1 Reyes
"Ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado." 1 Reyes 8:56
Primera de Reyes introduce el reino de Salomón sobre Israel, un tipo del glorioso reino del Señor Jesucristo en su estado establecido de paz y prosperidad milenarias -no en sus conquistas poderosas. Su riqueza y gloria han sido sin iguales en la historia. A Salomón se le concedió el honor de construir el templo de Dios, un edificio de maravillosa magnificencia, el centro de la adoración y la unidad de Israel. Dios nunca ha autorizado, y nunca autorizará la construcción de ningún otro templo que no esté en la misma ubicación.
Pero Salomón fracasó tristemente en llevar la responsabilidad de tal honor. Aunque era creyente, su vida personal degeneró profundamente por matrimonios profanos y otros desenfrenos contrarios a la dignidad real. Y cuando murió, el reino de Israel fue cruelmente dividido en dos, con diez tribus rebelándose contra Judá y Benjamín. Esta escisión nunca ha sido sanada ni lo será hasta que el Señor Jesús asuma el trono en Israel.
Luego el libro se ocupa en gran parte de la historia de la sucesión de reyes que gobernaron sobre Israel, las diez tribus, en Samaria. Su reino pasaba de familia en familia a través de muchas conspiraciones y rebeliones. Esto era totalmente contrario a Dios, por supuesto, y ninguno de estos reyes parece haber sido creyente alguna vez. Los reyes de Judá (la línea de David) son mencionados también, pero con mucho menos detalle. El profeta Elías aparece en el capítulo 17, un testigo severo contra la maldad de Israel; y otros profetas también nos indican el hecho de los reyes que demuestran un fracaso.
2 Reyes
"Y los hijos de Israel hicieron secretamente cosas no rectas contra Jehová su Dios, edificándose lugares altos en todas sus ciudades." 2 Reyes 17:9
Este libro continúa la historia de los dos reinos separados, con el profeta Eliseo que substituye a Elías como testigo de Dios, ambos de verdad y gracia. Otros profetas también dieron testimonio y sufrieron por su fidelidad. El libro de Reyes da especial prominencia al ministerio de los profetas, en contraste con los libros de las Crónicas dónde los sacerdotes y los Levitas se hacen notar más a menudo.
Reitero, no se encuentra a ningún rey creyente en Israel (las diez tribus), a pesar de la gracia del profeta Eliseo. El aumento de la maldad en Israel lleva a que la tierra sea invadida por el rey de Asiria, quien los saca de su tierra y los lleva en cautividad. Desde esa época se ha perdido de vista a las diez tribus, y Dios solo sabe dónde encontrarlas y traerlas de regreso a su tierra, tal como Él lo hará en días venideros.
Judá continuó en la tierra por algún tiempo más, y los reinados de dos reyes piadosos, Ezequías y Josías, se yerguen de forma hermosa en contraste con la tendencia general decadente. Con todo, ambos reinos terminaron en la tristeza del fracaso humano; y con el tiempo, Judá fue llevado cautivo por los babilonios.
Este es otro libro de solemne amonestación en su aplicación a nosotros. Nuevamente enfatiza la equidad y la verdad al gobernar, mostrando que el verdadero lugar del hombre es uno de sometimiento completo, más que de prominencia y autoridad, las que en todos los casos demostraron sobrepasar la capacidad de los hombres -incluso de hombres piadosos- a quienes les fueron confiadas. ¡De qué manera todo esto clama por la venida del único verdadero y fiel Rey, el Señor de gloria!
1 Crónicas
"Oh Jehová, por amor de tu siervo y según tu corazón, has hecho toda esta grandeza, para hacer notorias todas tus grandezas." 1 Crónicas 17:19
Este libro es un resumen de las formas de la gracia de Dios para con Israel con referencia, principalmente, al reinado de David, el hombre según el corazón de Dios. Los dos libros de Crónicas son, por lo tanto, similares a Deuteronomio, ya que son una revisión desde el punto de vista de la gracia de Dios. El reino de Saúl ni siquiera es mencionado, sino solamente su triste final en la batalla. Porque Saúl es un tipo del hombre en la carne, que no puede recibir o ejemplificar nada de la gracia de Dios. David es un tipo de Cristo, en quien aquella gracia es preciosamente manifestada. Ninguna mención se hace de David reinando solamente sobre Judá, en Hebrón, por siete años y medio; sino solo se menciona su reinado sobre todo Israel; porque la gracia de Dios abarca a todo Su pueblo, no solamente a una parte.
Los manifiestos males morales que afectaron la casa de David son discretamente omitidos de la relación aquí: el grave pecado de David, el de Amón su hijo, y la orgullosa rebelión de Absalón. Por otra parte, mucho se dice de los preparativos de David para Salomón de los planes y de la gran provisión de materiales para la construcción del templo. Esto, también, fue para la demostración de la gloria y la gracia de Dios.
En consecuencia, la historia de David es vista aquí, no como una biografía del hombre, ni siquiera oficialmente como rey, sino como un tipo de Cristo; de modo que se muestran aquellos eventos en los que resalta más notablemente este carácter.
2 Crónicas
"Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." 2 Crónicas 7:14
Aquí se continúa con el resumen lleno de gracia de las maneras de Dios en relación con los reyes. El magnífico reino de Salón es visto aquí tipificando de forma hermosa el reinado del Señor Jesús en la paz de la gloria milenaria. Por consiguiente, nada se dice de su grave desviación del camino de obediencia a Dios; casándose con muchas esposas y siendo mal influenciado por ellas.
Se debe tomar nota, sin embargo, de la división del reino en los días de su hijo Roboam, porque la gracia de Dios deja a un lado el gobierno de Dios. Se le prohíbe a Roboam intentar hacer volver de nuevo a las diez tribus por la fuerza. Las diez tribus establecieron un nuevo centro en Samaria y un nuevo rey, incluso no de Judá. Por consiguiente, ellos son mencionados en este libro solamente en relación con la historia de Judá; ya que la gracia de Dios sólo puede ser mostraba en relación con Su línea escogida, es decir, la línea del verdadero Mesías, el Señor Jesucristo. Esto destaca bellamente en las historias de Asa, Josafat, Ezequías, y Josías.
Una revisión así, que magnifica de tal manera los benditos consejos de la gracia de Dios, es un precioso indicio del carácter del tribunal de Cristo para el creyente. Si los libros de los Reyes nos muestran la desagradable historia del hombre, Crónicas, por otro lado, muestra de que forma la gracia de Dios trasciende el pecado del hombre.
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