Capitulo
tres.
Triple
apostasía (Judas 11-19)
Judas nos
presenta una apostasía triple. Él los identifica como, "el camino de
Caín,", "el error de Balaam," y "la rebelión de Coré"
El camino
de Caín (Judas 11a)
Estrictamente hablando hay
solo dos religiones en el mundo, la verdadera religión, la señalada por Dios, y
la falsa religión, el producto del propio pensamiento del hombre. La
primera es la religión de fe, la segunda de credulidad o superstición, en cualquier
forma que ésta pueda aparecer.
En el comienzo Dios hizo conocer al
hombre culpable que la muerte y el juicio eran su porción justa, que solo
podían ser evitadas por el sacrificio de la Simiente de la mujer. En la
plenitud del tiempo Él aparecería como el Salvador del pecador, quebrantando la
cabeza de la serpiente, aunque Él mismo sería herido en el calcañar. Esta fue
la revelación en el huerto de Edén (Gén.3:15). En acuerdo con esta revelación,
la fe enseñó a aquellos que serán salvos por gracia, la forma adecuada de
acercarse a Dios, el Santo, sobre el fundamento del sacrificio. Cada sangriento
sacrificio señalaba a Jesús quien debía ser hecho pecado de manera que el
hombre culpable pudiese ser libertado de sus pecados y poder estar ante
el trono del Altísimo sin ser condenado. Por tanto leemos, "Por fe Abel
ofreció más excelente sacrificio que Caín, por el cual obtuvo testimonio de que
era justo, testificando Dios de sus dones y estando muerto, aun
habla" (Heb.11:4). Abel no ofreció su sacrificio por intuición,
sino por fe, a través de una revelación comprendiendo el pensamiento de Dios.
Él llevó un sacrificio que hablaba de una vida perdida, un sustituto santo,
cuya muerte vicaria tomaría el lugar del culpable. Este cordero de Abel habla
fuertemente, aunque aquel que lo ofrecía ha sido contado con la muerte de
Cristo.
Este es el corazón del evangelio:
"Cristo murió por los impíos" (Rom.5:6). "Él fue herido por
nuestras transgresiones, y quebrantado por nuestras iniquidades, el castigo de
nuestra paz fue sobre él; y por Sus heridas fuimos nosotros sanados"
(Isa.53:5). "Es la sangre la que hace expiación por el alma"
(Lv.17:11). En todo lugar en las Escrituras se da el mismo testimonio,
porque "sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados"
(Heb.9:22).
Ahora esto es exactamente lo que, en
principio, Caín negaba. Él llevó una ofrenda a Dios de acuerdo a los impulsos
de su propio corazón "engañosos sobre todas las cosas es el corazón, y
desesperadamente malo" (Jer.17:9), como lo es el corazón de cada hombre
natural. Su sacrificio parecía justo y hermoso: los frutos de la tierra,
producidos por el trabajo y la labor. Pero no había allí reconocimiento
del verdadero carácter del pecado y su castigo. La sentencia de muerte
por parte de Dios a causa del pecado es negada; por tanto ninguna vida es
presentada, ni sangre derramada. Esta es la religión natural como opuesta
a lo que ha sido divinamente revelado. El fruto de Caín ilustra el esfuerzo del
hombre por alcanzar todo lo que es hermoso en carácter, y bello logro
humano. Estas cosas realmente son bellas si son el fruto de la gracia divina si
ya existente en el alma. Pero no son de ninguna utilidad para satisfacer las
demandas de la justicia divina, o para purificar la conciencia y limpiar el
alma de la mancha del pecado. Es claro que el "camino de Caín" es un
titulo comprensivo, abarcando cada forma de enseñanza o ceremonia o culto
religioso que ignora la necesidad de la expiación vicaria de nuestro
Señor Jesucristo.
Los ritos y ceremonias en lugar de
la simple fe en Cristo y la sutil especulación de los modernos sistemas
religiosos tienden a deificar al hombre en su propia estimación libertándolo
del "degradante pensamiento" de que él es un pecador
necesitado de un Salvador. Estas religiones humanistas brotan de la misma
cosa del orgullo del corazón humano. Este orgullo sustituye las nociones de la
mente no regenerada por la revelada verdad de la palabra de Dios. Estas
"religiones" son solamente formas diferentes de una común religión
humana — el
camino de Caín — y solo
pueden guiar a engañados seguidores a compartir el destino y condenación de
Caín.
Cada "nueva teología" del
día es tan antigua como la creación caída. Esto fue ilustrado en los delantales
de hojas de higuera que Adán y Eva se hicieron; después fue cristalizado,
en la ofrenda de Caín. Cada pecador que está demasiado orgulloso para admitir
su culpabilidad y confiar en el sacrificio expiatorio del Cristo de Dios es un
seguidor del camino de Caín, cual sea la forma que su superstición pueda haber
tomado. Miles que siguen este camino consideran a Cristo como un mártir
siguiendo solamente su propia conciencia. Ellos pisotean el valor
expiatorio de la sangre de Cristo y orgullosamente se atreven a
acercarse a un Dios santo con los frutos y flores de la naturaleza: las
obras de sus manos.
De este modo con prontitud,
rechazando el ministerio del Espíritu Santo, estos seguidores de Caín se
entregan a la segunda apostasía.
Tres veces en el Nuevo
Testamento leemos acerca de Balaam, el falso profeta que "enseñó
a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel" (Apocalipsis
2:14). En un pasaje muy similar al que está ante nosotros, Pedro escribe del
"camino de Balaam" (2ª Pedro 2:15). El Cristo glorificado, en
Apocalipsis 2:14 habla de "la doctrina de Balaam." Y aquí en el
v.11, Judas menciona su error. Que las tres cosas están
íntimamente relacionadas es evidente. Del error de Balaam brota su camino y
doctrina. Él fue un sorprendente ejemplo de aquellos cuyo único objeto de
piedad es la codicia. Ellos consideran justo y propio que la religión sea
usada para ministrar a las ventajas personales de uno. León décimo fue un
verdadero discípulo de Balaam cuando exclamó a sus cardenales: "¡Qué cosa
provechosa ha sido este mito acerca de Jesús para nosotros!" Este
fue también el pensamiento de Simón el mago en Hechos 8:18-19. Cada persona, de
cualquier secta o sistema, que entre en el ministerio religioso solamente
por ganancias financieras ha seguido el error de Balaam.
La historia de Balaam, como
está registrada en el libro de Números, es intensamente solemne. Él "amó
las pagas de injusticia" (2ª Pedro .2:15). Mientras profesaba ser un
profeta de Dios, él se esforzó por prostituir su sagrado oficio en vista a la
acumulación de riquezas. A veces detenido por temor y en otras ocasiones por un
sentido de propiedad, aún así él persistió en el esfuerzo de maldecir o
seducir al pueblo de Dios en vista a sus propias ventajas. Él está ante nosotros
marcado sobre las páginas de la Biblia como uno que, por provechos y beneficios
temporales, ahogaría sus propias convicciones y extraviaría a aquellos que eran
dirigidos por él.
El terrible error está en el fondo
de la mayoría de los falsos sistemas religiosos. ¿Cuál de ellos existiría por
un solo momento sin la influencia del dinero? Trate de imaginar a falsos
maestros dando libre y gratuitamente lo que profesan creer que es divino,
sufriendo indeciblemente en vista a llevar adelante sus falsos evangelios a los
confines de la tierra, o muriendo triunfantemente para sellar su testimonio en
sangre como lo hicieron los primeros cristianos. Todos los sistemas humanos,
aunque ortodoxos exteriormente, vienen bajo el mismo título cuando se alejan de
la palabra de la verdad. Esta codicia los guía a agradar no a Dios sino a
los hombres. Solo se profetizan cosas confortantes, y verdades ofensivas
difícilmente son mencionadas, o completamente evitadas. Falsas doctrina
son enseñadas en vista a que los bolsillos de los impíos sean abiertos, y el
ministerio sea hecho una ocupación provechosa y honorable.
En la iglesia primitiva, los
seguidores de Cristo salieron con fe simple en dependencia del Señor, "no
tomando nada de los gentiles" (3 Jn.7). Como Eliseo, ellos rechazaron
cualquier cosa que pareciera un pago por el don de Dios. Como Abraham, ellos no
serían enriquecidos por el rey de Sodoma. Y como Pedro, rechazarían el indigno
dinero para que nada malo manchara su testimonio. Pero es muy diferente con los
"apóstoles populares" de una religión sin Cristo. Como Giezi, ellos
corren tras cada Naamán sanado y piden o demandan una retribución. Como
Lot, ellos levantan sus tiendas hacia, y después edifican una casa en Sodoma.
Como Simón el mago, cuyo mismo nombre da título al más odioso de todos los
pecados, ellos practican su simonía desvergonzadamente, y piensan que el
don de Dios puede ser comprado con dinero. Pero oscuras nubes de juicio se
están reuniendo sobre sus cabezas, y pronto ellos aprenderán, como Balaam, la
locura de proseguir tal mal.
La
rebelión de Coré (Judas 11c)
Coré representa la última de esta
impía trinidad de apostasía. El camino de Caín es la religión falsa. El error
de Balaam es el falso ministerio. La rebelión de Coré es la falsa adoración y
negación de la autoridad de Cristo.
Coré no era un sacerdote, y tampoco
lo era alguno de su rebelde compañía. Ellos eran levitas, cuya tarea era
atender el servicio exterior del tabernáculo. Pero impulsado por el orgullo
ellos se levantaron contra Moisés y Aarón (tipos de Cristo como "el
Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión"), y poner a un lado
al Ungido de Dios, trataron de forzar su camino a Su presencia como
sacerdotes y adorar ante Él sin una autorización o título divino. Este mismo
pensamiento prevalece hoy. Independientes e inflados con un sentido de su
propia importancia, hombres vanos se rebelan públicamente contra la autoridad
del Señor como Apóstol y Sacerdote. Ellos se atreven a acercarse a Dios
como adoradores aparte de Él, e ignorando Sus demandas. Esta es la levadura que
está leudando rápidamente a la cristiandad incrédula— la demanda de que todos los hombres son hijos de Dios. La declaración de
que ellos no necesitan mediación de un Sumo Sacerdote se escucha por todas
partes, y esto aumentará y extenderá a medida que el fin se acerque. Judas dice
de estos apostatas "perecieron en la contradicción de Coré" (Judas
11). Él habla de su condenación como una cosa ya establecida. Tan segura como
el juicio que vino sobre Coré y toda su compañía cuando la tierra
abrió su boca y ellos descendieron vivos al pozo, así alcanzará el juicio a
aquellos que se rebelan contra el Señor de gloria y siguen los pasos
de Coré.
Es precioso leer en Números 26:11,
"no obstante los hijos de Coré no perecieron". Vinculados como
ellos estaban por lazos naturales el orgulloso rebelde, los hijos de Coré
escogieron un curso diferente, y ellos son escuchados cantando en el Salmo 84:10,
"escogería más bien ser un portero en la casa de mi Dios, que morar en
tiendas de maldad." ¡Felices son todos aquellos que son contados en esta
misma santa compañía!
La
acusación divina de los malos obreros (Judas
12-13)
Hay algo inexpresablemente
solemne en esta severa acusación de aquellos que profesan ser seguidores
de Cristo y siervos de Dios, pero que realmente andan en un camino que ellos
mismos han escogido. En otras partes ellos son descritos como "enemigos de
la cruz de Cristo, cuyo fin es destrucción, cuyo dios es su vientre, y cuya
gloria es su vergüenza, que piensan en las cosas terrenales" (Filipenses 3:18-19).
Recuerde que toda la epístola de Judas es una advertencia, los malos obreros a
que se refiere no son los que se oponen a Cristo fuera del círculo de la
profesión, sino más bien estos que están dentro de la iglesia nominal que
hacen su profesión de fe en el Señor Jesús una cubierta para sus propios
codiciosos fines. Ellos a menudo son considerados líderes del pensamiento
cristiano y como campeones de la verdad y la justicia. Pero bajo la superficie
todo lo que ellos dicen y hacen, allí está la pública, o encubierta
negación de todo lo que realmente forma la piedad. Ellos son extraños al llamamiento
celestial; entonces su deseo y objeto es promover sus propios intereses
en este mundo. Ellos moran sobre la tierra. Ellos no saben nada de peregrinaje
en el sentido escritural. Su lugar y porción están en este mundo, no en el
cielo donde Cristo está sentado a la diestra de Dios.
Metáfora tras metáfora son usadas
por el Espíritu Santo para describir a estos falsos apóstoles y ministros de
injusticia. Cada fase es importante, y demanda una cuidadosa
consideración. "Estos son manchas en vuestras fiestas" (v.12).
Quizás, en lugar de "manchas," sería más claro si leemos, "rocas
ocultas." Tales son estos maestros apostatas. Rocas claramente
marcadas no son un gran peligro para el navegante. Son las rocas que están
ocultas, las que son más temidas. Si estos falsos maestros abiertamente
proclamaran su oposición a lo que los piadosos sostienen y estiman como
sagrado, su influencia sería pronto anulada. Pero, presentándose como abogados
de la verdad, ellos engañan los corazones de los simples con sus buenas
obras y hermoso modo de hablar.
La
expresión, "festejan con vosotros, sin temor”, muestra cuan
plenamente ellos han ganado la confianza de la mayoría. Ellos participan
sin temor en la santa comunión cristiana, pero nunca entran en espíritu de amor
y comunión con el Señor. Ellos observan las formas, pretendiendo piedad y
devoción, mientras todo el tiempo están buscando sus propios intereses.
"Apacentándose a sí
mismos," estos apostatas atienden a sus propios fines en lugar de
apacentar al rebaño de Dios. Los que debiesen alimentar a las ovejas y corderos
del rebaño de Cristo, los esquilan, y consideran como aquellos cuyo lugar es
contribuir a su honor, riqueza, y dignidad. La Escritura nada sabe de
distinción entre clérigo y laicos. Todos los creyentes son kleros (clérigo) de
Dios, su asignada porción. Si alguno se
levantase para actuar como pastor, guiando y preocupándose por
aquellos más débiles y menos instruidos, ellos hacen esto como un servicio
para el Señor, el Príncipe de los pastores. Estos ancianos piadosos "no
sirven por lucro, tampoco como señores de la heredad de Dios, sino como siendo
ejemplos de la grey" (1ª Pedro 5:1-4). A esta sincera devoción estos
engañosos obreros son completamente extraños. Sus verdaderos caracteres
son aun más gráficamente descritos en las metáforas tomadas de la naturaleza
que sigue inmediatamente.
"Nubes sin agua, llevadas por
los vientos". Grandes con promesas, pretensiosos e impresionantes, sus
expresiones son una desilusión a cualquiera que conoce el pensamiento de Dios
revelado en Su palabra. En lugar de refrescante lluvia de bendición espiritual
que acompaña su ministerio, allí solo hay vapores y ociosas amenazas. En lugar
de las certezas divinas, sus fantasiosas teorías y siempre cambiantes nociones
revelan el hecho que ellos mismos son arrastrados por todo viento de
enseñanza humana (Efesios 4:14), "están siempre aprendiendo, y nunca
son capaces de llegar al conocimiento de la verdad" (2ª Timoteo 3:7)
Ellos además son descritos como
"árboles cuyo fruto se seca, dos veces muertos, arrancados de las
raíces." Teniendo una hermosa apariencia exterior, ellos son como
árboles que en el tiempo de fruto producen solo hojas como la higuera maldecida
por el Señor, que se secó de las raíces. Estos realmente están "dos
veces muertos;" porque están muertos en delitos y
pecados," y muertos también en su falsa profesión. "Toda
planta," dijo el Señor Jesús, "que mi Padre celestial no ha plantado,
será arrancado" (Mateo 15:13). De este modo estos apóstoles ya son vistos,
en la estimación de Dios, como desarraigados. Al ojo del hombre ellos tienen
una hermosa apariencia en la carne, pero a la vista de Dios su juicio está ya
pronunciado.
Impacientes de restricción o
reprensión de alguna forma, ellos son después asemejados a "fieras ondas
del mar, espumando su propia vergüenza" (v.13). Ellos no sienten
vergüenza o remordimientos de lo que dicen o hacen. Por su misma forma de
hablar muestran la verdadera condición de sus rebeldes corazones cuando son
confrontados con la palabra de Dios que expone la vanidad de sus argumentos.
"El injusto no conoce vergüenza" (Sofonías 3:5), sino que más
bien se glorían en su mal ante Dios y el hombre. Es una bendición para aquellos
que se aferran al Señor que ha puesto límites al mar, como en la naturaleza,
más allá de lo que su ira no puede ir. Él hace que la ira del hombre que le
alabemos, y el resto de la ira la restringe (ver Salmo 76:10)
La última descripción de los
apostatas retrata el destino que espera a aquellos que se burlan y juegan
con las cosas santas. Ellos son "estrellas errantes, para quienes
está reservada la oscuridad y las tinieblas para siempre." Como planetas
que se pierden al dejar su órbita natural, ellos fulguran por el momento, y
después se sumergen en la oscuridad a través de las insondables profundidades
del espacio se alejan más y más de la fuente de luz. Este será el fin de todos
aquellos que rechazan ahora la Luz de la vida, y prefieren encender su
propio fuego, y se rodean a sí mismos con chispas (Isaías 50:11). Solemnemente
el Espíritu Santo dice a cada hijo de la gracia, "de los tales
apártate" (2 Tim.3:5).
La
profecía de Enoc (Judas 14-15)
La fuente de información de Judas en
cuanto a esta profecía de Enoc "séptimo desde Adán" no es dada. Los
críticos han tratado de encontrar, pero con poco beneficio. Hay un libro
apócrifo que lleva el nombre de Enoc que data de los tiempos
pre-cristianos. Este contiene lenguaje muy similar al registrado aquí, pero la
naturaleza del libro prohíbe el pensamiento que éste pueda ser igualado con las
Santas Escrituras. Aun así parece evidente en alguna forma, ya sea oralmente o
de manera escrita, que Dios ha visto adecuado preservar la profecía de
Enoc. Esta fue parcialmente cumplida en el diluvio. Judas, por
inspiración divina, declaró que un más completo cumplimiento espera al retorno
del Señor Jesús para tomar venganza de todos los que han rechazado Su gracia
y despreciado al Espíritu Santo.
Lo que es mencionado aquí en los
versos 14-15 es algo completamente diferente del feliz evento predicho en
Juan 14:1-3; 1ª Corintios 15:51, y 1ª Tesalonicenses 4:13-18. En estas
escrituras, el tema es el retorno del Señor para llevar a Sus santos al cielo,
delo cual el rapto de Enoc es un tipo. Esto podría tener lugar antes de
que el lector deje de leer este libro. En un momento, el Señor puede descender
y llamar a los Suyos para salir a Su encuentro en los aires. Pero esto no será
una manifestación pública ante el mundo. Esa manifestación tendrá lugar
después. Mientras el tribunal de Cristo y las bodas del Cordero tengan lugar en
el cielo, sobre la tierra la apostasía se levantará a su más plena altura en la
revelación y aceptación del anticristo, y el absoluto rechazo de todo lo
que es de Dios. Después, cuando la copa de culpabilidad de la cristiandad
sea plena, el Señor vendrá a la tierra con miríadas de Sus redimidos
y ángeles no caídos para ejecutar el juicio por largo tiempo predicho sobre los
que desprecian Su palabra.
Una expresión muy similar ocurre
en Zacarías 14: "El Señor mi Dios vendrá y con Él todos Sus santos"
(Zacarías 14:5). En cada pasaje "santos" en sí misma, no se
refiere necesariamente a humanidad redimida. Los ángeles también son referidos
como "santos", y algunos por tanto quisieran limitar la expresión
solo a ellos. Pero la Escritura enseña claramente el doble aspecto de la
segunda venida del Señor. Él está viniendo por Sus santos (Juan 14:3; 1ª Tesalonicenses
4:15-17). Él está también viniendo con ellos (Colosenses 3:4). Tomados
para salir a Su encuentro mientras El descienda con voz de mando, ellos
retornarán con Él en manifestada gloria, entonces la profecía de Enoc y
Zacarías serán cumplidas. Posteriormente reinará la justicia. Cada
enemigo será destruido, Los impíos engañadores no se beneficiaran
más por medio de una profesión del Cristianismo, mientras
secretamente minan y debilitan la fe de los elegidos de Dios. A cada uno se le
dará conforme a sus obras.
Mientras el actual periodo (desde la
cruz hasta la venida del Señor) dure, Dios soporta a hombres pecadores
con mucha paciencia. Pero cuando este periodo termine, el día del
Señor comenzará, cuando Aquel que ha estado por largo tiempo silencioso
se levantará para actuar en juicio sobre aquellos que han enseñado
herejías blasfemas y condenables. Entonces hombres apostatas,
que han despreciado la palabra de verdad, aprenderán demasiado tarde que
"toda escritura es dada por inspiración de Dios."
Lector, ¡pruebe su corazón ahora y
pregúntese cómo estará usted entonces!
Separatistas
impíos (Judas 16-19)
Justo como el verdadero siervo del
Señor sostiene no solo la doctrina de Cristo, sino que se encomienda a sí
mismo por desplegar los frutos del Espíritu, del mismo modo los falsos
apóstoles de Satanás no solo niegan la verdad, sino que despliegan señales
características que pronto los revelará como lobos vestidos de ovejas. Ellos
pueden intentar hablar como creyentes, pero sus hábitos y caminos los delatan.
Como la multitud mezclada que subió
de Egipto, en compañía del redimido Israel, aquellos de quien habla Judas
nos advierte como siendo murmuradores y quejumbrosos. Nunca habiendo
aprendido la lección inicial de sujeción a Dios, ellos pronto encontraron el
camino de obediencia exterior a Su palabra increíblemente fastidioso,
porque "la mente carnal no se sujeta a la ley de Dios, tampoco puede
hacerlo" (Romanos 8:7). Por tanto ellos continuamente objetan los
más claros preceptos de las Santas Escrituras.
Deseando solo agradarse a sí
mismos, ellos andan desvergonzadamente tras sus propias codicias, usando
su sagrado llamamiento como una escalera para obtener ganancias mundanas y
honores eclesiásticos. Ellos no comprenden un servicio abnegado por la causa de
Cristo, o estando constreñidos por Su amor invencible. Aun así ellos se
resienten con indignación ante la sugerencia que la ambición por el dinero y el
poder es el principio controlador de sus vidas. Pero Aquel que ve no como ve el
hombre los ha visto a través de todo su curso, y aquí registra su verdadero
carácter.
Con palabras infladas salen de
labios y se jactan del progreso y logros humanos, mientras olvidando el
terrible hecho que la voluntad del hombre, hasta subyugado por la gracia
divina, es tan opuesta a Dios como en el pasado. Ellos olvidan la pecaminosidad
del hombre, obstinada voluntad que colgó al Hijo de Dios en una cruz y derramó
juicio sobre Su consagrada cabeza.
La quinta acusación contra estos
obreros fraudulentos es una a la que muchos están ahora acostumbrados que
nunca imaginan como siendo una señal especial de apostasía admirar a
personas por causa de beneficios personales. La extensión a la cual las
adulaciones públicas sobre dignatarios de la iglesia son vergonzosas y
repugnantes. La adulación es llevada a tal extremo como siendo claramente
nauseabunda. Pero esto está a la orden del día, y vendrá a ser crecientemente
prevalente como es el hombre, y éste, pulgada tras pulgada se pondrá en el
lugar de Dios. La consumación de este mal se encuentra en el hombre de pecado
descrito en 2ª Tesalonicenses 2. La deificación de la humanidad y el humanizar
de la deidad en los pensamientos de los hombres es el resultado natural
de todo esto. Cuán diferente era el espíritu de Eliú, quien declaró, "No
haré ahora acepción de personas, Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros.
