Ame a sus enemigos
No
hay duda de que Jesús dijo: "Ame a sus enemigos" (Lucas 6:27); pero
¿quiso decirlo literalmente? ¿O estaba meramente mencionándolo como un ideal
por el que deberíamos esforzarnos? Es tan antinatural amar a sus enemigos. ¿Por
qué deberíamos amarlos cuando probablemente sólo aumentarán su hostilidad?
Parece imposible amar a aquellos que nos odian. Así que, al leer este
mandamiento de nuestro Señor, tendemos a buscar una excusa para mantener
nuestro nivel de comodidad.
Sin embargo, profundamente en nuestros
corazones sabemos que el Señor Jesús quiso decir lo que dijo. Lo que olvidamos
es que cuando manda algo, Él nos da el poder para obedecer ese mandamiento.
Humanamente hablando, es imposible amar a nuestros enemigos. Eso es verdad para
la vida cristiana en general. Puede ser vivido solamente por el poder del
Espíritu Santo morando en el corazón. Nuestra tendencia de gastar el borde
filoso de las palabras del Salvador llega a su fin cuando vemos que el
mandamiento es obedecido por otro creyente. Muchos versos de la Escritura
cobran vida para nosotros cuando los vemos en acción. Usted no puede discutir
contra un hecho. Muéstreme a un cristiano que ame a su enemigo y quedaré
convencido.
Eso me sucedió a mí. Vi a Lucas 6:27
concretarse en una vida humana. Fue en la vida un hombre llamado Theo McCully.
Él era el padre de Ed McCully, uno de los cinco mártires del Ecuador, y el
presidente del directorio de la Escuela Bíblica de la cual yo era
administrador.
Una noche, él y yo nos
reunimos para hablar de algunos asuntos de actualidad de la escuela y algunas
decisiones que teníamos por delante. El Señor McCully nunca me decía qué hacer.
Siempre decía: "Oremos por esto." Entonces al final de la noche, nos
arrodillamos y oramos extensamente en relación con la escuela.
A medida que se
aproximaba el fin de su oración su mente se fue al sur, a las orillas del río
Curacay en Ecuador, donde los indígenas que vivían en la edad de la piedra
traspasaron a su hijo misionero hasta matarlo. Ed había sido un hijo ideal. Su
padre me dijo una vez que Ed nunca les había causado un momento de angustia.
Ahora Theo oraba: "Señor, permíteme vivir lo suficiente para ver a quienes
mataron a nuestros muchachos como hermanos salvos, para poder poner mis brazos
alrededor de ellos y decirles que los amo porque aman a mi Cristo."
Cuando nos levantamos,
las lágrimas estaban zigzagueando por sus mejillas. Fue un momento sagrado, que
nunca podrá ser recapturado. Aquí había un hombre que verdaderamente amaba a
los culpables asesinos de su amado hijo, un hijo que había abandonado la carrera
en leyes para llevar el evangelio a los indígenas aucas (después conocidos como
waoranis).
No es sorprendente que
esta oración haya alcanzado el trono de Dios. Otros misioneros finalmente
hicieron un contacto exitoso con los waoranis y, en su momento, fueron capaces
de guiar a varios de los asesinos a Cristo. La oración de Theo fue contestada.
Fue a Ecuador, amorosamente abrazó a los nuevos creyentes y les dijo que los
amaba porque su Salvador era ahora el Salvador de ellos también.
Sí, Jesús quiso decir
lo que dijo. Debemos amar a nuestros enemigos. Cuando lo hacemos, impactamos el
mundo. Les mostramos a otros creyentes maneras prácticas de llevar adelante
este mandamiento. Hacemos que ciertos dichos difíciles de Jesús cobren vida. Y
damos una verdadera representación de cómo es el Señor Jesús. Él nos amó a
nosotros (sus enemigos) suficientemente como para morir por nosotros.
William Macdonald
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