transportarlos al desierto.

11. Sobi, de los hijos de Amón, practicó la ley divina en devolver bien por mal, junto con Barzilai. En el 12.31 leemos del rigor de David en castigar a los hijos de Amón, pero la gracia de Dios triunfó en el caso de Sobi.

12. Maquir también estaba en ese grupo de bondadosos. Vivía en Lo-debar, que significa “lugar sin pasto”. Estaba acostumbrado a la escasez de comida, pero con grande abnegación ese buen hombre contribuyó de buena voluntad para alimentar a los miles que estaban con David.

“Cada uno, según el don que ha recibido, adminístrelo a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”, 1 Pedro 4.10. Los soldados de David no tenían que entrar en batalla con estómagos vacíos, gracias a Sobi, Maquir y Barzilai. Hubo una gran victoria para ellos. Ahora, ¿qué contribución estamos aportando nosotros con el fin de ganar la victoria sobre las fuerzas de maldad?

Santiago Saword


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