Capítulo
3: Resumen
Este tratado está claro y es fuerte. Le hacemos un llamado a toda la
Iglesia del Señor a que delante de Dios se enfrente con sinceridad a esta gran
necesidad. ¿Sentimos la falta de poder en nuestras reuniones públicas? ¿Por qué
hay tiempos estériles ante la mesa del Señor? ¿Por qué el aburrimiento y
debilidad en la celebración de esta preciosa fiesta que debiera sacudir las
partes más profundas de nuestro ser redimido?
¿Por qué hay falta de poder y edificación en nuestros estudios bíblicos?
¿Por qué la falta de fruto en nuestros servicios? ¿Por qué es que la Palabra no
les llega al alma a las personas? ¿Por qué hay tan poco poder en nuestras
reuniones?
Hermanos amados en el Señor, no estemos satisfechos con la presente
situación. Le hacemos un llamamiento a todos los que ven la verdad de estas
palabras, a que se unan en acuerdo y en oración ferviente. Vayamos como un solo
hombre y caigamos ante el trono de misericordia. Esperemos en Dios con
perseverancia para que dé un avivamiento a su obra, al progreso del evangelio y
la cosecha, y a la edificación de Su pueblo.
Que sean nuestras reuniones de oración verdaderos cultos de oración, el
lugar para expresar la necesidad y esperar bendición. Permitamos que estas reuniones
sean el lugar donde el pueblo de Dios se reúne unánime para agarrarse del trono
de Dios, para entrar en los verdaderos tesoros del cielo y sacar todo lo que
quiere para sí mismo, para su familia, para toda la iglesia de Dios y para la
viña de Cristo.
Este es el verdadero modelo
de un culto de oración escritural. Dios permita que el pueblo de Dios en todas
partes abra los ojos. ¡Que el Espíritu Santo nos conmueva e imprima el valor,
la importancia y la necesidad urgente de estar unidos, de creer, de ser específicos,
de insistir y perseverar en todas nuestras oraciones y cultos de oración!
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