Blog correspondiente a la publicación mensual de la revista homónima. Aquí encontrará temas de edificación cristiana y de aprendizaje personal.
sábado, 9 de junio de 2012
Los Dones Y Los Cargos En la Iglesia
Es mucho más agradable considerar las riquezas de
la gracia de Dios y del amor de Cristo, que discutir las cuestiones de los
cargos (diácono) y las instituciones (obispo). Sin embargo a veces es necesario
hablarlo, cuando se hacen estas preguntas, para turbar el reposo de los
cristianos y para excitar su espíritu, como si el cristianismo fuera
defectuoso, o caminaran desordenadamente y les faltara alguna cosa ante
Dios.
Es
pues para aclarar estos puntos discutidos y para tranquilizar los espíritus de
los cristianos, que escribiremos algunas líneas sobre los cargos y los dones.
Pero deseamos de todo nuestro corazón que cada uno, después que esté
realmente claro sobre esto, se aparte de estas preguntas y las deje
enteramente de lado, para ocuparse de Cristo, de su inmensurable amor y de su
inmensa gracia. Es esto lo que nos alimenta y edifica, mientras que tales
preguntas resecan el alma.
Existe
una gran diferencia entre los dones y los cargos. Los dones emanan de la
Cabeza, que es Cristo, en los miembros, con el fin de reunirlas, por su medio,
en la Iglesia fuera del mundo y de edificarla mientras que las reúne.
A
quienes se le confiaron cargos eran, como tales, diáconos o
servidores que habían sido establecidos, en cada localidad, por los
cristianos mas adelantados, es decir por lo Apóstoles, y la habían recibido de
aquellos por su posición y autoridad. Podían tener dones — y esto era
deseable; pero a menudo ellos no lo tenían. En todo caso, cuando eran
fieles y devotos en su servicio, eran bendecidos por Dios. — Vamos ahora a
examinar la enseñanza de la Escritura sobre los dones.
Todo lo que es bueno es un don y viene de
Dios. Pero, aquí, hablamos de dones en un sentido un poco mas restringido y mas
limitado, a saber: los dones que Dios ha dado para congregar a su Iglesia
y para edificarla, según está escrito: «El ha subido a lo alto, y ha llevado
cautiva la cautividad, y ha dado dones a los hombres». Es decir los dones de
los cuales hablamos según la Escritura y que son los que Cristo ha recibido el
Padre luego de haber subido a lo alto, para ser la Cabeza de la Iglesia, sobre
todas las cosas.
El
hombre ha puesto fin a una multitud de cosas por el pecado. Sin ley, estaba
perdido en la disolución, en la independencia, al colmo de la violencia y de la
corrupción. Bajo la ley, ha venido ha ser transgresor y despreciativo de
la voluntad de Dios. Dios le ha visitado en misericordia, donde estaba
sumido en la miseria, la deshonra y la desobediencia; y el hombre ha
rechazado a Dios. — Era pecador, expulsado de un paraíso terrenal. Dios ha
descendido a este mundo de miseria del hombre; pero, mientras estuvo en
el, el hombre ha alejado a Dios del mundo. Toda esperanza para el primer hombre, como
tal, está perdida. Pero Dios ha glorificado al segundo hombre, aquel que fue
obediente (el Señor que es del cielo) y le ha hecho subir en su posición
celestial y determinada de ante mano. El actúa sin embargo según su gracia
en los corazones de los hijos de los hombres, para darles una nueva
vida, y reunir fuera del mundo a los objetos de esta gracia uniéndolos al
Cristo glorificado, con el fin de que ellos gocen con Él de todos los privilegios
y, lo que es mas hermoso de todo, con el fin que se regocijen con
Él en el amor del Padre. Así, los nacidos de nuevo son también miembros de
Cristo, de Aquel que es la Cabeza del cuerpo.
Pero
hay aun una verdad que se menciona al principio de nuestras notas, a saber que
Cristo ha adquirido esta posición, para el cumplimiento de la obra de la
redención. Éramos esclavos del Diablo y del pecado. Ahora somos libres; Cristo
ha llevado cautiva la cautividad, y ha llenado a aquellos que ha rescatado, del
poder del Espíritu Santo, con el fin que le sirvan. Habiendo vencido a Satanás
y cumplido la redención, ha subido a lo alto y, como Cabeza de la Iglesia, ha
recibido del Padre el Espíritu Santo de la promesa, para los miembros.
El
cristiano rescatado recibe el Espíritu Santo de dos maneras. Es sellado del
Espíritu, las arras de nuestra herencia y, así, uno con el Señor y unido a él;
después, ha recibido el Espíritu Santo para cumplir su servicio hacia Cristo,
He aquí como los dones se relacionan con estas verdades. La obra de la
redención está cumplida y los creyentes están perfectamente purificados de sus
pecados, de manera que, en virtud de la sangre de Cristo que les ha sido
vertida, el Espíritu Santo puede habitar en ellos. Cristo habiendo glorificado
a Dios, su Padre, en la tierra, se ha sentado como hombre a la derecha de Dios,
como Cabeza de la Iglesia de donde es la justicia eternal. Como tal,
el ha recibido el Espíritu Santo para sus miembros, es decir para los creyentes
(Hechos 2: 33; Efesios 4:8). «Somos justicia de Dios en Él» (2ª Corintios
5:21).
Ahora,
el Espíritu Santo—enviado por el Padre en nombre del Hijo— ha descendido del
Hijo como Espíritu de liberación y de adopción, habitando en los creyentes por
la parte del Padre y viniendo del Padre, para comunicar a
aquellos la seguridad de la salvación y también para acabar en
la tierra, con poder y sabiduría, la obra del Señor, en los miembros del
cuerpo Aunque importante y precioso sea el primer punto, lo dejaremos de lado,
por el momento, para ocuparnos de los dones. El Espíritu Santo es, en la tierra, en
virtud de la obra cumplida de la redención y de la entrada de Cristo a la
derecha de Dios. Allí el obra, por medio el evangelio, para anunciar el amor de
Dios, para congregar a los elegidos y para formar un solo cuerpo, el cuerpo de
Cristo. Cada alma convertida, que ha recibido la vida de Cristo y que ha sido
sellada por el Espíritu Santo, es un miembro de Cristo, de la Cabeza celestial.
Se puede entonces considerar los dones, sea como dones de Cristo, sea como la
operación el Espíritu Santo, actualmente en la tierra. La Escritura Santa
hace estas dos cosas. En la epístola a los Efesios, capítulo cuatro, ella
habla de los dones de Cristo. En al primera a los Corintios, capítulos 123 y
14, ella habla de la unidad del cuerpo y de los dones producidos del Espíritu
en los diferentes miembros. En todo caso, los done están en relación con
la unidad del cuerpo, se puede fácilmente convencer, leyendo el cuarto
capítulo a los Efesios.
Yendo
un poco más lejos, notemos que los dones son e dos maneras: los que sirven para
despertar a las almas o para reunir congregar a la Iglesia, en la persona
del Espíritu. La epístola a los Efesios no habla solo de los
primeros dones; la epístola a los Corintios nos habla de los dos. La
misma Palabra de Dios hace la diferencia, cuando nos dice que las lenguas son
una señal para los incrédulos, y la profecía para los creyentes (1ª Corintios
14:22). Esta distinción es importante, porque es imposible que falte alguna
cosa de lo que es necesaria para la conversión de las almas y para la
edificación de la Iglesia; mientras que es muy fácil concebir que Dios
retira lo que era un ornamento de la Iglesia y un testimonio de aceptación,
cuando la Iglesia es infiel y que, en lugar de honrar a Dios, ella ha
contristado al Espíritu. Sin embargo este testimonio exterior ha permanecido,
según la sabiduría de Dios, en la Iglesia, era necesaria que permaneciera
por mucho tiempo para confirmar la predicación de las verdades cristianas.
