Quiero llamar la atención al quinto capítulo de la segunda epístola a
los Corintios, versículos 9 y 10:
Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo.
Se podría traducir la
segunda cláusula como sigue: "Todos hemos de ser manifestados ante el tribunal
de Cristo". Y esto es lo que quiero que consideremos: la palabra
"manifestación".
Será un día maravilloso
cuando los que conocemos y amamos al Señor comparezcamos en su presencia y
cuando recordemos juntos todo el camino que hemos andado desde que su gracia
nos salvó. El señalará todo lo que ha habido en nuestra vida y servicio que ha
estado de acuerdo con su santa Palabra, todo lo que ha sido el resultado de la
obra del Espíritu Santo en nosotros, y para todo esto habrá una recompensa
especial en ese día. También nos hará ver todo el egoísmo, toda la negligencia,
toda la mundanalidad y la falta de espiritualidad que han caracterizado a muchos
de nosotros. Nos mostrará cómo hemos perdido nuestras oportunidades, cómo
habríamos podido ser más fieles, cómo hubiéramos podido ser más devotos. Pero
fuimos indiferentes al llamamiento del Espíritu de Dios, y a causa de ello
perderemos mucho en ese día.
Quiero que notemos
varias escrituras que nos presentan este pensamiento. Miremos al versículo 9
que ya hemos leído: “Por tanto procurarnos también o ausentes, o presentes,
serle agradables”.
"Por tanto
procuramos". Lo hacemos nuestra meta, lo ambicionamos, tenemos una
ambición loable, mientras seguimos a Cristo aquí en este mundo. ¿Y cuál es esta
ambición loable? Que sea que permanezcamos en el cuerpo o que vayamos a estar
con el Señor porque esto es lo que significa la expresión, "o ausentes o
presentes" podamos serie agradables a El. No confundamos esta expresión
con una parecida que hallamos en Efesios 1:6 que tiene muy distinto significado.
Allí leemos que Dios “nos hizo” a nosotros que creemos ''aceptos en el
Amado". Esto es verdad en cuanto a todo creyente. Es verdad en cuanto a
ustedes que no hace mucho todavía andaban en el mundo con los mundanos, que aún
no habían recibido a Cristo, pero que ahora han confiado en El. En el mismo
instante que pusieron su confianza en Cristo, Dios los hizo aceptos en el
Amado. Esto es, Dios los recibió en ese momento conforme al valor de la obra y
persona de su Hijo. ¡Qué cosa maravillosa es ésta! ¡Aceptos en El!
¿Qué significa?
Sencillamente esto, que el creyente es tan caro al corazón del Padre como lo es
el Señor Jesús; que Dios tiene en tanta estima a los que han confiado en Cristo
como a su bendito Hijo. Esto parece casi increíble; en realidad, yo no podría
creerlo si no lo encontrara en mi Biblia, pero está allí. En Juan 17 oímos al
Señor Jesús orar al Padre, y dice estas palabras: "Que el mundo conozca
que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mi me has amado"
(v.23). Estas son palabras del Salvador. El dice de cada creyente, de cada hijo
de Dios por la fe en su nombre, de cada uno de ellos, no importa cuál haya sido
su experiencia: "Los has amado, como también a mi me has amado".
Hay otro versículo en
la primera epístola de Juan que es muy notable. Dice allí, "Como él
es", esto es, como Cristo es, “así somos nosotros en este mundo"
(4:17). Recuerdo que hace unos años yo no podía comprender esto. Leía esas
palabras, "Como él es, así somos nosotros en este mundo", y me decía
a mí mismo, " ¡Oh no, yo no! No soy tan santo, no soy tan justo como es
El. No tengo tanto amor, no tengo tanta compasión, no me intereso tanto por los
pecadores perdidos como lo hace El". No podía decir que era como El aquí
en este mundo. Sentía que lo hubiera comprendido mejor si hubiera dicho,
"Como él es así seremos nosotros cuando dejemos este mundo", pues
tenia la confianza de algún día llegar a ser como El es. Pero decir, "Como
él es, así somos nosotros en este mundo", me parecía esta fuera de mi alcance
en aquellos días. Me parecía que lo hubiera podido comprender si hubiera dicho,
“Como él es, así debemos ser nosotros en este mundo", pues
sentía que era mi deber asemejarme a El en lo posible mientras estaba en el
mundo. Pero el decir categóricamente que, "Como él es, así somos nosotros
en este mundo", esto iba más allá de mi comprensión. Hasta que recibí la
luz celestial sobre este pasaje y comprendí que hablaba no tanto de nuestra
experiencia personal, de nuestro crecimiento en la gracia o de nuestra
semejanza a Cristo, sino de nuestra justificación ante Dios, y de nuestra
aceptación en el Amado. Es en este sentido, que Dios ve a cada creyente en
Cristo. Coma El es, así somos nosotros ante Dios en este mundo.
Esto es lo que nos da a
entender la epístola a los Romanos, capítulo 8: "Ahora pues, ninguna condenación
hay para los que están en Cristo Jesús". Yo estoy en El delante del Padre.
El me ve en su Hijo, y yo me hallo perfecto y completo en Cristo. Cada creyente
es hecho apto para participar "de la suerte de los santos en luz".
Pero en el versículo 9
del capítulo 5 de segunda Corintios, dice el apóstol, "Por tanto
procuramos también, o ausentes o presentes, serie agradables". Aquí se
está refiriendo a nuestro comportamiento, a nuestra experiencia práctica, a
nuestro servicio; y dice, "Estamos obrando, estamos trabajando ahora,
tenemos ambición de serle agradables. Queremos recibir su aprobación cada
día". Yo quiero que el Señor me apruebe; ¿y tú? No puedo formar concepto de
un cristiano que no desee que su vida sea agradable a Dios.
Y continúa diciendo,
"Porque es menester que todos comparezcamos (que todos seamos manifestados)
ante el tribunal de Cristo". Se acerca el día cuando tendremos que dejar
este mundo. El Señor viene para llevar a los suyos, y los muertos serán
resucitados y los vivos transformados. Entonces tendremos que comparecer ante
el tribunal de Cristo.
Alguien dirá,
"¿Cómo sabe usted que este tribunal de Cristo se lleva a cabo
inmediatamente después del arrebatamiento de la iglesia?" Pues en el libro
del Apocalipsis, en el último capítulo, encontramos estas palabras: "Y he
aquí, yo vengo presto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según
fuere su obra" (22:12). Así vemos que cuando venga otra vez, cuando vuelva
para llevar a los suyos, su galardón vendrá con El. El tribunal de Cristo es el
lugar donde seremos manifestados a fin de que podamos recibir nuestra
recompensa. Y el apóstol dice, "Es menester que todos nosotros",
nosotros los creyentes-está hablando de las dos clases, los muertos resucitados
y los vivos que serán transformados "Es menester que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo".
Se ha sugerido que la
palabra en el original lleva el pensamiento de una revelación completa, de quitar
el velo por completo, y que puede ser traducida como sigue, "Que todo
nuestro ser íntimo será revelado en el tribunal de Cristo". ¿Te gustaría
que esto sucediera en estos momentos? ¿Te gustaría que todos tus pensamientos y
todos tus motivos ocultos fuesen manifestados? Creo que esto sería bastante
humillante para algunos de nosotros.
Muchos de nosotros
somos más hipócritas de lo que quisiéramos que la gente supiese. Por supuesto
que si lo supiese la gente ya no seríamos hipócritas. Puede que ocultemos las
cosas ahora pero vendrá el día cuando todo será manifestado. Uno puede
hacerse pasar por modesto y humilde y deseoso de cumplir la voluntad del Señor,
entre tanto que en el corazón hay envidia, contienda y celos de otros, y no
gustarle ver que otros son reconocidos en vez de él.
Oh, si nuestro ser
intimo fuera revelado en estos momentos, ¡cuántas cosas serían manifestadas!
Nuestros amigos verían muchas cosas que nunca imaginaron que estaban escondidas
en nuestro corazón. Pues debemos ser sinceros, no debemos ser hipócritas,
porque todo se manifestará algún día. El Señor Jesús nos ha dicho que todo será
manifestado en aquel día. Cada palabra ociosa y cada pensamiento de nuestro
corazón serán conocidos. "Porque es menester que todos nosotros seamos
manifestados ante el tribunal de Cristo".
Permítame decir esto.
El tribunal de Cristo, como lo tenemos revelado aquí, no debe ser confundido
con el juicio del gran trono blanco al fin del mundo. El gran trono blanco será
tribunal de Cristo también. El dice, "Porque el Padre a nadie juzga, mas
todo el juicio dio al Hijo" (Juan 5:22). Así que cuando los impíos que han
muerto sean resucitados al fin del siglo y se presenten ante el gran trono
blanco, ¿sabes quién estará sentado sobre ese trono? Aquel mismo bendito Ser
que una vez sufrió para salvarlos y a quien han rechazado. Verán sentado sobre
el trono de juicio al Hombre que estuvo colgado en la cruz del Calvario, el
Señor Jesucristo, pues El es Dios a la vez que hombre. DIOS VA JUZGAR AL MUNDO,
PERO LO VA A JUZGAR EN LA PERSONA DE SU HIJO.
El juicio del gran
trono blanco del cual leemos en Apocalipsis 20, es el juicio de los impíos. El
tribunal de Cristo es un juicio muy distinto. Es el juicio del pueblo amado de
Dios que se presenta ante El para dar cuenta de su vida desde el momento en que
los salvó. Allí no serán juzgados por sus pecados, pues todos éstos han sido
borrados por la preciosa sangre de Cristo; pero están allí para dar cuenta de
su servicio, y el Señor tomará nota de todo lo que ha hecho su pueblo, ya haya
sido bueno o malo, ya haya sido obra de la carne u obra del Espíritu;
"para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo"(2 Corintios 5: 10).
Será un momento
maravilloso cuando nos encontremos allí en nuestros cuerpos glorificados. Pues
no estaremos allí para saber si vamos a ir al cielo, sino que estaremos allí
glorificados en nuestros cuerpos resucitados. Será muy maravilloso cuando
estemos allí ante nuestro bendito Señor y El nos diga, "Ahora les haré ver
lo que opino de sus obras". Para muchos de nosotros será una tremenda
revelación. Hemos trabajado mucho y obrado largamente, y algunas veces hemos
estado tan desanimados como si no hubiéramos logrado nada. Entonces el Señor
nos revelará las cosas y nos dirá, "¿Recuerdas aquel tiempo cuando te hallabas
tan desanimado? Pensabas que estabas trabajando en vano y que todo era inútil,
pero en ese mismo tiempo una preciosa alma llegó a conocer a Cristo". Esa
noche cuando estabas tan desalentado y cuando sentías que tu obra como
predicador había fracasado y le dijiste al Señor que tal vez sería mejor que no
continuaras predicando, encontrarás ante el tribunal de Cristo que el Señor usó
ese mensaje que diste en esa ocasión para guiar un alma a Si.
Algunas veces tenemos
esas experiencias aquí en la tierra. Recuerdo que una vez había orado muy
intensamente por una reunión. Pasé mucho tiempo ante Dios y mi expectativa era
grande. Di el mensaje con todo mi corazón aquella noche, pero no hubo respuesta.
No parecía haber interesados, y ni sentí ánimos de ir hasta la puerta para
saludar a los que salían, tan desanimado estaba. Salí por la puerta trasera y
me fui a casa y me arrojé sobre mis rodillas ante el Señor contándole cuán
inútil era y que nadie salía bendecido por medio de mis mensajes. ¡Estaba
completamente desanimado! Unos tres meses más tarde me alejaba de ese lugar
después de haber trabajado allí por unos nueve meses, cuando recibí una carta
de una señorita que cantaba en el coro.
Me escribió como sigue;
Nunca le he contado acerca de mi salvación, y creo que antes que usted se vaya
debo hacerlo". Me dio la fecha de su conversión. Dijo que se le había
grabado tan vívidamente en la mente que nunca lo olvidaría. "Esa noche
estaba cantando en el coro. En efecto", dijo, "canté un solo.
Yo siempre creía que
era cristiana, pero esa noche Dios me reveló mi propio corazón. Vi que nunca
había sido convertida, y cuando usted hizo la invitación para que alguno
aceptara a Cristo, sentí un gran deseo de ir hasta la plataforma y confesar a
Cristo públicamente, pero tenía vergüenza. Fui a mi casa sintiéndome tan
desdichada, tan infeliz; pero doy gracias a Dios que antes de acostarme me
sentía tan abatida delante de El que me arrodillé, confesé mis pecados y acepté
a Cristo como mi Salvador. Desde entonces todo ha cambiado. No he tenido el
valor de decírselo antes, pero sentí que debía decírselo antes que usted se
fuera".
Comparé las fechas y
encontré que ésa era la noche cuando yo estaba tan desanimado. Esa noche Dios
había obrado un milagro en la vida de esa joven.
Creo que habrá muchas
cosas semejantes a éstas en el día de la manifestación. Creo que el Señor
mostrará a muchos de nosotros cómo El usó la Palabra, cuando no sabíamos que la
estaba usando. O tal vez nuestra manera de vivir habrá influenciado a otro, y
en el tribunal de Cristo aquél dirá, "Yo observaba a ese hombre, a esa
mujer, cuando trabajaban; los observaba cuando las cosas no andaban bien, y
demostraban un espíritu cariñoso y lleno de gracia. Yo los observaba para ver
si se enojaban cuando las cosas no salían como a ellos les gustaría, pero eran
mansos, tan llenos de gracia y tan parecidos a Cristo. Yo me dije a mi mismo,
“Ellos tienen algo que yo desearía tener”. Ese mensaje me guió a Cristo. Nunca
se lo he dicho pero lo hago ahora".
Muchas cosas saldrán
así, y por todo lo que haya sido hecho para Cristo, habrá una recompensa. Pero
también hay el lado opuesto. Me temo que muchos seremos chasqueados en ese día.
Mucho servicio ha sido hecho en la fuerza de la carne, y seremos chasqueados
cuando el Señor nos diga, "Tu vida no ha sido de mucho valor para mí. Has
estado tan ocupado exaltándote a ti mismo, tratando de crearte un buen nombre,
tratando de que 1as personas te tengan en estima, y su aplauso y alabanza eran
tu orgullo. Bien, ya has tenido tu recompensa. No tengo ninguna para ti ahora.
Has recibido toda allá en la tierra. Tendrás que sufrir perdida. No trabajaste
para mi gloria; no pusiste todo tu empeño para hacer que otros llegaran a conocerme.
Querías ser apreciado por todos. Deseabas que todos hablaran bien de ti Has
tenido tu éxito, pero no tengo recompensa para ti aquí”.
El ya viene. Oh cuán
solemne ha de ser escuchar la voz del Juez, quien en su propia luz nos ha de
mostrar cada pensamiento y hecho y palabra. Entonces veremos que algunos hechos
que nosotros creíamos meritorios, no eran más que pecados, y en cambio algunas
pequeñas acciones que quizás habíamos olvidado, el Señor nos dirá que fueron
hechas para El.
Será maravilloso llegar
a conocer su opinión acerca de todo esto, pero también será muy solemne.
Ahora volvamos al
pasaje de la primera epístola a los Corintios, capítulo 3. Estos Corintios
estaban tratando de exaltar a los dirigentes cristianos, de modo que se estaban
dividiendo formando grupos. Un grupo decía, "Yo soy de Pablo", otro,
"Yo de Apolos", y otro, "Yo de Cefas". Creo que no usaron
realmente los nombres, pues el versículo 6 del capítulo cuarto, parece negarlo:
“Pero
esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mi y en Apolos por amor de vosotros,
para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea
que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros. Porque ¿quién te
distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te
glorias como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4:6,7).
Notemos como dice,
"He pasado por ejemplo en mí y en Apolos". Lo que probablemente
estaba pasando es lo siguiente:
Algunos decían, "A
mi me gusta escuchar a Pablo, quien si sabe predicar la Palabra. No me interesa
oír a estos de poco peso. Yo prefiero a los que profundizan, que van más allá
de la letra y nos dan algo substancioso".
Otro, dice, "No me
gusta perder el tiempo escuchando a un maestro de la Biblia que parece estar
medio dormido. Da enseñanzas muy profundas que no entiendo. Yo prefiero a un
hombre que nos lleve a las alturas, uno que pueda predicar con unción y
libertad, un hombre elocuente y poderoso en las Escrituras. ¡Para mí Apolos! Me
gusta oír un gran predicador. No tengo interés en ir a la iglesia para escuchar
solamente enseñanza de la Biblia. Quiero algo que me emocione".
Luego hay otro que
dice, "A mí me gusta escuchar al que sabe exhortar, al que da lecciones
prácticas que nos ayuden en la vida diaria. No tengo interés en el que enseña
las doctrinas de la Biblia ni tampoco en un predicador elocuente. Me gusta uno
que sepa exhortar bien y fielmente. Yo soy de Cefas".
Pero el apóstol dice,
"Todos han recibido sus dones del Señor, y los dones son para toda la Iglesia.
No menospreciemos a uno para poner en alto a otro. Demos gracias a Dios por
todos. A veces hace falta un enseñador, otras veces un predicador elocuente, y
hay ocasiones cuando se necesita un exhortador. Demos gracias a Dios por cada
uno de ellos". Veamos lo que dice: “¿Qué pues es Pablo? ¿Y qué es
Apolos? Ministros por los cuales habéis creído; y eso según que a cada uno ha
concedido el Señor. Yo planté, Apolos regó; mas Dios ha dado el crecimiento.
Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el
crecimiento” (1 Corintios 3: 5-7).
En otras palabras, no
ponderemos demasiado al instrumento. Es Dios quien da el crecimiento, y si obra
por intermedio del enseñador o del predicador o del exhortador, debemos dar a
Dios la gloria y la alabanza.
Ahora en cuanto al
obrero, "El que planta y el que riega son una misma cosa", y ya ha
dicho que ambos no son nada; así que los dos son humanos. En sí mismos no valen
nada, pero "cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor" (v.
8). Allí lo tenemos. Esa es la recompensa que los creyentes recibirán en el
tribunal de Cristo. Cumples tu trabajo fielmente en el lugar donde Dios te ha
colocado y no tienes por qué preocuparte si no puedes hacer lo que hacen otros.
Recibirás tu recompensa. No hay razón de sentir celos, ni tener envidia porque
otros reciben más alabanza que nosotros. Haz lo que Dios te ha mandado, y como
al Señor. Cada uno recibirá su recompensa de acuerdo con su labor.
Vosotros labranza de
Dios sois edificio de Dios sois. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido
dada, yo como perito arquitecto... (1 Corintios 3:9,10).
Pablo había ido a
Corinto, habla 'trazado los planes para la obra, y fue usado por Dios para
establecer la iglesia allí “...puse el fundamento, y otro edifica encima:
empero cada uno vea como sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. [V. 10,11].
La Iglesia descansa
sobre Cristo y sobre El únicamente.
"Y si alguno
edificare sobre este fundamento" - él está sobre el Fundamento; él está en
Cristo. Ahora está edificando: "Oro, plata, piedras preciosas...". Estas
darán gloria a Dios. Nos hablan de lo que es precioso a su vista.
Pero también hay
"madera, heno, hojarasca". Estos nos hablan de lo que es sin valor;
no resistirán el fuego del juicio.
“La obra de cada una
será manifestada". Esto nos enseña que todo será revelado en aquel día.
Porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada.
El fuego de la santidad
divina probará la obra de cada uno. ¿Alcanzará el modelo exigido por Dios?
¿Alcanzará el nivel que con todo derecho El espera? ¡El la probará! "La
obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba".
Es de gran consuelo
para mi el saber que no dice, "Cuánto sea". Siempre ha habido tanto
que he deseado hacer, tantísimos lugares que he querido visitar para llevarles
el evangelio, tantas cosas que quisiera hacer para Cristo, pero el tiempo y las
fuerzas no me bastan. Al echar un vistazo por los años transcurridos veo cuán
poco he hecho comparado con lo que pudiera haber hecho, pero esta escritura me
consuela: "La obra de cada uno será manifestada; porque el día lo
declarará, porque por fuego será manifestada; y la obra de cada uno cual sea,
el fuego hará la prueba". Y mi corazón dice: "Señor, ayúdame para que
haga la clase de obra que conviene, aunque no pueda hacer mucho. Dios permita
que haga trabajo del tipo que aprueba trabajo que sea el resultado de una vida
controlada por el Espíritu Santo, y de acuerdo con la Palabra de Dios".
Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa (v.
14).
Esta no es la
salvación; ¡es una recompensa! Alguien dirá, "¿Usted trabaja para recibir
una recompensa?" Trabajamos para la gloria de Dios, pero El se deleita en
dar recompensas.
Una noche asistí a un
banquete para hombres en una de las iglesias de nuestra ciudad. Hablan hecho
algunos trabajos de ampliación en su edificio y estaban agradeciendo a los que
habían ayudado en esta obra. Invitaron a un hermano anciano que pasara al
frente y esto es lo que dijeron de él: "Es probable que él haya hecho más
trabajo en esta obra para la iglesia que cualquier otro", y quisieron
hacerle un obsequio. El hombre pasó al frente con toda modestia y dijo,
"Lo que hice, lo hice para el Señor. No buscaba las gracias ni tampoco
buscaba ningún obsequio; pero ya que han sido tan amables, aceptaré su obsequio
y se lo agradezco".
Creo que ése será
nuestro proceder cuando el Señor nos diga, "Tú hiciste esto y eso y lo de
más allá para mí, y ahora quiero darte esta recompensa. Te daré una corona de
justicia o una corona de gloria". Creo que le diremos, "Bendito
Señor, no lo hice para que me recompensaras sino porque te amaba. Pero ya que
en tu gracia te deleitas en dar recompensas, la recibo como de ti y te la
agradezco".
¡En el día de la
manifestación! Creo que nos avergonzaremos si no hemos hecho nada que merezca
una recompensa.
"Si la obra de
alguno fuere quemada, será perdida" (v. 15). Esto no tiene nada que ver
con el asunto de su eterna salvación, pues leemos: "Si bien él mismo será
salvo, aunque así como por fuego".
¡Que Dios permita que
le sirvamos fielmente en vista del día de la manifestación, y que tengamos una
recompensa abundante debido a nuestra devoción a Cristo mientras estemos en el
mundo!
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