Todos los
de Jabes dijeron a Nahas: “Haz alianza con nosotros, y te serviremos”. Y Nahas
amonita les respondió: “Con esta condición haré alianza con vosotros, que a
cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre
todo Israel”.
... Los de Jabes dijeron a los enemigos:
“Mañana saldremos a vosotros, para que hagáis con nosotros todo lo que bien os
pareciere”. Aconteció que al día siguiente dispuso Saúl al pueblo en tres
compañías, y entraron en medio del campamento a la vigilia de la mañana, e
hirieron a los amonitas hasta que el día calentó; y los que quedaron fueron
dispersos, de tal manera que no quedaron dos de ellos juntos. 1 Samuel 11
La historia de la antigüedad
Este incidente es tal que podría despertar
la indignación de cualquier corazón humano. Nahas el amonita, enemigo de
Israel, tenía bajo su poder a los habitantes indefensos de la comunidad de
Jabes en Galaad. Estos no presentaron resistencia alguna a sus amenazas, sino
que ofrecieron sujetarse, y rogaron que él hiciese pacto con ellos.
La demanda de Nahas, hombre despiadado,
fue que ellos le permitiesen sacar el ojo derecho de cada cual. Esto
significaría la pérdida de su línea principal de visión. “A Jehová he puesto
siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido”, Salmo
16.8.
Figura como el acto más encomendable de
toda la vida de Saúl la pronta y noble respuesta que él dio al mensaje urgente
de los de la ciudad asediada. El libró a la gente de Jabes. La gratitud de
ellos nunca menguó, ya que leemos de aquella gente en la triste historia que
figura en el último capítulo del libro. Cuando en son de burla los filisteos
colgaron el cuerpo de Saúl, con los de sus hijos también muertos, en el muro de
Bet-San, los hombres valientes de Jabes quitaron los restos mortales de allí y
los enterraron, y luego ayunaron por siete días.
La lección para nosotros
¿Hay una lección espiritual en esta
historia inspirada? Creo que sí.
Jabes significa “seco”. Así nos
encontramos cuando no estamos gozando de la bendición de las fuentes de arriba,
tipo de nuestra comunión con Dios, y de las fuentes de abajo, tipo de nuestra
comunión con el pueblo del Señor. (Jueces 1.15) Cuando están abiertos y limpios
estos canales del amor de Dios hacia nosotros, nuestras almas están guardadas.
“Con amor eterno te he amado”, dice El en Jeremías 31.3, “por tanto, te
prolongué mi misericordia”. Dice el versículo 12 del mismo capítulo: “Su alma
será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor”. Pero, cuando robamos a
Dios de su debido lugar, llegamos a ser como jardín sin agua, secos. Así pasó
con Israel: “Seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al
que le faltan las aguas”, Isaías 1.30.
Nahas quiere decir “serpiente”, y él es un
tipo de Satanás, el gran adversario de nuestras almas. Nos tiene en desventaja
cuando estamos secos y carecemos de resistencia contra sus intenciones
maliciosas. Como Nahas, Satanás busca cómo conseguir una ventaja estratégica
sobre el creyente. Es posible que alguno piense que no importa tanto el contar
con un solo ojo, y se conformarían con ése. En lo físico puede suceder así,
pero en lo espiritual ese ojo es nuestra facultad de discernimiento para ver
las cosas como Dios las ve. El ojo izquierdo nos significaría aquella línea de
visión inferior que es el punto de vista humano o natural.
¡Qué tragedia cuando nuestra visión
espiritual se encuentra deteriorada! Se cuenta del almirante Nelson de la
armada británica, que puso el telescopio a su ojo ciego sin ninguna
consecuencia que lamentar para él, pero el cristiano no puede hacer esto en la
oración. Si lo hace, pide mal; la gloria de Dios no será lo que persigue. El
creyente de un solo ojo considera las cosas como el hombre natural y resuelve
sus asuntos con criterios humanos. Al fin y al cabo, le resulta para mal en lo
espiritual.
El ejemplo de Lot
Lot consideraba solamente la ventaja que
parecía haber en lo personal cuando puso la vista hacia Sodoma. Aparentemente
le sería un negocio excelente ubicarse allí, pero ¿cuál fue el resultado de no
haber escogido su rumbo desde un punto de vista espiritual? Él llegó a afligir
su alma justa cada día, viendo y oyendo los hechos inicuos de sus vecinos; 2
Pedro 2.8.
El trajo sobre sí el desprecio y el enojo
de los impíos; vio el terrible juicio de Dios sobre su esposa; perdió sus
posesiones; terminó la vida en una cueva, víctima del trato contrario a la
naturaleza que le dieron sus propias hijas.
¡Cuán bueno es someternos a la dirección y
disposición de nuestro Señor! Si no lo hacemos, tarde o temprano tendremos por
qué lamentar una pérdida espiritual.
Hay quien nos ayuda
El pueblo de Jabes fue atacado por un
poder abrumador, pero encontró ayuda en Saúl. Si el creyente se encuentra
víctima del ataque de uno mayor, Satanás, él cuenta con otro quien es
infinitamente más poderoso que Saúl. Es Uno que entiende, simpatiza y está
siempre listo para librarnos del maligno.
Es
el gran sumo sacerdote que está arriba; “En cuanto él mismo padeció siendo
tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”, Hebreos 2.18. Fue
así que Pablo pudo exclamar: “A Dios gracias, el cual nos lleva siempre en
triunfo en Cristo”, 2 Corintios 2.14.
Nahas
tenía por delante un propósito de largo alcance; él quería traer reproche sobre
todo el pueblo de Dios. Así es el creyente que pierde su visión espiritual y ve
las cosas como las ven los inconversos. El no sólo trae problemas sobre sí,
sino da ocasión al enemigo de blasfemar el nombre de Cristo y reprochar a los
que se congregan en ese nombre.
Ninguno de nosotros vive para sí. Si un
miembro del cuerpo espiritual de Cristo padece, todos los miembros se duelen
con él; si uno recibe honra, todos los miembros se gozan con él. Que no seamos
ciegos en cuanto a las cosas divinas; que aprendamos más y más a apreciar la
facultad de la vista espiritual, estimando todo con miras a la eternidad.
Santiago Saword
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