Todos
los dones proceden de Cristo, la Cabeza, y tienen su existencia en los
creyentes por la energía del Espíritu Santo. Efesios 4 y 1ª Corintios 12, nos
presentan estas dos importantes verdades muy claramente y muy explícitamente,
exponiendo su principio y desarrollo. Efesios 4 nos habla exclusivamente de los
dones que sirven para la reunión y para la edificación de la Iglesia. Cristo ha
subido a lo alto y ha recibido los dones para los hombres. Aquellos que,
gozando por la fe de la obra redentora de Cristo, por la cual son perfectamente
librados del poder de Satanás, por la cual estaban en otro tiempo sumidos;
después, siendo hechos vasos de gracia y de poder que emana de los alto, de
Cristo que es la Cabeza, vienen a ser instrumentos de un Cristo ausente, por
medio e los dones que les son comunicados. El Señor ha puesto los fundamentos,
por los apóstoles y profetas. Son (dice el apóstol, Efesios 2) el fundamento,
Jesucristo mismo siendo la piedra angular. Quedan aun los evangelistas, los
pastores y maestros; ahora bien, por mucho tiempo Cristo ha amado a la
Iglesia y El es la única fuente de la gracia; también mucho tiempo desea
alimentar a los miembros de su propio cuerpo, estos mismo dones quedaron para
la edificación de la Iglesia. Pero mientras que estos dones actúan por la
presencia y el poder del Espíritu Santo, los cristianos son a menudo
desgraciadamente infieles y descuidan sus amonestaciones, sucede que el
desarrollo de los dones y su eficacia pública son un poco aparentes y que su
actividad es mínima. Estas cosas son verdaderas en general y es también en
cuanto a la vida cristiano individual que en cuanto al estado práctico de la
Iglesia. Pero no es menos verdadero que Cristo cuida fielmente su cuerpo.
Podemos siempre contar con esto aunque, en cuanto a los detalles, podemos ser
humillados por nuestra propia infidelidad. También el Señor nos ha dicho que la
mies es mucha, pero los obreros pocos; y que debemos rogar al Maestro de la
mies que envíe obreros para su mies.
Cualquiera
que ha recibido un don, por lo mismo, ha llegado a ser siervo de
Aquel que le ha comunicado. Por esto mismo somos siervos de Cristo, del único
Señor de nuestras almas; sin embargo cada cristiano, en particular, es un
siervo en razón del don que se le a comunicado; y, porque se le ha comunicado,
cada uno es responsable de emplearlo o de trabajarlo; Sin duda,
cada cristiano esta sujeto a la disciplina general de la Iglesia o de la
asamblea, tanto como en toda su vida como en su servicio Pero el sirve a Cristo
no a los hombres. El lleva fruto para la asamblea, porque el sirve a
Cristo. El da un servicio a los cristianos, porque el es
un siervo de Cristo, del
Señor. También está obligado a servir,
porque es un siervo de Cristo y le ha recibido, por esto, una parte del bien es
de su Señor. Tal es l adoctrina de la parábola de los tres siervos, donde el
maestro sale fuera del país y le entrega sus bienes; a uno mas, a otro menos.
¿Por qué? ¿Sería con el fin de que fueran perezosos e inactivos? ¡No! Deseaba
confiarle los talentos con el fin de que ellos lo trabajaran. Uno no da materiales
y herramientas a los hombres, con el fin de que no hagan nada. Esto no sería
razonable, pero, si el amor por Cristo y su amor por las
almas está activo en el corazón, la pereza y la inactividad son imposibles.
La
presencia y la actividad de este amor son en efecto puestas así a la prueba. Si
el amor de Cristo obra en mi amor y yo puedo ser útil a una sola alma amada por
Él, ¿Será posible que quede aún inactivo? Ciertamente que no. El poder para
obrar así, la sabiduría necesaria para hacerlo de una manera que le sea a El
agradable, viene siempre y sobre el terreno de él mismo, cuando el amor de
Cristo en el corazón está lo que hace un corazón activo. Para tener la valentía
de obrar, es necesario que tenga confianza en Cristo, sino el corazón dirá:
Puede ser que no acepte mi trabajo; puede ser que no esté contento
conmigo; puede que sea muy osado, muy precipitado; puede ser que sea mi orgullo
que pretende hacer esto. La pereza dice: Hay un león en el camino; mientras que
el amor no es nada inactivo, pero inteligente, porque el se confía en Cristo.
El amor comprende lo que desea el amor, obedece a la voluntad de Cristo y sigue
el ejemplo de Cristo, su conductor. Es esta la acción misma del amor que es en
Cristo y que emplea una sabiduría humilde y verdadera. Es obediente e inteligente,
comprendiendo su deber por la gracia, y teniendo, en el amor de Cristo,
la valentía de cumplirlo. ¿De quien Cristo ha aprobado y conocido
la conducta? De aquel que, por una confianza amable, ha trabajado sin otro
mandamiento—o de aquel que no se ha atrevido? Lo sabemos todos. La aprobación
de Cristo es suficiente para el corazón del cristiano y es suficiente para su
justificación en la obra. Hermanos, cuando tenemos su manifiesta aprobación,
declarada, podemos dejar a un lado todo lo que queda. Es esto la justa
fidelidad a Cristo. Tengamos paciencia. El juzgará todo mas adelante. Por
ahora, caminemos por la fe. Su palabra nos es suficiente. A su tiempo, el nos
justificará delante del mundo y honrará su palabra y la fe.
El
Señor Jesús pues ha recibido estos dones en su humanidad y los ha dado a
los hombres para terminar la obra del Evangelio y de la
Iglesia.; así, aquellos que han recibido estos dones están obligados a hacerlos
valer conforme a Dios, de ganar almas, de edificar a los cristianos, de
glorificar a su Señor y Maestro celestial. En el capítulo 4 de la epístola a
los Efesios, hemos encontrado los dones de edificación representados como
siendo confiados aquí abajo, por Cristo mismo subido a lo alto, mientras que su
cuerpo, en la tierra, está reunida y que, por su actividad recíproca, este
cuerpo crece y permanece, y al mismo tiempo, guardada de todo viento de
doctrina, para que crezca hasta la estatura de Cristo.
En
el capítulo 12 de 1ª de Corintios, los dones son primeramente considerados como
la actividad del Espíritu Santo en la tierra, que los distribuye a cada uno
como el quiere. Es por esto que encontramos aquí, no solamente los dones de
edificación, sino todos los que tienen un poder del Espíritu y las señales de
su presencia. Este capítulo examina todo lo que puede ser considerado como
manifestación espiritual y, hablando de la acción de los poderes de los
demonios, muestra los medios para distinguirlos de los dones divinos. Expone de
una manera muy clara la doctrina del cuerpo y de los miembros de Cristo, llamando
nuestra atención sobre esto: Que hay un solo Señor, por la cual la autoridad de
aquellos que tienen dones trabajan—sea en el mundo, sea en la asamblea—para
cumplir la obra de Dios por la eficacia del Espíritu Santo. Cada miembro
es dependiente de la acción del otro, porque todos han sido bautizados por un
solo y mismo Espíritu.
En
Romanos 12 y 1ª Pedro 4:10, los dones son enumerados brevemente— en Romanos 12
aún. Como miembros del cuerpo de Cristo * y, en general, con el motivo de
exhortar a aquellos que poseen los dones a no sobrepasar lo que les ha sido
dado, sino a concentrarse en los límites de su don. En 1ª de Pedro 4, el
Espíritu Santo exhorta a los cristianos a usar los dones que les han sido
dados, como administradores inmediatos y fieles del Dios mismo; hable
como los oráculos de Dios; de servir como por una facultad que se tiene de
Dios. En toda esta doctrina, no encontramos nada sobre los cargos, pero es
únicamente una cuestión de los miembros del cuerpo de Cristo que toman toda su
parte para la edificación del cuerpo y que tienen que hacerlo. Todos no hablan; todos no predican el Evangelio; todos no enseñan, porque no todos tienen estos dones;
pero todos están
obligados, según la Escritura, de hacer (según el orden escritural de la casa
de Dios), lo que Dios les ha confiado a hacer. Ahora que se ha
comprendido que todos los cristianos son miembros del cuerpo de Cristo, y que
cada miembro tiene su propio trabajo, su propio deber en el cuerpo, llega a ser
todo muy simple y claro.