Porque no sé hablar lisonjas; De otra manera, en breve mi Hacedor me
consumiría." (Job 32:21-22)
Es bueno para el alma ser guiada por
las Escrituras para recordar que nada que el hombre ve a su alrededor no
fue visto por Dios. La incredulidad y apostasía pueden abundar, pero nada toma
por sorpresa a Dios. La venida de los burladores, que andarán tras sus impíos
deseos, ha sido predicha desde el comienzo. Los apóstoles advirtieron del
declinamiento espiritual que caracterizaría los últimos días.
Los creyentes no deben ser
alcanzados por el temor y melancolía cuando ve a maestro tras maestro
apostatando de la verdad, y el amor de muchos enfriándose, mientras la
enseñanza errónea arrastra a muchos. Como el profeta, ellos pueden estar preparados
a clamar, "la verdad es botada en las calles, y la equidad no puede
entrar. Si, la verdad falla, y el que se aleja del mal se hace a sí mismo
una presa." Pero Isaías también añade, "Y el derecho se
retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la
equidad no pudo venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del
mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque
pereció el derecho." (Isaías 59:14-15). Ellos serán estimulados de saber
que el prevalente mal ha sido visto de antemano por Dios desde tiempos eternos.
De hecho ellos no esperarían nada más. Los eventos que ven alrededor los
establece firmemente en la verdad de las Escrituras. Todo esto debe
ocurrir antes de la venida del Rey de reyes y Señor de señores. Por tanto ellos
son fortalecidos en la realización de que estas mismas tinieblas
introducirán el brillo de la Estrella de la Mañana, y el levantamiento en
gloria del Sol de Justicia. La profecía es una "lámpara que alumbra en
lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana se levante
en vuestros corazones" (2 Ped.1:19). Guiado por esta seguro y
constante destello, el humilde hijo de Dios no será deslumbrado por
pretensiones, no desalentado por la mala influencia de estos altivos
resistidores de la verdad.
"Estos son los que causan
divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu." (Judas 19). Estos
apostatas se apartan como un selecto círculo, pretendiendo haber alcanzado un
nivel de espiritualidad más allá del cristiano común. Existe una separación
espiritual y una carnal. La primera es separación del mal al llamado de la
palabra de Dios. La segunda es un andar aparte en imaginada superioridad,
guiados por orgullo y jactancia. Esto es lo que caracteriza a la clase
que Judas está retratando, en el día de su poder.
Se notará que Judas ha trazado para
nosotros el crecimiento de la apostasía. Él comenzó con malos obreros
introduciéndose encubiertamente, bajo cubierta de una profesión cristiana. Antes
de que él cerrase, ellos son ilustrados como habiendo abandonado todo temor,
como si su mismo poder hiciese el secreto innecesario. En lugar de
precaución tenemos un exagerado orgullo y superioridad hasta formar una
secta elitista que se arroga para sí misma toda la luz y privilegio
espiritual, como también la educación y erudición humana. Pero grandes palabras
infladas, aun cuando unidas a la más arrogante presunción, nunca puede destruir
la verdad de la palabra eterna. "La Escritura no puede ser quebrantada"
(Juan 10:35).
De la
palabra de Dios, como del Hijo de Dios, puede decirse, "Y el que
cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará."
(Mateo 21:44). Dios está silencioso ahora, mientras los hombres blasfeman
Su nombre y tropiezan en Su palabra. Pero pronto Él hablará desde el cielo,
entonces todos conocerán "con quien tienen que hacer" (Hebreos 4:13).
Entonces será revelado que aquellos que en su orgullo se oponen a Él son solo
hombres naturales sin el Espíritu. "El hombre natural no
recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son locura; tampoco puede
conocerlas, porque han de ser discernidas espiritualmente" (1ª Corintios 2:14).
Esto explica la dificultad que tienen muchos con relación a creer
en las grandes verdades de las Escrituras. Ellos son hombres
naturales, no regenerados, que intentan actuar como ministros de Cristo.
Pero su forma de hablar los delata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario