Guarda,
¿qué de la noche? El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche. Isaías 21.11,12
En tiempos antiguos,
mucho antes de la invención del reloj, los guardas de las ciudades patrullaban
las calles durante las horas de la noche. De esto se habla en Cantares 3.3, por
ejemplo. Los guardas eran personas que podían informar las familias en sus
casas cómo avanzaba la noche. Ellos se fijaban en la luna y las estrellas y
podían decir con certeza cuál era la hora o vigilia.
Entre el pueblo de
Dios hay ahora los que están vigilando la grey de Dios y con la mira en las
cosas de arriba ellos tienen conocimiento de los tiempos. El apóstol Pablo pudo
decir: “Conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño ... la noche
está avanzada, y se acerca el día”, Romanos 13.11,12.
En la escena que
describe el profeta Isaías, parece que desde su cama alguna persona está
pendiente de la hora de levantarse, tal vez por algún viaje que tiene por
delante. Cuando oye pasar el guarda enfrente de su puerta, le llama diciendo,
“Guarda, ¿qué de la noche?” Viene la contesta: “La mañana viene”. Quiere decir
que es hora de levantarse.
En su tiempo el
patriarca Enoc era guarda fiel. Su andar y comunión íntima con Dios le indujo a
denunciar la impiedad de los hombres y a la vez advertir que, “El Señor vino
con sus santas decenas de millares para hacer juicio contra todos”, Judas
14,15. En otra época hubo doscientos principales de Isacar, entendidos en los
tiempos y que sabían lo que Israel debía hacer, “cuyo dicho seguían todos sus
hermanos”, 1 Crónicas 12.32. El empeño de estos varones era asegurar el reino
para David.
Nuestro Señor Jesucristo,
como David en Ziclag y Hebrón, es rechazado actualmente por la mayoría, pero
Dios tiene a los que están empeñados en lograr el ensalzamiento de aquel que es
el verdadero rey. Ellos tienen entendimiento de las Sagradas Escrituras que nos
indican que la venida del Señor se acerca. Los de Isacar daban su consejo a la
luz de lo que iba a suceder, y en nuestros tiempos conviene obedecer a nuestros
pastores, porque ellos velan por nuestras almas.
Pero el guarda en
Isaías tenía algo más que decir: “Después de la noche”. Cuando venga nuestro
Señor los santos serán trasladados a su glorioso hogar donde no habrá más
noche. Cristo, el lucero de la mañana, introducirá los suyos a un día eterno.
Después vendrá una noche para este pobre mundo.
No habrá más luz del
Evangelio, sino que las potestades de las tinieblas reinarán siete años por lo
menos. Cristo dijo, “Me es necesario hacer las obras del que me envió entre
tanto que el día dura. La noche viene cuando nadie puede trabajar”, Juan 9.4. El
siempre procuraba redimir el tiempo, y antes que fuese a la cruz pudo decir en
oración, “Padre ... he acabado la obra que me diste que hiciese”. Por su parte,
Pablo dijo al fin de su vida, “He acabado la carrera, he guardado la fe”.
Con la venida del
Señor nuestro día de servicio en la tierra terminará. Por esto hacemos bien en
imitar el ejemplo del Señor, no desperdiciando el tiempo y las oportunidades
que se nos presentan. Un piadoso siervo de Dios de otra época tenía tanto
empeño por emplear bien el tiempo que mandó grabar en su reloj la leyenda: “La
noche viene”. Al averiguar la hora del día, él se acordaba que su
responsabilidad era de usar bien el tiempo.
Hermanos, el tiempo es
corto; la venida del Señor se acerca. Si queremos que nuestros hijos nos
acompañen cuando El venga, o si queremos tener algún fruto para ofrecerle en
aquel día, debemos emplear el tiempo bien y para su gloria. No debemos ser como
aquél de quien su amo tuvo que decir: “Siervo malo y negligente ... quitadle,
pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos”.
Santiago Saword
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