Tenemos
un deber que cumplir, y esto por la fortaleza de Dios; y los menos aparentes
pueden ser los más preciosos, todos ejerciéndolos ante Dios y no delante de los
hombres. — Luego todos tienen algo que cumplir. Decir que todos tienen cargos,
es negar todos lo cargos. Todo es mas claro, si sondeamos la historia y la
enseñanza de la Escritura sobre este punto. Vemos que, en lo que concierne sea
en la predicación del Evangelio en el mundo, sea en la edificación de los
cristianos en las asambleas, no es de ningún modo una cuestión de cargos, sino
que todo depende de los dones.
Citemos
algunos pasajes para proveer esta aseveración.
Hemos
puesto ya la atención en nuestros lectores sobre Mateo 25. En la parábola de
los talentos confiados a tres esclavos, el Señor muestra este principio, que
dos de ellos son dignos de alabanza porque habían trabajado, sin estar
acreditados si no que por el hecho mismo de que su Señor les había
confiado su dinero. Mientras que el tercero es censurado y castigado, por haber
esperado un autorización, porque no tenía nada de confianza en su Señor y
no se había atrevido a trabajar sin una autorización posterior. Esto significa
que los dones en si mismos son, para el obrero, una autorización plenamente
suficiente para trabajar con el don que tiene, si
el amor de Cristo obra en su corazón;
pero si este amor no está allí, el es responsable; y la prueba que el amor de
Cristo no ha actuado en él es que no está activo en él, es que él n ha servido
por medio de su don; —es un esclavo malo y perezoso. Cristo da siempre
los dones, con el fin de que lo aprovechemos. Es los da siempre, con el fin de
que lo empleemos activamente. También encontramos que, de hecho, esto tenía
lugar entre los primeros cristianos. Cuando llegó la persecución con la muerte
de Esteban, los cristianos fueron dispersados, fueron a todo lugar predicando
el Evangelio. Leemos, en Hechos 8:4, y 11:21, que la mano del Señor estaba con
ellos. Pero es posible que yo conozca el medio por el cual un alma puede ser
salva y que no lo haga por este medio, aunque Dios me haya dado la capacidad
de hacerlo. Cada uno puede hacerlo en secreto; perola facultad de predicar
públicamente, es precisamente un don de Dios.
Muchos
hermanos al ver que Pablo se encontraba en prisión en Roma, Tomaron confianza
al ver sus cadenas, se atrevieron a anunciar la Palabra sin temor. (Filipense
1:13-14).
Cuando
los falsos maestros han salido para seducir a los cristianos, recibirlos o no
depende de ningún modo de un cargo o de la ausencia de un cargo. —Esto mismo se
le dice a una mujer (2ª Juan). —No pasa ni por un instante por la mente del
apóstol emplear tal medio para prevenir a una mujer sobre la ocasión de un
tiempo difícil; el le escribe simplemente de juzgar a cada un según su
doctrina. El no va solamente con la idea de aconsejar a esta mujer para pedirle
aquel que se presente como predicador, si tiene un cargo o si está consagrado u
ordenado. Al contrario, el alaba al muy amado Gayo, porque el había recibo a
los hermanos que habían partido por el nombre de Cristo, y le exhorta a
encaminarlos mas lejos de una manera digna de Dios; haciendo esto, Gayo
venía a ser un cooperador para la verdad (3 Juan 8).
En
cuanto a lo que concierne a la predicación el Evangelio, la Palabra de Dios
confirma pues esta doctrina, que cada uno, según su capacidad y las ocasiones
que Dios le provee en su gracia, está obligado a anunciar las buenas
nuevas.
La
Escritura es muy clara en cuanto a la edificación de los creyentes. No
solamente nos presenta esta verdad general, que Cristo, a dado los dones y que
el Espíritu Santo obra por ellos, con el fin de que se cumpla la obra de Dios
de todas maneras ( Efesios 4 y 1ª Corintios 12)., sino aún ella habla
exactamente y claramente del deber de aquellos que poseen estos dones. El
Espíritu Santo dice, pro boca de Pedro: «Cada uno según el don que haya
recibido, empléelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios, ».
Después, en 1ª Corintios 14, encontramos el orden según la cual el ejercicio de
los dones debiera tener lugar: «Que hablen dos o tres profetas, y que los demás
juzguen.... porque podéis profetizar todos uno por uno, con el fin de que
todos aprendan y que todos sean consolados». Santiago nos muestra claramente
los verdaderos límites de este servicio, sin mirar a los cargos, cuando dice
que los creyentes no se hicieran muchos maestros, porque la responsabilidad
es mayor (porque tropezamos todos en diversas maneras) y sufrirá un
juicio mucho mayor.
Es
perfectamente verdadero que los dones y que el servicio que los creyentes dan
por los dones, son completamente independientes de los cargos, y que aquellos a
los cuales Dios ha entregado estos dones, están obligados a emplearlos para la
edificación de los santos. La Escritura da las reglas según las cuales el
ejercicio de estos dones debe tener lugar; desea que los espíritus de los
profetas estén sujetos a los profetas y que todo sea hecho para edificación, de
tal manera que no haya ningún desorden en la asamblea. En cuanto a os
cargos. La Escritura no dice ni una sola palabra a este respecto.
Los Amores de mi Vida.
Muy cierto es que el amor es la marca que distingue al cristiano.
Demostramos el amor para nuestros hermanos en la fe cuando nos dedicamos a
servir y a cuidar de ellos. Es un amor pensado, deliberado. El Señor Jesucristo
quiso que sus discípulos fueran conocidos por su amor entre ellos. No fue
simplemente una bonita sugerencia, era su mandamiento. El apóstol Pablo nos
instó: "Que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros
y para con todos." 1 Tes. 3:12
Con nuestra preocupación para
nuestros hermanos en Cristo, no ignoremos el amor que Cristo quiere que
brindemos al mundo. Claro -no amemos al mundo en su sistema, su rebeldía contra
Dios -sino a los que viven en el mundo, los desorientados, infelices, desesperados,
que Cristo vino a salvar- no los sanos, sino los enfermos. Si amamos a nuestros
enemigos, nuestro galardón será grande y seremos hijos del Altísimo que es
benigno y misericordioso para con los ingratos y malos.
El libro de la Biblia, el
Cantar de los Cantares, trata de otro amor, el amor humano entre un hombre y
una mujer- una relación creada por Dios. La joven dice: "¡Llévame grabada
en tu corazón, llévame grabada en tu brazo!" (Ca. 8:6). Es una costumbre
saludable de las personas casadas, tanto el marido como la mujer, que usan un
anillo de boda. Cuando un marido anda solo, todo el mundo puede ver en su mano
el anillo que indica que es hombre casado, comprometido a una sola mujer.
Cuando una casada anda sola, su anillo de boda es una señal a cualquier hombre
de que pertenece a un solo hombre; ese anillo pone limitaciones a las otras
amistades que los esposos entablan. La joven del Cantar quiere que su amado la
lleve grabada en su corazón, pero también grabada en su brazo: una señal de su
relación.
¿Qué decir de este amor de
nuestra vida- el amor por nuestros hijos? Aún cuando están grandes cada cual
con su vida independiente, no dejamos de amarlos y orar por ellos, aún más
intensamente ahora porque ellos llevan ya mayores responsabilidades. Como no
podemos dirigirlos de una manera directa, oremos mucho por ellos y estemos a su
disposición para cuando nos necesiten.
Tocamos el amor más
importante como el último. Es nuestro amor para el Señor Jesucristo, nuestro
Creador y Redentor, a quien amamos sin haberle visto, en quien creemos aunque
ahora no lo vemos, y nos alegramos con gozo inefable y glorioso al pensar en
verlo un día muy pronto.
