domingo, 29 de septiembre de 2024

¿Cómo puede gozar el creyente de una paz constante en su alma?

 


Contestamos—por la fe. Si creo por el testimonio de Dios que esta paz es mía por fe en Cristo, inmediatamente disfrutaré el gozo de ella. Por ejemplo, supongamos que Vd. está notificado que tiene una herencia considerable dejada por un pariente. Del efecto hecho en su mente dependerá su respuesta a tal noticia. Si duda Vd. la veracidad de ella, seguramente no responderá. Pero si la noticia está debidamente probada, Vd. dirá, “La herencia es mía.” Así es, querido lector, referente a la paz para con Dios. Si cree Vd. el testimonio de Dios, que la paz es hecha ya por la sangre de Cristo, ninguna circunstancia, ninguna convicción de indignidad, o abatimiento pueden perturbar su alma. Para que gocemos de una paz verdadera y duradera, debemos confiar absolutamente en lo que dice Dios en Su Palabra, y nunca en las circunstancias o sentimientos nuestros.

El creyente debe aprender que la única base de paz se halla en:

1º. Lo que dice la Palabra de Dios y descansar en ella.

2º. En el valor intrínseco de la sangre de Cristo.

La obra maestra de Satanás es sembrar dudas y temores para que el creyente desconfíe de Dios. Debemos contestar las asechanzas y tentaciones del diablo como hizo el Señor cuando fue tentado por él, con las palabras, Escrito está.”

Una vez que la paz de Dios está establecida en el alma, el creyente puede crecer “en la gracia y conocimiento de nuestro Señor,” y gozarse de una comunión mucho más íntima con Él.

Es de anhelar esta paz que sobrepuja todo entendimiento. El que la posee, no solamente crece (1 P. 2:2), más bien puede apreciar la gloria y perfección de la obra de Cristo revelada por la sangre de Su cruz. En vez de quejarse de incertidumbre y de duda, su alma llena de paz, rebosará en adoración a Sus pies, y sus quejas se cambiarán en una canción de alabanza.

Dios quiera que esta sea la porción de cada uno que lea este artículo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario