Los treinta y cinco años de vida
piadosa del rey Asa, un largo período de fidelidad, todo lo relativo a esos
primeros hechos está escrito en el libro de Dios. Más adelante un rey que cae
en la trampa, que se obstina y que no se puede levantar más, todos los hechos
postreros también están escritos en el libro de Dios. Todo permanece escrito (2
Crónicas 16:10-11).
Sin duda alguna, Asa fue un creyente,
un salvo; el testimonio que Dios da de él después de su muerte es precioso (véase
2 Crónicas 20:32 y 21:12). Pero este pasaje nos recuerda que la luz del
santuario de Dios lo ilumina todo en nuestras vidas (hechos, pensamientos y
propósitos) y que, en lo alto, nuestros pasos están contados… los primeros… y
los postreros. Cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo, todo será
manifestado y entonces comprenderemos mucho mejor que ahora el valor de la
sangre derramada en el Calvario –la cual habrá borrado todo el mal que jalonó
nuestras vidas– como así también la excelencia de la víctima que ocupó nuestro
lugar de pecadores bajo el juicio de Dios.
Desde ahora no olvidemos nunca que, en
la vida del creyente, no puede haber ningún rincón oscuro que el ojo de Dios no
pueda escrutar y ninguna etapa o hecho que no cuente para él.
P. Jn
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