La caída de David en el asunto de Betsabé está narrada en 2 Samuel 11, y en el capítulo siguiente Natán le advierte: “Por lo cual no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste ...” El primer cumplimiento de esta profecía se narra en los próximos capítulos. Veamos algunos protagonistas, comenzando con los rebeldes.
1.
Ahitofel,
hombre de inteligencia y sagacidad, pero de cabeza y no de corazón. No tuvo
escrúpulo en traicionar a David, cosa que le causó a éste mucho dolor. “Aun el
hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí
el calcañar”, Salmo 41.9. Ahitofel era el Judas del Antiguo Testamento.
Hemos
conocido personas muy inteligentes y elocuentes como ese hombre que tenía la
confianza de David, hombres que podían predicar y enseñar, pero dieron las
espaldas al Señor y volvieron al mundo. Es notable que Ahitofel se ahorcó, como
haría también Judas Iscariote.
2.
Amasa,
buscando la oportunidad de engrandecerse, no tuvo escrúpulo en juntarse con
Absalón como general del ejército rebelde. Llegó a un triste fin: “Amasa no se
cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió en la quinta
costilla, y derramó sus entrañas por la tierra, y cayó muerto sin darle un segundo
golpe”, 20.10. Él nos proporciona una lección solemne a no actuar en la
soberbia de la carne. El ejemplo de nuestro Señor es que Él fue manso y humilde
de corazón.
3.
Un joven no
nombrado figura en el 17.18. Él quería congraciarse con Absalón, y le participó
lo que habían hecho los mensajeros de David, Jonatán y Ahimaas.
4.
Siba, criado
de Mefiboset, fue un oportunista que por mentira le puso en contra de su amo.
Logró que el rey le diera lo que correspondía a Mefiboset. La codicia es una
abominación delante de Dios, y fue el motivo que impulsó a Judas vender al
Salvador. La Palabra nos amonesta: “Teniendo sustento y abrigo, estemos
contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo,
y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción
y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero”, 1 Timoteo
6.8 al 10.
5.
Simei; 16.5.
Este aborrecía a David, maldiciéndole y echándole piedras y tierra. El rey no
permitió a sus siervos matarle como merecía, sino aceptó las injurias como por
mano de Dios. Dios tenía su día para arreglar la cuenta: “Dijo además el rey
[Salomón] a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que
cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu
cabeza. ... lo hirió, y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de
Salomón”, 1 Reyes 2.36 al 40. “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”,
Romanos 12.19.
Había también los fieles ayudadores de David que le
acompañaron en su rechazamiento.
6.
Itai geteo fue
un desterrado de los filisteos. Su noble respuesta a David cuando tenía la
oportunidad de volver con toda su gente y estar con Absalón, fue ésta: “Vive
Dios y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi señor el
rey estuviere, allí estará también tu siervo”, 15.21. ¡Qué ejemplo de devoción
cuando tantos habían abandonado a David para seguir a su hijo impostor!
Cuando
nuestro Señor Jesucristo estuvo aquí hubo una crisis y muchos de sus discípulos
volvieron atrás, y ya no andaban con él. Entonces dijo Jesús a los doce:
“¿Queréis acaso iros también vosotros?” ¡Cuán admirable fue la respuesta de
Simón Pedro! “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros
hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”,
Juan 6.67 al 69.
La
historia se repite. Se presenta alguno con grandes pretensiones de sanidades,
que despierta las emociones con su elocuencia y sus muchas profesiones de fe
(que desaparecen como espuma), pero no faltan algunos descontentos con el lugar
donde Cristo ha puesto su nombre. Lo abandonan por una ilusión.
7. Sadoc, los levitas y Abiatar
vinieron a David cargando el arca del pacto; 2 Samuel 15.24 al 29. David no
quería ver el arca fuera de su lugar y mandó a aquella gente volver a la ciudad
y a un ambiente muy contario, para ser sus representantes fieles. A veces
nuestro Señor coloca a sus seguidores en situaciones desagradables, porque allí
pueden servirle mejor. Así fue el caso con Daniel en Babilonia.
8.
Husai arquita,
quien fue llamado el amigo de David, salió para juntarse con él, rasgados sus
vestidos y con tierra sobre la cabeza. Leemos de él en los capítulos 15 al 17
de 2 Samuel. David le aconsejó con franqueza volver a la ciudad donde podría
ser de mayor ayuda para él. Sucedió que Husai fue la clave para la victoria del
rey. El consejo perverso de Ahitofel cayó delante del consejo acertado de Husai
porque así lo ordenó Dios. David y su compañía ganaron tiempo, organizándose
bien para enfrentar al enemigo, mientras Absalón estaba reuniendo a todo
Israel.
9.
Ahimaas, hijo
de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, 15.35,36 fueron dos jóvenes que se
prestaron para llevar las últimas noticias de Jerusalén a David. Arriesgaron
sus vidas porque se trataba de un servicio peligroso, pero cumplieron bien su
ministerio. Dijo el apóstol: “Decid a Arquipo: Mira bien que cumplas el
ministerio que recibiste del Señor”, Colosenses 4.17 ¿Estamos haciendo lo que Él
ha puesto en nuestras manos?
10. Barzilai fue un anciano de ochenta años. Fue
conmovido, diciendo, “El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el
desierto”. Este es una inspiración para nosotros en su generosidad, por cuanto
se sacrificó primero en aportar comida, camas, etc. y luego en transportarlos
al desierto.
11.
Sobi, de los
hijos de Amón, practicó la ley divina en devolver bien por mal, junto con
Barzilai. En el 12.31 leemos del rigor de David en castigar a los hijos de
Amón, pero la gracia de Dios triunfó en el caso de Sobi.
12.
Maquir también
estaba en ese grupo de bondadosos. Vivía en Lo-debar, que significa “lugar sin
pasto”. Estaba acostumbrado a la escasez de comida, pero con grande abnegación
ese buen hombre contribuyó de buena voluntad para alimentar a los miles que
estaban con David.
Santiago Saword
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