La Santificación
Puntos clave
·
En la
salvación somos apartados para Dios y hechos santos.
·
Las
vidas de los creyentes deben ser apartadas para Dios y deben estar
caracterizadas por la santidad práctica.
·
La
santificación significa una separación de las influencias dañinas o
antibíblicas.
·
Un día
los santos serán sacados del mundo, pero mientras tanto somos llamados a vivir
vidas santas en el mundo.
La “santificación” quiere decir dedicar o apartar a
alguien o algo para Dios. La palabra en griego (jagiasmos) también se traduce
en algunas partes como “santidad”. La santidad y la santificación son lo mismo.
Aunque comúnmente se piensa que la santificación se trata de hacerse más
espiritual y menos pecaminoso, muchas veces la palabra no tiene esa
connotación. Por ejemplo, el Señor Jesucristo djo: “Yo me santifico” (Jn.
17:19), y Él no podía hacerse más santo. Lo que quería decir era que Él se
santificó o se dedicó a la obra del Calvario (Jn. 10:36). A lo largo de las
Escrituras se describe a Dios como “santo”. Esto no quiere decir que tenía que
ser apartado, sino que siempre estaba apartado de la creación y su pecado. En
el Antiguo Testamento, lo primero que Dios santificó fue un día. El día de
reposo fue puesto aparte de los otros días para Dios (Gn. 2:3). En el Antiguo
Testamento la santificación está acompañada a menudo de ciertos ritos. Las
personas eran santificadas por el rito del lavamiento (Ex. 19:10,14), los altares
eran santificados por la sangre rociada (Ex. 29:37) y los utensilios eran
santificados por la aplicación del aceite (Ex. 40:10).
En el Nuevo Testamento
desaparece la santificación por medio de los ritos. La santificación se convierte
en una realidad espiritual que se basa en la muerte de Cristo. Un
nombre común para describir a los creyentes en el Nuevo Testamento es “santos”, que significa alguien santificado. La palabra “santo”
describe a todo creyente y no es un estatus que se obtiene gradualmente (Hch.
20:32; Ef. 5:26; Heb. 10:10). Por consiguiente, los creyentes cuyas vidas eran
muy cuestionables fueron descritos como “santos” (1 Co. 1:2,30; 6:11).
En las Escrituras
del Nuevo Testamento hallamos que hay una gran variedad de cosas que se pueden santificar,
por ejemplo, la comida (1 Ti. 4:5) y el matrimonio (1 Co. 7:14). Si me alimento
para tener la energía para vivir para Dios, esa comida es santificada. Si se
contrae matrimonio con
un deseo mutuo de agradar a Dios, ese matrimonio también es santificado. Hay
mujeres “santas” (1 P. 3:5) y hombres “santos” (2 P. 1:21), profetas “santos”
(2 P. 3:2) y apóstoles “santos” (Ef. 3:5).
Cualquier persona o cosa dedicada a Dios es “santo”.
Aunque la
santificación y la justificación ocurren de manera simultánea en el momento
de la salvación, hacen referencia a diferentes aspectos de la salvación.
La justificación significa que Dios elimina nuestra culpa, mientras que la
santificación significa que Él aparta al creyente para el servicio.
Dios desea que lo
que los creyentes son posicionalmente también lo sean en la práctica (Ro. 6:19; 12:1; 1 Ts. 4:3; 1 P. 1:15,16). Por eso, los creyentes no deben involucrarse en actividades que
sean pecaminosas o que le reste valor a su servicio
para Dios.
En las Escrituras se enfatizan tres agentes de la santificación: (a) el Espíritu Santo
(1 Co. 6:11; 2 Ts. 2:13; 1 P. 1:2), (b) el Hijo (Heb. 10:10), y (c) la Verdad de Dios (Jn. 17:17; Ef. 5:26).
La santificación a veces
se refiere al trato de Dios hacia las personas mientras están bajo convicción
de pecado o la obra de Él en sus vidas antes de su conversión para que se
acercaran a Cristo (1 P. 1:2; 2 Ts. 2:13).
Esto no quiere
decir que fueran santos antes
de la conversión, sino que Dios trata con ellos de una manera especial.
El propósito supremo
que Dios tiene para nosotros es nuestra
plena dedicación a Él (1 Jn.
3:2; Ro. 8:29). Un día seremos santificados a Dios de manera absoluta.
ESCRITURAS CLAVE
Pablo, llamado a ser
apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en
cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos (1 Corintios 1:1-2).
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino
de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni
los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el
reino de Dios. Y esto erais
algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis
sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Corintios
6:9-11).
Elegidos según la
presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser
rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas (1 Pedro 1:2).
En esa voluntad
somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre (Hebreos
10:10).
Hablo como humano,
por vuestra humana debilidad; que,
así como para iniquidad presentasteis
vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para
santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia (Romanos
6:19).
Pues la voluntad de
Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación (1 Tesalonicenses
4:3).
CITAS CLAVE
Existe una
santificación que es absoluta y completa, y es válida para toda persona que ha puesto su
confianza enteramente en Cristo Jesús para su salvación. Esta santificación no
es progresiva y es igualmente válida para el creyente como su justificación (1
Co. 6:11). Por lo tanto, no está relacionada con ningún cambio moral ni
práctico en su vida. El creyente es santificado por fe en Cristo Jesús (Hch. 26:18) …También existe en la Palabra de
Dios lo que se podría llamar la santificación relativa… Dios llamó “tierra
santa” al área que rodeaba la zarza ardiente (Ex. 3:1-6). El apóstol Pedro llamó al monte de transfiguración
“el monte santo” (2 P. 1:18) … Nuestra comida es santificada por la Palabra de
Dios y la oración (1 Ti. 4:4,5) …
Todo esto se relaciona por asociación con la santificación. La tierra en Éxodo
3 no cambió materialmente, ni tampoco
lo hizo el monte de la transfiguración. Eran santos porque el Señor
estaba allí… La comida es santificada por la Palabra de Dios y las oraciones de
su pueblo… la comida (no) experimenta ningún cambio material… Apreciar esta enseñanza nos ayuda
a entender Hebreos 10:29, donde se considera al apóstata…También existe en la
Palabra de Dios lo que se podría llamar la santificación eclesiástica (2 Ti. 2:21).
Pocas cosas pueden
ser más desagradables para Dios que la propagación del error en nombre de Cristo. En donde esto se acepta
de manera irreversible, el claro deber del hijo de Dios que desea ser un
instrumento para honra, santificado y dispuesto para el uso del Maestro es
limpiarse o alejarse de esos instrumentos para usos viles. El honor al Señor y
la utilidad de uno mismo para Él demanda esto en todo momento,
especialmente hoy en día cuando la unidad a toda costa es el clamor de la cristiandad. A lo largo de la Palabra
de Dios también existe un claro llamado a la santificación práctica. La
experiencia del nuevo nacimiento y la posesión de una nueva naturaleza debe
crear dentro del hijo de Dios un deseo profundo de vivir con pureza y santidad.
El apóstol Pedro dice esto: “Si no, como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 P. 1:15). Albert Leckie
La palabra
santificar significa poner aparte (tiene la misma raíz que la palabra
“santo”). La santificación tiene tres aspectos para el creyente. Primero, el
creyente ha sido apartado al ser introducido en la familia de Dios. A esto se
le llama
generalmente santificación posicional… Esto es válido para todo creyente,
independientemente de su condición
espiritual… También existe un aspecto de la santificación basado en la
experiencia. Como hemos sido puestos aparte,
debemos apartarnos cada vez más en nuestra vida diaria (1 P. 1:16). En el
sentido posicional ninguno es más santificado que otro, pero en cuanto a la
experiencia es totalmente correcto decir que un creyente es más santificado que
otro. Todas las exhortaciones del Nuevo Testamento que tienen que ver con el crecimiento espiritual
están relacionadas con este aspecto progresivo y práctico de la santificación.
También hay un sentido en el que no seremos totalmente apartados para Dios
hasta que nuestra posición y nuestra práctica concuerden perfectamente, y esto
solo ocurrirá cuando veamos a Cristo y seamos como Él (1 Jn. 3:1-3). Así que
hay un aspecto de la santificación que a menudo es llamado nuestra última o
futura santificación y que aguarda nuestra completa glorificación con cuerpos
resucitados (Ef. 5:26-27; Jud. 24,25). Charles Caldwell Ryrie
Alan Summers
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