"Todo
aquel que niega al Hijo, no tiene al Padre," dice el apóstol: solemnes
palabras de advertencia, que haremos bien en tomar con nosotros en nuestra
consideración de las relaciones del Hijo con el Padre. También tenemos que
recordar las propias palabras del Señor, que "nadie, sino el Padre, conoce
al hijo." No se propone impedir nuestro sondear lo que las Escrituras nos
presentan en cuanto a la persona del Señor, sino solo para darnos reverencia_
una reverencia que implica, ciertamente, atenta atención a lo que ha sido
escrita en ésta.
Dos de los comentarios
más populares del día -- el de Adam Clarke y de Albert Barnes -- niegan la
eterna filiación (que Cristo es el Hijo eterno de Dios) del Señor. Ya que desde
allí esta doctrina se ha extendido entre otros, y confusión está en las mentes y
pensamientos de muchos en el tiempo presente_ realmente, se ha deslizado en los
pensamientos de aquellos una vez aparentemente claros en cuanto a esto.
Tomemos, por tanto, esta verdad nuevamente, fundamental como es, para
investigar lo que la palabra de Dios, siempre y sola autorizada, declara. Y podemos,
al mirar, que nos sea dado al menos ver más claramente, la "gloria del
Unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad." No es la deidad del Señor
la que estaré ahora examinando. Aquellos a quienes estoy hablando aquí, gracias
a Dios están claros en cuanto a que Cristo, es en el sentido más pleno, Dios _
y debe ser honrado de la misma manera que el Padre. Además, es a causa de esto
mismo que ellos objetan que la expresión "Hijo Unigénito" sea Su
título en Deidad. No intento tomar sus vistas o argumentos, sin embargo, sino
simplemente ver en las Escrituras_ la doctrina por sí misma.
Es acerca de Su
Filiación que el apóstol insiste como distinguiendo al Señor aun como hombre de
los ángeles (Heb.1:5): "Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Él en algún
tiempo, Tú eres Mi Hijo, Yo te he engendrado hoy?" Es claramente como
hombre nacido en el mundo que Él es dirigido, porque "este día" es
tiempo, y no eternidad, y del mismo modo la citación del apóstol de esto en la sinagoga
de Antioquia (Hech. 13:33) lo implica. Esto es aún más notable porque también
los ángeles son llamados "hijos de Dios," como en Job1:6; 38:7. Aquí,
el ser hijos es común a todos los seres espirituales creados por el "Padre
de espíritus" (Heb.12:9) es distinguido de la verdadera relación de
"Hijo Unigénito". Esto debe notarse cuidadosamente, e insistir en
ello como lo es en el anuncio del ángel a María.: "El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la sombra del Altísimo te hará sombra; por tanto el santo ser
que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios." Aquí está en condición de
criatura Uno que es más que una criatura. Los hombres pueden ser "linaje
de Dios," y los ángeles "hijos," aun así ninguno de ellos toca
este lugar o hereda este nombre.
De esta manera,
razona el apóstol, a ninguno de los ángeles se dice, "Yo le seré un Padre,
y él me será un hijo." Este es una vez más mencionado como en humanidad.
"Yo le seré por Padre" sería completamente imposible que le fuera
dicho en algún otro carácter. Pero aquí también una real y plena relación es
indicada más allá de una mera criatura.
"Engendrar"
es la base distinta de estas relaciones, y declara la realidad de esto. Tal fue
el Señor, aun como hombre.
Esta Filiación
(ser Hijo) como hombre ha sido confundida quizás por la mayoría de los
cristianos con Su deidad. Fundamentada sobre Su relaciones divinas esto lo es,
y aun cuidadosamente distinguido de ello, como hemos visto. Su título en este
respecto, en las Escrituras, el "Primogénito," como en relaciones
divinas Él es el "Hijo Unigénito." Un título que claramente mantiene
lo que es exclusivamente Suyo como el otro afirma Su participar en gracia con
otros. Las palabras usadas, también debemos notar, son diferentes.