Estos son los amores de
mi vida. Son suyos también. Pidamos de nuestro Dios que es amor, que nos ayude
aumentar el amor en todos sus aspectos, día tras día.
(Tomado de Senda de Luz 2008)
La Vieja y la Nueva Cruz
Sin ser anunciado del todo y en la mayoría de los casos sin ser
detectado, ha surgido en los tiempos modernos una nueva cruz dentro de los
círculos evangélicos más populares.
Esta es semejante a la vieja
cruz, aunque diferente: los parecidos son superficiales; pero las diferencias,
son fundamentales. De esta nueva cruz ha surgido una nueva filosofía de la vida
cristiana, y de esta nueva filosofía ha venido una nueva técnica, un nuevo tipo
de reunión y una nueva clase de predicación. Este nuevo evangelismo emplea el
mismo lenguaje que el viejo, pero su contenido no es el mismo, ni tampoco sus
énfasis.
La vieja cruz no tenía
acuerdo alguno con el mundo. Para la orgullosa carne de Adán, esto significaba
que ya había terminado su jornada. Sobre ella cayó la sentencia impuesta por la
ley del Sinaí. La nueva cruz no es opuesta a la raza humana; más aún, es su
amiga íntima, si lo entendemos correctamente, ella es la fuente de los océanos
de diversiones puras e inocentes entretenimientos. Ella deja a Adán que viva
sin interferirlo en nada. La motivación de su vida no ha cambiado; él aún vive
para sus propios placeres, sólo que ahora se deleita en cantar coros y ver
películas religiosas en vez de cantar canciones indecentes y tomar bebidas
alcohólicas fuertes. El acento está aún en el entretenimiento, aunque el
placer está situado en un plano moral sino intelectualmente más elevado.
La nueva cruz fomenta un
nuevo y enteramente diferente acercamiento evangelístico. El evangelio no
demanda abnegación de la vieja vida antes de que la nueva pueda ser recibida.
El predica no contrastes sino parecidos. Él busca la clave en el interés
público para mostrar que el cristianismo no hace demandas que sean
desagradables, más bien, ofrece las mismas cosas que el mundo, sólo que con un
nivel más alto. Cualquier cosa que cause algarabía en el mundo pecador, luego
de un tiempo es exhibido hábilmente como de las muchas cosas que el evangelio
ofrece, sólo que el producto religioso es mejor.
La nueva cruz no mata al
pecador, ella lo perdona. Ella lo encaja a una manera más limpia y alegre de
vivir y le conserva su amor propio. Al demasiado seguro de sí mismo le dice,
"ven y afírmate en Cristo". Al egoísta ella le dice, "ven y
alardéate en el Señor". Al buscador de emociones le dice, "ven y
gózate de las emociones de la vida cristiana". El mensaje cristiano se
inclina en la dirección de la corriente de moda con la finalidad de hacerlo
aceptable al público.
La filosofía que está detrás
de estas clases de cosas puede ser sincera; pero su sinceridad no la libra de
ser falsa. Ella es falsa porque es ciega. Ella extravía completamente todo el
significado de la cruz. La vieja cruz es un símbolo de muerte. Ella significa
el fin abrupto, violento de un ser humano. El hombre que en tiempo del imperio
romano tomó su cruz y comenzó a andar el camino habiéndolas antes dicho adiós a
sus amigos. El no tuvo vuelta atrás. El siguió hasta ver su vida terminada. La
cruz no hizo compromiso, no modificó nada, no escatimó nada; ella eliminó todo
lo del hombre, lo hizo completamente y para siempre. Ella no trató de mantener
buenos términos con su víctima. Ella golpeó con crueldad y fortaleza, y cuando
hubo terminado su trabajo, el hombre no fue más.
La raza de Adán está bajo
sentencia de muerte. No hay conmutación ni escape. Dios no puede aprobar
ninguno de los frutos del pecado, aunque a los ojos de los hombres puedan
parecer inocentes o hermosos. Dios salva al individuo mediante su liquidación y
luego lo levanta a novedad de vida. El evangelio que traza un amistoso
paralelismo entre la vía de Dios y la vía de los hombres es bíblicamente falso
y cruel para las almas de sus oidores. La fe de Cristo no es paralela al mundo,
lo intercepta. Al venir a Cristo nosotros no traemos nuestra vida vieja y la
elevamos a un plano más elevado; nosotros la dejamos en la cruz. El grano de
trigo debe caer a la tierra y morir.
Nosotros que predicamos el
evangelio no debemos pensar que somos agentes de relaciones públicas enviados
para establecer buenas relaciones entre Cristo y el mundo. No debemos imaginarnos
comisionados a hacer que Cristo sea aceptado por los grandes negocios, la
prensa, el mundo del deporte o la educación moderna. No somos diplomáticos sino
profetas, y nuestro mensaje no es un compromiso sino un ultimátum.
Dios ofrece vida, pero no una
mejoría de la vieja vida. La vida que Él ofrece es vida libre de muerte. Ella
está colocada siempre distante de la cruz. Cualquiera que quiera poseerla debe
pasar bajo la vara. Debe repudiarse a sí mismo y estar de acuerdo con la justa
sentencia de Dios en contra de él.
¿Qué significado tiene esto
para el individuo, para el hombre condenado que desea hallar vida en Cristo
Jesús? ¿Cómo puede esta teología ser vertida a su vida? Simplemente él debe
arrepentirse y creer. El debe abandonar sus pecados y luego negarse a sí mismo.
No debe ocultar nada, no debe defender nada, ni excusar nada. No debe buscar
hacer acuerdos con Dios, sino debe inclinar su cabeza ante el golpe nada
placentero de la severidad de Dios y reconocerse a sí mismo como digno de
muerte. Habiendo hecho esto, debe fijar su mirada y confiar simplemente en el
Salvador resucitado, y de Él vendrá la vida y el nuevo nacimiento, la limpieza
y el poder. La cruz que terminó con la vida terrenal de Jesús, ahora le pone
fin al pecador; y el poder que levantó a Cristo de entre los muertos ahora le
levantará a una nueva vida con Cristo.
A cualquiera que quiera
objetarlo o tomarlo como meramente un punto de vista estrecho y particular de
la verdad, le diré que Dios ha establecido Su marca de aprobación de este
mensaje desde los días del apóstol Pablo hasta el presente. Ya fuese establecido
con estas mismas palabras o no, este ha sido el contenido de todas las predicaciones
que han traído vida y poder al mundo a través de los siglos. Los reformadores,
los que han producido avivamientos han hecho sus énfasis aquí, y señales y
prodigios y operaciones poderosas del Espíritu Santo dieron testimonio de la
aprobación divina ¿Osamos nosotros, los herederos de tal legado de poder,
pisotear la verdad? ¿Osamos nosotros con nuestros lápices rudos borrar las
líneas del cianotipo o alterar el patrón que se nos mostró en el Monte? ¡Que
Dios no lo permita! Déjennos predicar la vieja cruz y conoceremos el viejo poder.
(Tomado de Senda de Luz 2008)
-bottom| � ; a � � om:.0001pt;text-align:
justify;text-justify:inter-ideograph;line-height:normal'> Este fue un
cumplimiento preliminar y parcial de las palabras del salmista. Van a tener un
cumplimiento definitivo al finalizar el período de la Tribulación cuando los
gobernantes del mundo se unirán en un inútil intento de impedir que Cristo tome
las riendas del gobierno universal.
Un ejemplo final de la
"ley de doble referencia" se puede hallar en profecías que tratan de
la restauración de Israel (Is.43:5-7; Jer.16:14-15; Ez.36:8-11; 37:21). Estas
profecías tuvieron un cumplimiento solamente parcial cuando un remanente de los
judíos retornó de la cautividad babilónica a Israel, tal como se describe en
Esdras y en Nehemías. Pero el evento principal es todavía futuro. Todas las
restauraciones del pasado han sido insignificantes. Durante el tiempo de la
angustia de Jacob, Dios llevará a su pueblo escogido terrenal a Israel
procedentes de todas partes del mundo (Mt.24:31; Dt.30:3-4; Ez.36:24-32;
37:11-14). Entonces, y solamente entonces, se cumplirán total y definitivamente
las profecías.
