sábado, 6 de octubre de 2012

“LA IGLESIA QUE ES SU CUERPO"


Mi presente propósito es considerar brevemente la obra del Santo Espíritu en la formación de la iglesia de Dios - el cuerpo de Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres: y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu" (1Cor. 12:13). El bautismo del Espíritu es débilmente entendido por la mayoría. Alguno imagina que esto es una especie de ''segunda bendición" a la cual se entra a través de un menor favor en algo) momento subsiguiente a la salvación; otros lo suponen como una cosa repetida, para ser solicitada a través de la oración encarecida por los santos individualmente y colectivamente.
            La Escritura habla de otra forma. El bautismo del Espíritu (Cristo siendo el  que bautizaba, Juan 1:33) es mirando al cuerpo de Cristo. Por medio de esta raz6n los santos de Dios, de cualquier modo numerosos, están unidos a la vida de la Cabeza en el cielo, para cada cual. Semejante cosa era desconocida hasta que Cristo fue glorificado. Hubo hombres piadosos primero, por supuesto: la fe individual había sido desde los días de Abel, si no de Adán. Pero no estaba la unión, ni pudo estar hasta que la redención fue efectuada y Cristo ascendido a la diestra de Dios. Entonces fue extraído un propósito, que fue realizado ante el mundo que estaba, más se mantuvo oculto en el corazón de Dios hasta que correspondió con el momento de la venida. Ese propósito era para tener una compañía de personas en la gloria celestial con el Segundo Hombre para tomar parte con El en todos los resultados de Su obra gloriosa, en asociación personal con El como miembros de Su cuerpo. Los miembros están reunidos mientras los consejos de Dios concerniente a la tierra son despreciados. Cuando el Mesías se presentó a Israel fue rechazado. Esto ha retardado el reino, con toda su bendita conexión para la tierra entera. Todo ha sido hecho bueno poco a poco y todo lo que los profetas han hablado ha sido cumplido; pero para el presente. Cristo se ha sentado a la diestra de Dios y el Santo Espíritu este aquí reuniendo Sus miembros y coherederos. Cuando el número este completo, el Señor descenderá en el aire y les recibirá así mismo. Esto es una cosa maravillosa tener parte en semejante designio. Era un inmenso privilegio de la antigüedad ser un judío y estar en posesión de la Palabra de Dios, y el divino santuario. Más el vino nuevo es sobrepasadamente mejor por fe. En la nueva compañía toda distinción carnal entre el judío y el Gentil desaparece, la muralla de en medio de separación había sido derribada; todos tienen acceso por medio de un mismo Espíritu al Padre y todas las bendiciones de aquel que es la Cabeza ascendida son nuestras, quienes son uno con El (Ef. 2). De este modo para conocer nuestro lugar verdaderamente, nosotros debemos aprender el lugar de Cristo: para aferrar nuestra porción celestial, la porción de Cristo debe ser discernida, pues en esto todos los miembros comparten a través de la infinita gracia de Dios. Todas las bendiciones espirituales en los cielos son nuestras en El; y todo el amor del Padre descansa sobre nosotros en El.
            Hombre exaltado allí, esto nos hace desear saber que está allí y se familiariza con todo. Es imposible que un santo pudiera realmente tomar por medio de la fe su unión con Cristo en gloria, amando a un mundo hostil y malo. El entendimiento intelectual es indigno y vano.
            La comprensión de un lugar semejante de bendición y privilegio, lleva con sus correspondientes responsabilidades durante nuestro andar en la tierra. Esto los apóstoles impelen en 1ª Corintios 12. La diferencia entre Efesios y 1ª Corintios considera la verdad del un cuerpo, en la cual uno nos da el lado celestial y el otro el terrenal. Los miembros han recibido todo lo importante de la Cabeza para la edificación general y bendición, y es, para no estar descontento con el lugar y funciones divinamente asignado para cada uno (1ª Corintios 12:14-18). En otro lado está para no ser despreciado en relación a la porción del más eminente dotado para aquellos que son más desairados. Todos son necesario y ninguno está para ser despreciado (vers. 19-21). El débil y el menos digno miembro, lejos de ser en el cuerpo, están para tener nuestro especial afecto y cuidado. Es para ser una comunidad de interés entre los miembros de Cristo (vers. 22-26).
            Nosotros vemos estos divinos principios que fueron entendidos y realizados, en la fe por los primeros santos. El cuadro presentado por medio del Espíritu de Dios, en Hechos de los Apóstoles en los primeros capítulos, es cautivador en su belleza y simplicidad. Desde todo esto, la iglesia de Dios se ha desviado gravemente. El vaso honrado que fue usado como el administrador de la verdad de Cristo y la iglesia - el Apóstol Pablo - contemplo con aflicción, a la vasta mayoría declinando antes de que al hubiese sido llamado a su reposo. ¡Cuan rápida es la declinación después de su partida! ¡Cuán pronto estaba la verdad completamente perdida! Es solo lo Último que Dios había recuperado para Su propiedad. Muchas verdades concernientes a la bendición individual de los creyentes, fueron victoriosos atrás en el siglo decimosexto, pero, poco o nada fue entonces incorporado dentro de la iglesia de Dios. Pero el Espíritu de Dios había traído la verdad poniéndola al frente nuevamente ante la venida del Señor. El debería tener a los santos entrando en su verdadera comunión a Cristo, que ahí puede estar un correcto andar, individualmente y colectivamente, a una actitud correcta hacia El.
            Esto podría ser argüido, que es prácticamente imposible actuar sobre tales principios después todo eso ha venido a la profesión de la iglesia. Con el vasto conjunto de confesores de Cristo, gastan sus energías en edificar humanamente al formar cuerpos ¿Qué debe ser hecho? No debemos olvidar que la iglesia de Dios está hecha de individualidades y cada santo individualmente tiene su propia responsabilidad ante el Señor. Pero intentar obtener el cuerpo público verdadero (en justicia) es inútil: cada uno debe pisar la senda del Señor por si mismo. El Santo Espíritu está aún en la tierra y el cuerpo de Cristo está at.in aquí, como leemos, un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación" (Efesios 4:4). Sin embargo, si pocos buscan llevar esto externamente en fe, pueden considerar que la presencia del Señor y el poder del Espíritu de Dios, esta con ellos. ¿Qué más puede el corazón desear? (Mateo 18:20).

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