1.
Jehová-jireh
Y
llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá [Jehová-jireh]. Por tanto,
se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto. Génesis
22:14
Este nombre se
encuentra en Génesis 22:1-14. En este pasaje, vemos cómo Dios puso a
prueba a Abraham y le ordenó que tomara a Isaac, su único hijo, quien había
sido milagrosamente concebido como promesa, y que lo ofreciera como holocausto.
Era la primera vez que se indicaba tan solemnemente que debía realizarse un
sacrificio humano, el cual prefiguraba la muerte sacrificial de nuestro Señor
Jesús, el Hijo unigénito del Padre.
Justo en el momento
más crítico, cuando Abraham estaba a punto de sacrificar a su hijo siguiendo la
orden de Dios, Isaac fue salvado. “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar,
Jehová proveerá [Jehová-jireh]. Por tanto, se dice hoy: En el monte de Jehová
será provisto”. Esta escena tuvo lugar en el monte Moriah. Con el paso de los
siglos, vemos cómo Jesús, el Jehová del Antiguo Testamento, murió en la
vergonzosa cruz en Jerusalén. Jerusalén era la ciudad donde estaba el templo,
el cual estaba edificado justamente en el monte Moriah, cumpliendo así la
profecía pronunciada por Abraham.
Anteriormente
en el capítulo leemos que Isaac hizo una pregunta, que debió retorcer el
corazón de su padre con la más profunda angustia. Estaba la leña y el fuego,
pero ¿dónde estaba el cordero para el holocausto? La respuesta profética de
Abraham fue que Dios mismo proporcionaría un cordero para el holocausto. Esto
se vio cuando Juan el Bautista exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo” (Jn. 1:29). Así se ve cómo la palabra jireh, añadida a la
palabra Jehová, nos presenta lo que está en la mente de Dios para la bendición
del pobre hombre caído, incluso toda la historia de cómo un Dios hacedor de
pactos pondría en práctica su acercamiento a los hombres a costa de la muerte
de su Hijo unigénito. Nunca se nos permitirá olvidar esto.
2.
Jehová-ropheka
Yo
soy Jehová tu sanador. Éxodo 15:26
Jehová-ropheka (Jehová tu sanador).
La enfermedad es fruto del pecado. Para tratar justamente con este fruto,
nuestro Señor tuvo que abordar la raíz del problema, lo cual requirió su
sacrificio en la cruz con todo el sufrimiento y el dolor que conllevaba. Cada
vez que Jesús sanaba a un leproso; hacía caminar al paralítico; restauraba la
vista al ciego o el oído al sordo; él era consciente de que solo su muerte
sacrificial en la cruz podía abordar la cuestión fundamental del pecado desde
la raíz. Estos milagros demostraban su poder en la tierra para perdonar
pecados. Como él mismo dijo: “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene
potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo:
Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en
presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su
casa, glorificando a Dios” (Lc. 5:24-25).
3.
Jehová-nisi
Moisés edificó un altar, y llamó su
nombre Jehová-nisi. Éxodo 17:15
En Éxodo 17 leemos acerca del
conflicto que hubo entre Amalec y los hijos de Israel en Refidim. Moisés subió
a la cumbre del collado con la vara de Dios en su mano, acompañado por Aarón y
Hur. Cuando Moisés levantaba su mano, Israel prevalecía; pero cuando la bajaba,
Amalec prevalecía. Esto es un hermoso símbolo de la intercesión de nuestro
Señor en el cielo por los suyos, quienes luchan aquí contra el mundo, la carne
y el diablo. Sin embargo, ¡qué contraste entre Moisés y nuestro Señor! “Las manos
de Moisés se cansaban” y necesitaban ser sostenidas (Éx. 17:12), pero nuestro
Sumo Sacerdote vive para siempre “según el poder de una vida indestructible”
(He. 7:16). ¡Sus manos no se cansan en absoluto! En él solo hay victoria. Como
resultado de la victoria sobre Amalec, Moisés construyó un altar y lo llamó
Jehová-nisi, que significa “Jehová es mi estandarte”. Solo hay victoria bajo el
estandarte de nuestro Señor.
4.
Jehová-shalom
Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas
temor, no morirás. Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó
Jehová-salom; el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas. Jueces
6:23-24
Jehová-shalom: Hubo
una época durante el tiempo de los jueces en que los madianitas oprimían
cruelmente a los hijos de Israel. Cuando estos clamaron a Dios, él envió un
profeta con un mensaje de consolación. Luego, el Ángel de Jehová se le apareció
a Gedeón, un joven que estaba trillando trigo en el lagar para ocultarlo de los
madianitas. El Ángel, que era Jehová mismo, sorprendió a Gedeón al decirle:
“Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (v. 12). Inmediatamente
después le encargó que liberara a Israel del yugo de los madianitas. Gedeón
entonces le pidió al Ángel una señal que confirmara su misión, la cual le fue
concedida.
Gedeón “preparó un
cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina” (v. 19). Estos alimentos los
presentó a su visitante celestial, quien los tocó con el báculo que tenía en su
mano y, en ese momento, “subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y
los panes sin levadura” (v. 21). Después de esto el Ángel de Jehová desapareció
de su vista. Gedeón descubrió que el visitante celestial era el Ángel de Jehová
y se llenó de temor. “Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no
morirás” (vv. 23-24). En respuesta a este encuentro, Gedeón edificó un
altar a Jehová y lo llamó Jehová-shalom, que significa “Jehová es paz”.
Podemos trasladar esto al Nuevo
Testamento y agradecerle a Dios por la paz de Dios, “que sobrepasa todo
entendimiento”, la cual guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en
Cristo Jesús (Fil. 4:7). Cuando nuestras mentes se centran en todo lo que es
verdadero, honesto, justo, puro, amable y de buen nombre, podemos confiar en
que el Dios de paz estará con nosotros (Fil. 4:8).
5.
Jehová-raab:
Jehová es mi pastor; nada me faltará. Salmo
23:1
Las palabras iniciales del
conocido Salmo 23, “Jehová es mi Pastor [Raab]”, son ampliamente conocidas
y apreciadas en los círculos cristianos. ¡Qué consolador saber que el Señor es
nuestro Pastor! ¡Qué cuidado tiene por sus ovejas y qué paciencia cuando se
alejan de su mano protectora y conductora! A lo largo de los tiempos del
Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, estas palabras han sido una fuente
de consuelo para innumerables creyentes. A pesar de que se han escrito muchos
libros acerca de este salmo, su tema es inagotable. Es maravilloso saber que el
Señor mismo es nuestro Pastor mientras atravesamos el desierto de este mundo e
incluso cuando nos hallamos en el valle de sombra de muerte. El Buen Pastor no
solo murió por nosotros, sino que también resucitó como el Gran Pastor (He.
13:20) y se compromete a cuidarnos en cada paso de nuestro camino hacia la Casa
del Padre.
6.
Jehová-sabaoth:
Jehová
de los ejércitos está con nosotros. Salmo 46:7
Este
nombre significa “Jehová de los ejércitos” y se menciona más de 300 veces
en el Antiguo Testamento. Es la única de estas combinaciones de nombres que
también aparece en el Nuevo Testamento (Ro 9:29; Stg. 5:4). Esto da
lugar al uso de la palabra “sabaoth”, que es el equivalente griego de la
palabra hebrea utilizada para “ejércitos”. Este magnífico nombre aparece en
repetidas ocasiones en el Antiguo Testamento, siendo el libro de Isaías en el
que más se menciona, con aproximadamente 60 ocurrencias. Nos transmite la idea
del poderío y los recursos invencibles de Dios. En el Salmo 46, leemos dos
veces: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios
de Jacob” (Sal. 46:7, 11). ¡Qué felicidad poder estar seguros de que tenemos
al Señor de los ejércitos con nosotros, nada menos que con su poder omnipotente
de nuestro lado! El Dios de Jacob está con nosotros, y si él tuvo paciencia con
alguien tan imperfecto como Jacob, ¿no será aún más paciente con nosotros, que
estamos tan lejos de lo que deberíamos ser?
7.
Jehová-tsidkenu:
Y
este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. Jeremías
23:6
Este nombre significa “Jehová, justicia
nuestra”. Cuando nuestro Señor venga a reinar en justicia sobre este mundo de
pecado y lágrimas, se nos dice que su nombre será: “Jehová, justicia nuestra”.
Es reconfortante comprender que la justicia divina se ha establecido a través
de la muerte expiatoria de nuestro Señor, permitiendo así que la bendición
fluya hacia los pecadores que se arrepienten. A medida que observamos la
agitación y la inestabilidad entre las naciones, nos alegramos al saber que el
Señor establecerá un reino de justicia sobre este mundo injusto. El Señor
triunfará en aquello que las Naciones Unidas han fracasado, trayendo paz y
seguridad a este agitado mundo. De hecho, la creación misma anhela la
manifestación del Príncipe de Paz.
8.
Jehová-sama:
Y el nombre de la ciudad desde aquel
día será Jehová-sama. Ezequiel 48:35
Este nombre tan
encantador se halla en los últimos versículos de la profecía de Ezequiel. Allí
leemos: “El nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama”. La ciudad es
Jerusalén; el día que se menciona es aquel en el que nuestro Señor establecerá
su reino de justicia; y “Jehová-sama” significa “Jehová está allí”. Se trata de
la ciudad de la que Jehová dijo: “En aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra
pesada a todos los pueblos” (Zac. 12:3). Lo que no ha podido (ni nunca podrá)
ser llevado a cabo por planes humanos, ni por sus parlamentos o ejércitos, se
logrará cuando nuestro Señor tome el control del gobierno de este mundo. La paz
llegará a Jerusalén, que ha sido el escenario de conflicto por siglos. Cuando
el Príncipe de Paz esté presente (“Jehová está allí”), ¡qué tranquilidad habrá!
Sin embargo, los creyentes de esta presente dispensación podemos gozar
individual y colectivamente de la presencia del Señor con nosotros, ¡y qué
tranquilidad nos da! Qué maravilloso nombre para concluir esta serie de nombres
divinos: “Jehová está allí”.
A. J. Pollock