Contendor por la
Fe, Nº 239-240, Septiembre-Octubre de 1985
CUMPLIMIENTOS DOBLES "LA LEY DE DOBLE REFERENCIA"
Cuando llegamos al estudio de las Escrituras proféticas, una de las
claves más útiles es la de darse cuenta de que hay profecías que tienen más de
un cumplimiento. No es cosa desacostumbrada hallar una predicción que presenta
un cumplimiento preliminar, parcial y más tarde un cumplimiento total,
definitivo. Esto se conoce con el nombre de "ley de doble referencia".
El ejemplo clásico es
la profecía de Joel con respecto al derramamiento del Espíritu.
"Y después de esto
derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y
vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán
visiones, Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu
en aquellos días. Y obraré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y
fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en
sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que
invocare el nombre de Jehová se pondrá a salvo" (Jl.2:28-32a).
Cuando Pedro citó este
pasaje en el día de Pentecostés (Hch.2:14-21), dijo "...esto es lo dicho
por el profeta Joel". Pero él no podía querer decir que se trataba de un
cumplimiento completo, puesto que muchas de las cosas que Joel mencionaba no
tuvieron lugar en Pentecostés.
"El Espíritu no
fue derramado sobre toda carne, sino solamente sobre tres mil judíos. No hubo maravillas
en el cielo; el sol no se volvió en tinieblas, ni la luna en sangre. Tampoco
tuvieron lugar todas las señales sobre la tierra; tales como la sangre y el
fuego y las columnas de humo".
Esto significa que
Pentecostés constituyo un cumplimiento preliminar e incompleto de la profecía
de Joel. Su cumplimiento total tendrá lugar en la Segunda Venida de Cristo. Su
venida será precedida por los signos predichos y seguida por el derramamiento
de su Espíritu sobre toda carne en la tierra milenial.
Tenemos otra
ilustración de la "ley de doble referencia" en el famoso pasaje
"virginal" de Isaías 7:14: “Por tanto, el Señor mismo os dará una
serial: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emanuel".
Es evidente que la
profecía tenía un significado inmediato para el Rey Acaz, esto es, que un niño
nacería y sería llamado "Dios con nosotros", implicando que la
victoria se hallaba cercana. Antes de que el niño fuera lo suficiente mayor
como para que pudiera discernir el bien del mal, la alianza entre Israel y
Siria sería rota, y al cabo de unos pocos años más el niño estaría viviendo de
la grosura de la tierra (v.15).
Pero el desarrollo
completo del versículo vino con el nacimiento de Cristo: "Todo esto
aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: 'He aquí
que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel, que
traducido es: Dios con nosotros' " (Mt.1:22, 23).
Un tercer ejemplo de
cumplimiento doble se halla en el Salmo 118:26a: "Bendito el que viene en
el nombre de Jehová''.
Aquel primer domingo de
ramos, cuando Jesús entró en Jerusalén, la multitud cantaba: "¡Hosanna al
Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Mt.21:9).
Pero sabemos que esto
no cumplió la profecía de un modo cabal, pues en su posterior lamento sobre
Jerusalén el Señor Jesús dijo: "Porque os digo que desde ahora no me
veréis más, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor"
(Mt. 23:39).
El cumplimiento
definitivo tendrá lugar cuando el Salvador retorne en poder y gloria a la
tierra a una gente que le recibirá como Mesías y Rey.
Aún otra ilustración de
una profecía que tiene dos cumplimientos concierne a la destrucción de Jerusalén.
Jesús predijo la desolación de la ciudad en Le. 21:20-40. Es evidente que sus
palabras se cumplieron el 70 d.C., cuando Tito y sus legiones romanas saquearon
la ciudad y arrasaron el Templo. Pero los males de Jerusalén todavía no han
pasado. Es evidente de Apocalipsis 11:2 que los gentiles hollarán la santa
ciudad durante cuarenta y dos meses durante el período de la Tribulación.
El Salmo 2:1-2 se cita
en Hch. 4:25-26: "¿A qué fin se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan
cosas vanas?
Acudieron los reyes de
la tierra, Y los príncipes se coaligaron Contra el Señor, y contra su Cristo.
En Hechos 4:27 se
aplican las palabras a la crucifixión de Cristo: "Porque verdaderamente se
aliaron en esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, a quien ungiste, Herodes y
Poncio Pilatos, con los gentiles y el pueblo de Israel..."
Este fue un
cumplimiento preliminar y parcial de las palabras del salmista. Van a tener un
cumplimiento definitivo al finalizar el período de la Tribulación cuando los
gobernantes del mundo se unirán en un inútil intento de impedir que Cristo tome
las riendas del gobierno universal.
Un ejemplo final de la
"ley de doble referencia" se puede hallar en profecías que tratan de
la restauración de Israel (Is.43:5-7; Jer.16:14-15; Ez.36:8-11; 37:21). Estas
profecías tuvieron un cumplimiento solamente parcial cuando un remanente de los
judíos retornó de la cautividad babilónica a Israel, tal como se describe en
Esdras y en Nehemías. Pero el evento principal es todavía futuro. Todas las
restauraciones del pasado han sido insignificantes. Durante el tiempo de la
angustia de Jacob, Dios llevará a su pueblo escogido terrenal a Israel
procedentes de todas partes del mundo (Mt.24:31; Dt.30:3-4; Ez.36:24-32;
37:11-14). Entonces, y solamente entonces, se cumplirán total y definitivamente
las profecías.
Contendor por la
Fe, Nº 239-240, Septiembre-Octubre de 1985
Teología Propia
La Santísima Trinidad
Introducción.
La doctrina de la
Trinidad es una de las que más controversia ha originado en la historia del Cristianismo.
Esto porque no se encuentra en forma explícita en las escrituras así como
encontramos la doctrina de la anunciación del Señor, de su nacimiento, de
muerte y resurrección. Pero porque no
aparezca en forma explícita no es menos verdadera. Hemos analizado en el punto
anterior la doctrina de la providencia de Dios y ella no es negada por nadie,
sino que es aceptada por todos solo con variante en la forma de exponerla, pero
en esencia es la misma.
En cambio cuando se
habla de la Santísima Trinidad tenemos “cristianos” que la niegan por completo,
declarándola como anti escrituraria, porque esta no tiene una racionalidad totalmente clara como las demás doctrinas que
la escritura posee. “En un último análisis la doctrina de la Trinidad es un
misterio profundo que la mente finita no puede sondear… Es una doctrina que ha de creerse, aunque no se pueda entender
por completo” (William Evans).
LA DOCTRINA.
La doctrina es una
contraposición a quienes enseñan que
existen tres dioses separados, y, al mismo
tiempo, no se está negando lo que se enseña en el Antiguo Testamento, que Dios
es UNO solo y que no existe una multitud
de dioses.
La
enseñanza de la doctrina de la Trinidad encontrada en el nuevo testamento es
complementaria a la enseñanza que Dios
es UNO en esencia y voluntad, y que también existe eternamente en tres personas: Dios el Padre, Dios el Hijo y
Dios el Espíritu Santo; y estos son UNO solo. El Antiguo Testamento enfatiza la unidad de
Dios. Dios sí mismo una pluralidad, ni
es uno entre muchos otros. Se enfatiza que es uno solo y único: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4). Y Él exige la más absoluta lealtad, por lo
mismo exigía toda exclusión de los dioses ajenos (Deuteronomio 5:7ss; Éxodo
20:1ss), sólo nos basta leer el libro de
Deuteronomio para ver lo reiterativo y
repetitivo: que el pueblo de Israel no debe inclinarse hacia los dioses de los
pueblos que habitaban Canaán.
Esta verdad es revelada
después que el Señor Jesucristo se encarnó, en los escritos del nuevo testamento.
Es decir, fue el mismo que la manifestó
al declarar que existe un Padre, un Hijo y el Espíritu Santo. Esta
verdad no contradice a lo que el A.T. declara con firmeza, sino que la confirma (Gá 3:20), pero también
enfatiza que el Señor Jesucristo es Dios
(Juan 8.58); y el Espíritu Santo está al mismo nivel que el Padre y el Hijo
(leer Juan 14-16 donde se enfatiza la igualdad entre Él y el Señor Jesucristo).
Usando la siguiente analogía - que puede
ser no del todo adecuada -, cuando se establece un contrato, en él se estipulan condiciones y clausulas
que el contrayente reconoce como válidas para toda actividad que se desarrolle
en base a lo establecido en este. Del mismo modo, cuando una persona
acepta al Señor Jesucristo, establece -por decirlo de este modo- un
reconocimiento de Él como Señor y Salvador. Si Él no tuviese la
característica de una persona Divina que se hizo hombre, su sacrificio hubiese
sido un sacrificio focalizado producto de la crueldad imperante en la época que
vivió. Pero al ser un hombre perfecto (puesto que era Dios hecho semejante a
los hombres, Filipenses 2:6ss) y sin pecado, era el prototipo perfecto
para la Obra Magna de Salvación. Es más, como ya hemos indicado, Él
indicaba que era Dios y aceptó la adoración que le correspondía (Juan 9:36-38).
Él mismo indicó que cuando volviese al Padre que lo había enviado,
enviaría a un consolador que era igual en dignidad a Él. Por lo
cual, el Reconocer al Señor Jesucristo como Dios, implica reconocer al Padre como
Dios y al Espíritu Santo como Dios.
Tal es la enseñanza que tenemos de la trinidad, que la reconocemos cuando
leemos en el Cielo Santifican Dios como “Santo, Santo, Santo” (Apocalipsis
4:8; Isaías 6:3), y en esta declaración vemos a cada una de la Personas de la
Trinidad. Cuando oramos, tenemos la seguridad que podemos acercarnos al Padre
por medio del Hijo, y sabemos que el Espíritu Santo lleva nuestras oraciones
acomodándolas de modo que queden presentables (Romanos 8:26). Cuando cantamos en la Cena Señor himnos, como:
A nuestro Padre Dios
Demos en alta voz, gloria a él:
Al Dios que nos amó
De modo que nos dio
Al Hijo que murió: ¡gloria a él!
A nuestro Salvador
Rindamos con fervor, gloria a él:
Su sangre derramó,
Con ella nos lavó,
El cielo nos abrió: ¡Gloria a él!
Por el Consolador
Que diónos el Señor ¡load a Dios!
Mora en la eternidad
La santa trinidad:
¡Hermanos, alabad al trino Dios!
(Henry C. Riley 1835-1872)
…o
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Señor omnipotente,
Siempre el labio mío loores te dará;
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! te adoro reverente,
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
(Reginald Heber
1783-1826)
…estamos alabando a la Santísima Trinidad
Definición.
La Palabra Trinidad
ciertamente no aparece en la escritura, sino que es un concepto teológico para
definir lo que la doctrina enseña. Tal vez no es la más adecuada para
expresarla en un solo concepto. Sin embargo, es un nombre conceptual, por
ejemplo: cuando los matemáticos exponen sus guarismos nuevos o los científicos
exponen sus teorías le dan un nombre que
define sus teorías, lo expresan con un concepto. Por ejemplo, la teoría de
la relatividad de Einstein, etc.
Hemos dicho que la
palabra Trinidad no es la más adecuada para expresar la enseñanza, pero perfectamente
se pueden expresar esta misma con los siguientes términos: “Tri Unidad”, “Trina
Deidad”, “Trinidad Divina” o “Divina Trinidad”.
La definición simple de
la doctrina que Dios es manifestado en
tres Personas que son El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo. Los tres coeternos
y son iguales en sustancia, pero tienen
características que los hace distintos.
Utilizamos el término “personas”
para referirnos a cada uno de los integrantes de la trinidad. Esta palabra no
representa todo lo que es en sí cada uno de ellos, pero no tenemos otra mejor
(para nuestra comprensión) para expresar lo que entendemos de esta bendita
doctrina.
Lo que dice la escritura.
La doctrina no es pura
galimatía, es decir algo tan enredado que no podemos comprender. Si bien es
cierto que nunca la comprenderemos del todo,
la divina escritura nos da lo suficiente como para comprender este tema
y tenerlo como una doctrina fundamental en nuestra fe personal.
En el Antiguo
testamento.
En el antiguo
Testamento esta doctrina se insinúa más
bien que declara. No lo encontramos de una forma tan específica como la vamos a
encontrar en el Nuevo Testamento.
Se infiere
la doctrina de la Santa Trinidad por el plural del nombre de Dios. El nombre
“Elohim” es una forma plural y lo
encontramos al inicio de la Escritura en la creación de todo lo que existe
(Génesis 1:1); además este nombre plural está unido a un verbo singular que es
“crear”. Además encontramos pronombres
personales como hagamos, nuestra, nosotros,
descendamos, confundamos. Los siguientes versículos reflejan lo anteriormente
expresado: “Entonces dijo
Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree
en los peces del mar, en las aves de los
cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la
tierra” (Génesis 1:26). “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora,
pues, que no alargue su
mano, y tome también del árbol de la
vida, y coma, y viva para siempre” (Génesis 3:22).
“Ahora, pues, descendamos, y confundamos
allí su lengua, para que ninguno
entienda el habla de su compañero” (Génesis 11:7). “Después oí la voz del Señor, que decía:
¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).
Además encontramos las Teofanías del
Ángel de Jehová que nos muestra al Señor Jesucristo antes de la encarnación
(Génesis 16 y 18). Y en relación al Espíritu Santo encontramos expresiones que
nos habla de Él en los siguientes versículos: Y la tierra estaba desordenada y
vacía, y las tinieblas estaban sobre la
faz del abismo, y el Espíritu de Dios se
movía sobre la faz de las aguas (Génesis 1:2). “… y lo he llenado del Espíritu
de Dios, en sabiduría y en
inteligencia, en ciencia y en todo
arte…” (Éxodo 31:3). Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim
rey de Siria, y prevaleció su mano
contra Cusan-risataim. (Jueces 3:10).
“Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él” (Jueces
6:34). “Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza
un cabrito, sin tener nada en su
mano; y no declaró ni a su padre ni a su
madre lo que había hecho” (Jueces 14:6). “Y el Espíritu de Jehová vino sobre
Sansón, quien despedazó al león como
quien despedaza un cabrito, sin tener
nada en su mano; y no declaró ni a su
padre ni a su madre lo que había hecho” (Jueces 14:6).
En el nuevo testamento.
Aquí
tenemos claramente expresada la doctrina de la Trinidad. Aquí no se insinúa
como en el Antiguo Testamento, sino que se declara explícitamente.
1.
La encontramos en el bautismo del Señor Jesucristo que
se encuentra en Mateo 3:16,17. Aquí encontramos que el Padre habla desde el
cielo; el Hijo es bautizado y recibe al Espíritu Santo en forma de Paloma.
2.
También la encontramos en Mateo 28:19 que habla de la forma bautismal:
“… bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). Es
importante hacer notar la unidad en la Trinidad. Notemos que se menciona en
singular la palabra “nombre”.
3.
Pablo se despide de los Corintios (2 Corintios 13:14) con una bendición que
se expresa del siguiente modo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con
todos vosotros (2 Corintios 13:14). Notemos que este versículo no pone al Padre
en primer lugar sino al Señor Jesucristo, indicado que los tres son
iguales en potestad.
4.
El mismo Señor enseña en Juan 14:16 que pedirá al
Padre otro Consolador que va estar con cada creyente para siempre, ya que el
Señor iba a retornar a donde el Padre.
Pruebas de La
Deidad.
Las mismas escrituras nos dan la
prueba de la Deidad que cada una de las personas que componen la Santa Triada
(Trinidad).