"Engendrado" habla del Padre, "nacido," de la madre. La
primera, solo de divina paternidad; la segunda naturalmente nos recuerda otro
elemento que aquel que es divino.
En maravillosa
gracia hay otros también, no entre los ángeles, sino entre los hombres, y
hombres caídos, que han sido escogidos para ser nacidos de Dios. Quienes, como
nacidos del Espíritu, son participantes de lo que es espíritu_ de una
naturaleza espiritual. Es con estos, el fruto de Su obra, que el Señor se
asocia como Primogénito. "porque a los que antes conoció, a estos también
predestinó para ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el
Primogénito entre muchos hermanos" (Rom.8:29). Y su relación con Él como
"hermanos" claramente se declara que es a causa de su ser
"uno" (origen) con el mismo Señor. "porque Él que santifica y
los santificados son todos de uno: por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos
hermanos, diciendo declararé Tu nombre a Mis hermanos; en medio de la
congregación te alabaré" (Heb.2:11,12)
Aquí debemos
recordar que el título "Primogénito" único engendrado, un compuesto
de "engendrar;" "primero" "para concebir." No
puede afirmarse que esta es la fuerza exclusiva de estas palabras. El actual
primer nacido podía perder su lugar, y otro obtenerlo, como lo vemos en Esaú y
Jacob, Rubén y José; y así dice Dios de David, "lo haré Mi primogénito,
más alto que los reyes de la tierra" (Sal. 139:27). De la misma manera es
con "la asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos"
(Heb.12:23), que es sin duda la asamblea cristiana, en clara distinción de los
"espíritus de los justos hechos perfectos," que son los santos del A.
Testamento. Aun así son estos últimos quienes son los primogénitos en el
tiempo, mientras los primeros han tenido la precedencia en lugar y privilegio.
Y es de este modo que comprendo el lenguaje en Col.1:12, donde hablando del
Señor, el apóstol lo llama "la imagen del Dios invisible, el Primogénito
de toda criatura". Aquí es en humanidad que Él declara al Padre; y aquel
que de este modo ha venido a ser hombre, aun así es el Creador de todo, como lo
dice también el apóstol, si él toma Su lugar, en maravillosa condescendencia y
amor, en Su propia creación, debe necesariamente ser el Cabeza de ésta. Esta es
Su preeminencia, no en prioridad de tiempo, como muchos han pensado, lo que
aquí se afirma. Que "Él es antes de todas las cosas," esto lo declara
claramente el v.17.
El mismo pasaje
en Colosenses distingue también dos cosas que están en peligro ahora de ser
confundidas por algunos. "Y Él es la cabeza del cuerpo, la iglesia: que es
el comienzo, el Primogénito de los muertos, para que en todas las cosas Él
pueda tener la preeminencia." Esto se declara como otra cosa de ser
"primogénito de cada criatura," aunque para nosotros las dos cosas
ahora prácticamente han venido a ser una. Pero Él era el "Segundo
hombre" antes que fuese el Hombre resucitado, como también somos renacidos
antes de que nuestros cuerpos sean vivificados. Entre nosotros y Él existe esta
clara e inmensa diferencia, que nosotros, como primogénitos aun ahora, somos el
fruto de Su obra; considerando que Su ser Primogénito está fundamentado sobre
Su deidad. De este modo el apóstol dice. "Él es la imagen del Dios
invisible, el Primogénito de cada criatura; porque por él todas las cosas
fueron creadas, las que están en el cielo y las que están en la tierra,
visibles e invisibles, sean tronos, dominios,...todas las cosas fueron creadas
por Él y para Él; y Él es antes de todas las cosas, y por Él todas las cosas
consisten." Es a esto, entonces, que Su título como Primogénito se debe; y
señala claramente a la encarnación, no a la resurrección. La Escritura es
clara, por tanto, en cuanto a la aplicación a esto para nosotros de tan
precioso título de nuestro Señor, mientras a través de todo brilla la gloria de
una más sorprendente relación con el Padre, distinto y completamente divino,
"la gloria," como dice el apóstol Juan "del Unigénito Hijo en el
seno del Padre." Este título es solo usado por el apóstol Juan, y cinco
veces, mientras ese de "Primogénito", en su evangelio y epístolas, nunca
es usado, este es un hecho de gran significado, porque el tema peculiar de Juan
es la deidad del Señor.