Padre
Con respecto al Padre
casi no existe controversia respecto a su persona, excepto de la doctrina llamada
“Solo Jesús” o de alguna otra que no acepta la doctrina de la Trinidad. Ante esto veamos lo que la Escritura tiene
que decir:
a)
Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna
permanece, la cual el Hijo del Hombre os
dará; porque a éste señaló Dios el Padre (Juan 6:27).
b)
“Ninguno puede
venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere;
y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y
serán todos enseñados por Dios. Así
que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. No que alguno haya visto al
Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre” (Juan 6:44-46).
c)
“… a todos los que
estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios
nuestro Padre y del Señor Jesucristo”
(Romanos 1:7)
d)
“… elegidos según
la presciencia de Dios Padre en
santificación del Espíritu, para
obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean
multiplicadas” (1 Pedro 1:2).
e)
Paz sea a los
hermanos, y amor con fe, de
Dios Padre y del Señor Jesucristo (Efesios 6:23).
f)
…y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre
(Filipenses 2:11).
g)
Y todo lo que
hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor
Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él (Colosenses
3:17).
Hijo
En
Relación al Señor Jesucristo se le reconoce como Dios por las siguientes
razones:
a)
El mismo alegó
tener atributos que son sólo posible en
Dios como la Omnisciencia. En Mateo 9:4 el Señor determina cuales eran los
pensamientos de los escriban que murmuraban.
En Mateo 28:18 se declara la Omnipotencia del Señor. Y en el
versículo 20 del mismo capítulo muestra
su Omnipresencia, porque iba a estar
hasta el fin del mundo con los creyentes.
b)
El realizó
acciones que un ser humano corriente no podría hacer y que son propias de Dios,
y que sus propios detractores tuvieron que reconocer a regañadientes: perdonar
pecados (Marcos 2.1-12), resucitar muertos (Juan 12:9).
c)
El Nuevo
Testamento le atribuye otras características
que son propias de Dios. (1) Todas las cosas subsisten en él (Colosenses
1:17). (2) Él hizo todas las cosas que existen en la naturaleza (Juan 1:3). (3)
Todo Juicio le ha sido dado a Él (Juan 5:27).
d)
En Juan 1:1, la
parte final de este versículo es el que mejor declara la deidad del Señor Jesucristo:
“… y el Verbo era Dios”.
e)
El antiguo
Testamento declara en una profecía con respecto a la venida del Señor
Jesucristo: “Porque un niño nos es nacido,
hijo nos es dado, y el principado
sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios
Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Y el autor
inspirado de hebreos (1:8) declara citando Salmo 45:6: “Mas del Hijo dice: Tu trono,
oh Dios, por el siglo del
siglo; Cetro de equidad es el cetro de
tu reino” (Hebreos 1:8).
Espíritu Santo
Con
respecto a la Deidad del Espíritu Santo, tenemos los siguientes versículos que
la prueban.
a) En el Libro de los Hechos, en relación al pecado de Ananías y Safira, se
indica que el pecado de ellos fue contra el Espíritu Santo y Pedro lo asocia a
Dios (Hechos 5:3-4).
b) Posee atributos que son propios de Dios. (1) La omnisciencia, ya que él
escudriña en lo profundo del corazón de Dios (1 Corintios 2:10). (2) La Omnipresencia del Espíritu Santo ya que está presente en todos los creyentes
(1 Corintios 6:19). (3) Regenera a las personas (Juan 3:5-8), la cual es una
obra de Dios.
c) Es igual a Dios Padre y a Dios Hijo. Cuando el Señor promete que dará
otro Consolador en Juan14:16, este “Otro” es igual al que reemplaza, ya que en
el original la palabra “álos”
designa esta característica.
Ilustrando la doctrina de la Tri-Unidad.
«Cuando todavía no había estrella que siguiera su curso, sol que arrojase
sus torrentes de luz y energía a través del espacio, ni sistemas de estrellas y
soles que se moviesen a través del espacio infinito en curvas poderosas y
relaciones uniformes, existía Dios; Él, el Eterno que no tuvo comienzo, que
está por sobre todo el curso del tiempo, el que, en armonía que está por sobre
toda explicación, posee unidad y vida, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
la base de la eternidad, el Viviente, el único Dios.”
“Tres personas divinas, un solo Dios; el Hijo
uno en esencia con el Padre, sin embargo, voluntariamente subordinado a Él (1
Co. 15:28), la Causa de todas las causas, no obstante, Él mismo no tuvo causa.
Verdaderamente, éstos son misterios sobre misterios. Aquí el espíritu finito
está siempre ante el enigma de lo infinito. El pensamiento limitado por el
tiempo a través de toda la eternidad no
podrá penetrar la esfera de lo supra mundano, y lo supra temporal, porque algo
puede ser discernido solamente por lo semejante, y por lo tanto Dios solamente
por Dios. »
«No pudiendo ser
explicado de ningún modo, el divino misterio de la trinidad en unidad permite
que se le represente ante el ojo del hombre espiritual mediante la figura
matemática del triángulo, y de este modo a través de aquella región del
pensamiento y la percepción humana con la que más que con otras parece estar en
contradicción. Los padres de la iglesia ya habían señalado esto a principios de
la historia del cristianismo. Porque de todas las formas el triángulo es la
primera. Ni el punto, como simple objeto del pensamiento: ni la línea: como
simple extensión, tienen forma. Pero el triángulo, aunque contiene tres líneas
y tiene tres vértices, es de todas las figuras la primera, o, por decirlo así,
la figura «Uno», que es completa, tiene unidad, uniendo en si, en forma
armoniosa, los números tres y uno, y por lo tanto fue usada al principio como
símbolo de la Deidad»
(Erich Sauer, De eternidad a eternidad, Cap. 1).
El gráfico muestra un triangulo equilátero en que en
cada una de las aristas se encuentran
las palabras “Padre”, “Hijo” y “Espíritu
Santo” que representa a las tres personas de la Trinidad. Por fuera de
triangulo existe la frase “No es” que indica que el Hijo no es e Padre y no “No
es” el Espíritu Santo. El Padre no es ni el Hijo ni el Espíritu Santo. Y el
Espíritu Santo no es el Hijo ni el Padre.
Desde cada ángulo sale
una flecha hacia el centro, donde se encuentra la palabra “DIOS” acompañada de
la palabra “Es”. Lo anterior quiere decir que el Padre es Dios, que el Hijo es
Dios y que el Espíritu Santo es Dios.
Los Errores doctrinales
Debido a la mala
compresión de la doctrina, surgieron diferentes creencias en relación a la Trinidad,
las cuales desvirtúa completamente a la enseñanza que la Biblia da sobre esta
verdad. Además contribuyó a esta desvirtuación, la inclusión de pensamientos
filosóficos paganos, principalmente el neoplatonismo. En palabras de Ryrie: «No hay que extrañarse que una
doctrina difícil como esta haya sido el punto focal de muchos errores cometidos
a lo largo de la historia de la Iglesia» (Síntesis de doctrina
Cristiana).
Debido a la aparición de estas doctrinas erróneas,
muchos creyentes que querían defender a la verdadera doctrina, cayeron en el mismo error a crear otras doctrinas
heréticas.
A)
El Subordinacionismo.
Esta doctrina ha surgido a raíz de la influencia neoplatónica, y enseña que
solo el Padre es verdadero Dios, y las otras dos personas son seres participantes,
de alguna forma, de lo divino. En
resumen, seres creados, nunca iguales a Dios.
Esta doctrina tiene dos
exponentes, aunque estas diferían entre sí.
a) El Arrianismo: Arrio, presbítero de Alejandría, defendía que Cristo (el Verbo) era
una criatura, al que había servido de instrumento para crear toda la creación.
Por tanto, era un ser “limitado y contingente” que no puede entrar en contacto
con un Dios transcendente.
b) El Macedonianismo: Es un una corriente semiarriana que fue impuesta por el patriarca
Macedonio, y sostiene que el Espíritu Santo es un ser creado por el Hijo.
B)
El Monarquianismo
Del griego “monos” (único) y “arkhé” (principio). En un comienzo la expresión era usada para expresar
la Verdad que hay un solo Dios, creador y gobernador del Universo. Pero en la
lucha contra los gnósticos y semi arrianos, suscitó una doctrina herética con
principios en el judaísmo que negaba la trinidad.
Esta enseñanza se divide en dos conceptos:
a) Dinámico o adopcionista: Enseña que
Jesús fue un hombre a quien el Espíritu santo
dio poder especial en su bautismo. Es decir, ve a Cristo como un mero
hombre, cuya consecuencia de ser portador del Logos (palabra) o Revelación de
Dios, pero sin ser la esencia de Dios. En relación al Espíritu, es el poder de
Dios que controlaba todas las palabras y obras de Cristo.
Esta doctrina fue enseñada primero Teodoto el Curtidor; y una variante
de la misma, fue defendida por Pablo de Samosata en el siglo III, y por Teodocio de Bizancio.
b) Modalista: Esta doctrina más influyente intentaba mantener la
unidad de Dios sino también la deidad completa de Dios, afirmaba que el Padre
fue encarnado en el Hijo. Es decir, reconocía
a Dios en una sola persona (huiopatér = Hijo y Padre) con tres modos distintos
de manifestarse: como Creador (Padre), como Redentor (Hijo) y como santificador
(Espíritu santo).
Esta doctrina fue difundida por Sibelio heresiarca del Siglo III, por lo
cual ha sido conocido por el nombre de
Sibelismo.
C)
El Triteísmo.
Indica que esta doctrina que
existen tres dioses iguales en todos los atributos divinos, pero distintos
entre sí. Algunos de los seguidores de esta idea son Juan Ascunages y Juan Filópono.
LOS ERRORES MODERNOS.
En la actualidad estos mismos
errores son rescatados y se vuelven a repetir arrastrando a muchas personas al
error. Revisemos en estor términos aquellos grupos modernos que respaldan las
herejías estudiadas.
a)
Subordinacionismo. Un grupo sumamente conocido por
llevar esta doctrina en sus enseñanzas son los denominados Testigos de Jehová.
Ellos llevan el germen de la doctrina de arriano y de los postulados de
“Faustus Socinus”
b)
Modalista. Grupos
modernos en esta categoría general son los Pentecostales Unitarios conocidos
como las Iglesias Pentecostales Unidas y Apostólicas Unidas. Sin embargo, los
Modalistas sostienen actualmente que el nombre de Dios es Jesús. También
requieren el bautismo para salvación “en el nombre de Jesús” no en “el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.
c)
Triteista. En el día de
hoy, los Mormones son triteístas; pero con un pequeño giro. El Mormonismo
enseña que hay muchos dioses en el universo pero que ellos—los mormones— sólo
sirven y adoran a uno sólo. Para ellos, en la tierra, la divinidad son
realmente tres dioses separados: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
HISTORIA.
En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el
término Trinidad (trinitas). Anteriormente, Teófilo
de Antioquía ya había usado la palabra griega – τριάς -- trias (tríada)
para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia). Tertuliano
diría que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por
unidad de substancia». Es posible que ninguno de los dos entendiese cabalmente
la doctrina de la Trinidad, pero ellos tienen la importancia que fueron los
primeros en establecer las bases.
Posterior
a esto se comenzaron a diseminar las diferentes herejías sobre la Santísima
Trinidad, hasta que se llegó al concilio de Nicea.
El concilio de Nicea se estableció para intentar arreglar las
disputas referentes a las distintas doctrinas sobre la Trinidad concentrando en
la relación entre el Padre y el Hijo. Atanasio quería que se afirmara que el
Hijo era de la misma sustancia que el Padre; otros grupos querían que se dijera “de sustancia similar”;
y otro, los arrianos, de una sustancia diferente.
Al finalizar el
concilio, la afirmación de Atanasio fue aceptada como dogma, pero no fue
aceptada por todas las partes. En cuanto al Espíritu santo no se hizo ninguna
afirmación particular.
En la segunda
mitad del siglo IV tres teólogos de
Capadocia le dieron forma definitiva a la doctrina y ellos fueron Basilio de
Cesárea, Gregorio Niceno y Gregorio Nacioceno.
En el concilio de Constantinopla (año 381) se
estableció para aclarar las controversias
en relación al Espíritu Santo, ya que algunos lo consideraban de
“semejante substancia con el Padre”. En
este concilio se indicó que éste debe
ser adorado y glorificado junto con el Padre y el Hijo.
Agustín
de Hipona (354 – 430) enseñaba
que cada una de las tres personas de la Trinidad “posee la esencia íntegra y
que todos son interdependientes entre sí”.
El Sínodo de Toledo (589)
entre otras cosas estableció, siguiendo el credo de Constantinopla, que el “Espíritu Santo procedía del Padre y
del Hijo”. De este modo se completó la doctrina como actualmente la conocemos.
¿Donde se Visualiza la doctrina de la Trinidad?
Para responder esta pregunta, podemos considerar cinco puntos que se
encuentran en la misma escritura.
a) En la doctrina de la redención, donde participan las tres personas de la
Deidad (Juan 3:6, 16; Apocalipsis 13.8)
b) La doctrina de Revelación, donde el Hijo y el Espíritu Santo comunican la verdad de Dios (Juan 1:18;
16:13).
c) La comunión y el amor del Dios mismo solamente es posible en un concepto
Trinitario y es semejante a la comunión del creyente con Cristo (Juan 14:17).
d) Prioridad sin inferioridad de la Trinidad es base para las relaciones
propias entre hombre y mujeres (1 Corintios 11:3).
e) La oración. Nos dirigimos al Padre en el nombre de Cristo según el
Espíritu Santo nos dirige (Juan 14:14; Efesios 1:6; 2:18; 6:18).
Alegorías en la
Naturaleza.
Para
entender el Misterio de la Trinidad, podemos visualizar en la naturaleza hechos
semejantes que nos pueden ilustrar esta doctrina.
a) El agua. Que se puede encontrar en estado líquido, sólido (hielo) y
gaseoso (vapor). Estos tres estados son
distintos entre sí, pero cada uno de ellos es agua.
b) La electricidad produce
movimiento, luz y calor.
c) El sol es un astro; el sol despide
luz y calor. A estas tres cosas llamamos sol. Decimos que el sol tiene medida
(astro), da luz y da calor. Cada una es distinta, y no hay más que un sol.
d) El triángulo tiene tres lados; si se
quita un lado, deja de ser un triángulo.
e) La biblia enseña que el hombre
“fue hecho a imagen y semejanza” de Dios. Por tanto, el hombre es uno y posee una naturaleza
triple: cuerpo, alma y espíritu.
Conclusión.
Moisés dijo a los
hebreos que esperaban en los campos de Moab para pasar el Jordán a la tierra prometida:
“Las cosas secretas
pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas
las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta
ley” (Deuteronomio 29:29). El hombre al querer encontrar explicaciones a todo,
lo ha llevado a crear doctrinas erróneas tanto en aspecto “negativo” como
“positivo”. Es decir, hubieron cristianos que formularon doctrinas que en si
eran erróneas por interpretar mal los textos bíblicos; y hubieron otros que
queriendo defender la verdadera doctrina, desarrollaron enseñanzas que también era heréticas.
“Al
estudiar las escrituras no se puede dejar de pensar que ella [la doctrina de la
Trinidad] es enseñada correctamente, un Dios, tres personas” (William Evans).
Debemos
entender que la Biblia contiene lo que debemos saber, no más, nada menos, con
ello debemos conformarnos, lo demás pertenece a Dios en soberanía.
En
relación a la doctrina de la Trinidad, si bien es cierto que es una doctrina
difícil de entender con nuestros sentidos finitos, un misterio, hay que aceptarla
por fe. Cada elemento de esta enseñanza se encuentra en las palabras que Dios
nos ha querido dejarnos. Sin embargo, podemos entender
algo de su verdad resumiendo las enseñanzas de la Biblia en tres afirmaciones:
1. Dios es tres personas
2. Cada persona es plenamente Dios
3.
Hay sólo un Dios
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