Pero no somos
dejados a esto, porque los mismos pasajes excluyen toda posibilidad de duda.
Una verdad de esta forma no podría admitirse quedar en la más mínima oscuridad;
y para aquellos contentos con tomar la Escritura como ésta está, sin
racionalizar, no hay posibilidad de error.
El primer
pasaje es decisivo: "y el Verbo se hizo carne, y tabernaculizó entre nosotros,
(y vimos Su gloria, gloria como el Unigénito con el Padre) lleno de gracia y verdad."
Presento lo que es más literal que nuestra versión común, y preserva la
importante conexión con el tabernáculo de antiguo. En ese, la gloria de Dios ha
morado; en la oscuridad, no en la luz; encerrado, inaccesible al hombre. Aquí
estaba ahora el tabernáculo_ la carne de Cristo, en el cual moraba la plenitud
de la gloria de la Deidad, y muy accesible_ gloria divina a la cual ahora se
podía acercar y contemplar, porque estaba revelada en gracia y verdad. ¿Y qué
era esta gloria revelada de esta manera? Esta era la gloria como del Unigénito
Hijo con el Padre: ese era su carácter; la gloria del Unigénito es la misma
gloria de Dios. Nada puede ser más claro que esta declaración. Esta es
reiterada en la enfática manera del apóstol en los vv. 17,18: porque la ley fue
dada por Moisés, y la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. Nadie jamás
ha visto a Dios; el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, Él le ha
declarado." Aquí tenemos el mismo contraste con la ley, cuando Dios moraba
invisible en la oscuridad; la misma gracia y verdad como el carácter en el cual
Cristo ha venido ahora. ¿Y quién es el que declara, al Padre solamente ahora?
El Unigénito Hijo del Padre, que está en Su seno. No Uno que "está" ahora;
esa no es la fuerza de la expresión, sino "Uno estando"_ o que
siempre está_ allí. Negar que Él sea el Hijo siempre sería tanto como negar que
el Padre haya sido siempre el Padre. Esto sería la negación de las relaciones
divinas_ hacer al "Padre" no un nombre real o esencial de Dios, sino
solo un carácter asumido por Él en el tiempo. Esto rebajaría insondablemente
todo el carácter de la revelación. Pero es el Hijo Unigénito que de este modo
está en el seno del Padre; es Él, y no otro; no siempre encarnado, pero siempre
el Unigénito_ el Hijo divino y eterno.
Una vez más, en
el cap.3 tenemos la verdad de estas relaciones divinas doblemente presionadas,
de acuerdo a la manera del apóstol. Las familiares palabras del v.17 están
llenas de esto en el mismo corazón del evangelio: "porque de tal manera
amó Dios al mundo que dio a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él
cree no perezca sino que tenga vida eterna." Esta es la clara prueba de
este amor de Dios que fue Su Hijo Unigénito al cual dio; y entonces todas las
bendiciones dependen de la recepción de este don. "Porque no envió a Dios
a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo pueda ser
salvo a través de Él." Aquí, ¡cuán claro es que Él era el Unigénito Hijo
antes de que viniese al mundo; y el amor divino fue manifestado al enviar Dios
de este modo al objeto de Su amor!
Casi
solamente he citado textos de las Escrituras, que son suficientemente claros
como para necesitar algún extenso comentario, que solo los oscurecería. Nuestra
fe en este se mostrará solo en el justo gozo de nuestra adoración aquí en
presencia de la cámara de Dios a quien hemos sido llevados.
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