sábado, 6 de octubre de 2012

EXPOSICIÓN DE LA EPÍSTOLA DE JUDAS


Capitulo tres. 
Triple  apostasía  (Judas 11-19)
Judas nos presenta una apostasía triple. Él los identifica como, "el camino de Caín,", "el error de Balaam," y "la rebelión de Coré"

El camino de  Caín  (Judas 11a)
            Estrictamente  hablando hay solo dos religiones en el mundo, la verdadera religión, la señalada por Dios, y la falsa  religión, el producto del propio pensamiento del hombre. La primera es la religión de fe, la segunda de credulidad o superstición, en cualquier forma que ésta pueda aparecer.
            En el comienzo Dios hizo conocer al hombre culpable que la muerte y el juicio eran su porción justa, que solo podían ser evitadas por el sacrificio de la Simiente de la mujer. En la plenitud del tiempo Él aparecería como el Salvador del pecador, quebrantando la cabeza de la serpiente, aunque Él mismo sería herido en el calcañar. Esta fue la revelación en el huerto de Edén (Gén.3:15). En acuerdo con esta revelación,  la fe enseñó a aquellos que serán salvos por gracia, la forma adecuada de acercarse a Dios, el Santo, sobre el fundamento del sacrificio. Cada sangriento sacrificio señalaba a Jesús quien debía ser hecho pecado de manera que el hombre culpable  pudiese ser libertado de sus pecados y poder estar ante el trono del Altísimo sin ser condenado. Por tanto leemos, "Por fe Abel ofreció más excelente sacrificio que Caín, por el cual obtuvo testimonio de que era justo, testificando Dios de sus dones  y estando muerto, aun habla" (Heb.11:4).  Abel no ofreció su sacrificio por  intuición, sino por fe, a través de una revelación comprendiendo el pensamiento de Dios. Él llevó un sacrificio que hablaba de una vida perdida, un sustituto santo, cuya muerte vicaria tomaría el lugar del culpable. Este cordero de Abel habla fuertemente, aunque aquel que lo ofrecía ha sido contado con la muerte de Cristo.
            Este es el corazón del evangelio: "Cristo murió por los impíos" (Rom.5:6). "Él fue herido por nuestras transgresiones, y quebrantado por nuestras iniquidades, el castigo de nuestra paz fue sobre él; y por Sus heridas fuimos nosotros sanados" (Isa.53:5). "Es la sangre la que hace expiación por el alma" (Lv.17:11). En todo lugar en las  Escrituras se da el mismo testimonio, porque "sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados" (Heb.9:22).
            Ahora esto es exactamente lo que, en principio, Caín negaba. Él llevó una ofrenda a Dios de acuerdo a los impulsos de su propio corazón "engañosos sobre todas las cosas es el corazón, y desesperadamente malo" (Jer.17:9), como lo es el corazón de cada hombre natural.  Su sacrificio parecía justo y hermoso: los frutos de la tierra, producidos por el trabajo y la labor. Pero no había allí  reconocimiento del verdadero carácter  del pecado y su castigo. La sentencia de muerte por parte de Dios a causa del pecado es negada; por tanto ninguna vida es presentada, ni sangre derramada. Esta es la  religión natural como opuesta a lo que ha sido divinamente revelado. El fruto de Caín ilustra el esfuerzo del hombre por alcanzar todo lo que es  hermoso en carácter, y bello logro humano. Estas cosas realmente son bellas si son el fruto de la gracia divina si ya existente en el alma. Pero no son de ninguna utilidad para satisfacer las demandas de la justicia divina, o para purificar la conciencia y limpiar el alma de la mancha del pecado. Es claro que el "camino de Caín" es un titulo comprensivo, abarcando cada forma de enseñanza o ceremonia o culto religioso que ignora la necesidad de la  expiación vicaria de nuestro Señor Jesucristo.
            Los ritos y ceremonias en lugar de la simple fe en Cristo y la sutil especulación de los modernos sistemas  religiosos tienden a deificar al hombre en su propia estimación libertándolo del "degradante pensamiento" de que él es un pecador necesitado de un Salvador. Estas religiones humanistas brotan de la misma cosa del orgullo del corazón humano. Este orgullo sustituye las nociones de la mente no regenerada por la revelada verdad de la palabra de Dios. Estas "religiones" son solamente formas diferentes de una común religión humana  el camino de Caín  y solo pueden guiar a engañados seguidores a compartir el destino y condenación de Caín.
            Cada "nueva teología" del día es tan antigua como la  creación caída. Esto fue ilustrado en los delantales de hojas de  higuera que Adán y Eva se hicieron; después fue cristalizado, en la ofrenda de Caín. Cada pecador que está demasiado orgulloso para admitir su culpabilidad y confiar en el sacrificio expiatorio del Cristo de Dios es un seguidor del camino de Caín, cual sea la forma que su superstición pueda haber tomado. Miles que siguen este camino consideran a Cristo como  un mártir siguiendo solamente su propia conciencia. Ellos  pisotean el valor expiatorio de la sangre de  Cristo y orgullosamente se atreven a acercarse  a un Dios santo con los frutos y flores de la naturaleza: las obras de sus manos.
            De este modo con prontitud, rechazando el ministerio del Espíritu Santo, estos seguidores de Caín se entregan a la segunda apostasía.

El  error de  Balaam  (Judas 11b)
            Tres  veces en el Nuevo Testamento leemos  acerca de Balaam, el falso profeta que "enseñó a  Balac a poner  tropiezo ante los hijos de Israel" (Apocalipsis 2:14). En un pasaje muy similar al que está ante nosotros, Pedro escribe del "camino de  Balaam" (2ª Pedro 2:15). El Cristo glorificado, en Apocalipsis 2:14 habla de "la doctrina de Balaam."  Y aquí en el v.11, Judas  menciona su error. Que las tres cosas están íntimamente relacionadas es evidente. Del error de Balaam brota su camino y doctrina. Él fue un sorprendente ejemplo de aquellos cuyo único objeto de piedad es la codicia. Ellos consideran justo y propio que la  religión sea usada para ministrar a las ventajas personales de uno. León décimo fue un verdadero discípulo de Balaam cuando exclamó a sus cardenales: "¡Qué cosa provechosa  ha sido este mito acerca de Jesús para nosotros!" Este fue también el pensamiento de Simón el mago en Hechos 8:18-19. Cada persona, de cualquier  secta o sistema, que entre en el ministerio religioso solamente por ganancias financieras ha seguido el error de Balaam.
            La historia de  Balaam, como está registrada en el libro de Números, es intensamente solemne. Él "amó las pagas de injusticia" (2ª Pedro .2:15). Mientras profesaba ser un profeta de Dios, él se esforzó por prostituir su sagrado oficio en vista a la acumulación de riquezas. A veces detenido por temor y en otras ocasiones por un sentido de propiedad, aún así él  persistió en el esfuerzo de maldecir o seducir al pueblo de Dios en vista a sus propias ventajas.  Él está ante nosotros marcado sobre las páginas de la Biblia como uno que, por provechos y beneficios temporales, ahogaría sus propias convicciones y extraviaría a aquellos que eran dirigidos por él.
            El terrible error está en el fondo de la mayoría de los falsos sistemas religiosos. ¿Cuál de ellos existiría por un solo momento sin la influencia del dinero? Trate de imaginar  a falsos maestros dando libre y gratuitamente lo que profesan creer que es divino, sufriendo indeciblemente en vista a llevar adelante sus falsos evangelios a los confines de la tierra, o muriendo triunfantemente para sellar su testimonio en sangre como lo hicieron los primeros cristianos. Todos los sistemas humanos, aunque ortodoxos exteriormente, vienen bajo el mismo título cuando se alejan de la palabra de la verdad.  Esta codicia los guía a agradar no a Dios sino a los hombres. Solo se profetizan cosas confortantes, y verdades ofensivas difícilmente son mencionadas, o completamente evitadas.  Falsas doctrina son enseñadas en vista a que los bolsillos de los impíos sean abiertos, y el ministerio sea hecho una ocupación provechosa y honorable.
            En la iglesia primitiva, los seguidores de Cristo salieron con fe simple en dependencia del Señor, "no tomando nada de los gentiles" (3 Jn.7). Como Eliseo, ellos rechazaron cualquier cosa que pareciera un pago por el don de Dios. Como Abraham, ellos no serían enriquecidos por el rey de Sodoma. Y como Pedro, rechazarían el indigno dinero para que nada malo manchara su testimonio. Pero es muy diferente con los "apóstoles populares" de una religión sin Cristo. Como Giezi, ellos corren tras cada  Naamán sanado y piden o demandan una retribución. Como Lot, ellos levantan sus tiendas hacia, y después edifican una casa en Sodoma. Como Simón el mago, cuyo mismo nombre da título al más odioso de todos los pecados, ellos  practican su simonía desvergonzadamente, y piensan que el don de Dios puede ser comprado con dinero. Pero oscuras nubes de juicio se están reuniendo sobre sus cabezas, y pronto ellos aprenderán, como Balaam, la locura de proseguir tal mal.

La rebelión de  Coré  (Judas 11c)
            Coré representa la última de esta impía trinidad de apostasía. El camino de Caín es la religión falsa. El error de Balaam es el falso ministerio. La rebelión de Coré es la falsa adoración y negación de la autoridad de Cristo.
            Coré no era un sacerdote, y tampoco lo era  alguno de su rebelde compañía. Ellos eran levitas, cuya tarea era atender el servicio exterior del tabernáculo. Pero impulsado por el orgullo ellos se levantaron contra Moisés y Aarón (tipos de  Cristo como "el Apóstol  y Sumo Sacerdote de nuestra profesión"), y poner a un lado al Ungido de Dios, trataron de  forzar su camino a Su presencia como sacerdotes y adorar ante Él sin una autorización o título divino. Este mismo pensamiento prevalece hoy. Independientes e inflados con un sentido de su propia importancia, hombres vanos se rebelan públicamente contra la autoridad del Señor como Apóstol y Sacerdote.  Ellos se atreven a acercarse a Dios como adoradores aparte de Él, e ignorando Sus demandas. Esta es la levadura que está leudando rápidamente a la cristiandad incrédulala demanda de que todos los hombres son hijos de Dios. La declaración de que ellos no necesitan mediación de un Sumo Sacerdote se escucha por todas partes, y esto aumentará y extenderá a medida que el fin se acerque. Judas dice de estos apostatas "perecieron en la contradicción de Coré" (Judas 11). Él habla de su condenación como una cosa ya establecida. Tan segura como el juicio que vino sobre Coré y toda  su compañía cuando la tierra  abrió su boca y ellos descendieron vivos al pozo, así alcanzará el juicio a aquellos que se  rebelan contra el Señor de gloria y siguen los pasos de  Coré.
            Es precioso leer en Números 26:11, "no obstante los hijos de Coré no perecieron".  Vinculados como ellos estaban por lazos naturales el orgulloso rebelde, los hijos de Coré escogieron un curso diferente, y ellos son escuchados cantando en el Salmo 84:10, "escogería más bien ser un portero en la casa de mi Dios, que morar en tiendas de maldad." ¡Felices son todos aquellos que son contados en esta misma santa compañía!

La acusación divina de los malos obreros  (Judas 12-13)
            Hay algo inexpresablemente solemne  en esta severa acusación de aquellos que profesan ser seguidores de Cristo y siervos de Dios, pero que realmente andan en un camino que ellos mismos han escogido. En otras partes ellos son descritos como "enemigos de la cruz de Cristo, cuyo fin es destrucción, cuyo dios es su vientre, y cuya gloria es su vergüenza, que piensan en las cosas terrenales" (Filipenses 3:18-19). Recuerde que toda la epístola de Judas es una advertencia, los malos obreros a que se refiere no son los que se oponen a Cristo fuera del círculo de la profesión, sino más bien estos que están dentro de la iglesia  nominal que hacen su profesión de fe en el Señor Jesús una cubierta para sus propios codiciosos fines. Ellos  a menudo son considerados líderes del pensamiento cristiano y como campeones de la verdad y la justicia. Pero bajo la superficie todo lo que ellos dicen y hacen, allí está la pública, o encubierta  negación de todo lo que realmente forma la piedad. Ellos son extraños al llamamiento celestial; entonces su deseo y objeto es promover sus  propios intereses en este mundo. Ellos moran sobre la tierra. Ellos no saben nada de peregrinaje en el sentido escritural. Su lugar y porción están en este mundo, no en el cielo donde Cristo está sentado a la diestra de Dios.
            Metáfora tras metáfora son usadas por el Espíritu Santo para describir a estos falsos apóstoles y ministros de injusticia.  Cada fase es importante, y demanda una cuidadosa consideración. "Estos son manchas en vuestras fiestas" (v.12). Quizás, en lugar de "manchas," sería más claro si leemos, "rocas ocultas."  Tales son estos  maestros apostatas.  Rocas claramente marcadas no son un gran peligro para el navegante. Son las rocas que están ocultas, las que son más temidas. Si estos falsos  maestros abiertamente proclamaran su oposición a lo que los piadosos  sostienen y estiman como sagrado, su influencia sería pronto anulada. Pero, presentándose como abogados de la verdad,  ellos engañan los corazones de los simples con sus buenas obras y hermoso modo de hablar.
La  expresión, "festejan con vosotros, sin temor”,  muestra cuan plenamente ellos han ganado la confianza de la mayoría.  Ellos participan sin temor en la santa comunión cristiana, pero nunca entran en espíritu de amor y comunión con el Señor.  Ellos observan las formas, pretendiendo piedad y devoción, mientras todo el tiempo están buscando sus propios intereses.
            "Apacentándose a sí mismos," estos apostatas atienden a sus propios fines en lugar de apacentar al rebaño de Dios. Los que debiesen alimentar a las ovejas y corderos del rebaño de Cristo, los esquilan, y consideran como aquellos cuyo lugar es contribuir a su honor, riqueza, y dignidad. La Escritura nada sabe de distinción entre clérigo y laicos. Todos los creyentes son kleros (clérigo) de Dios,  su asignada porción. Si alguno se levantase  para actuar como pastor,  guiando y preocupándose por aquellos más débiles  y menos instruidos, ellos hacen esto como un servicio para el Señor, el Príncipe de los pastores. Estos ancianos piadosos "no sirven por lucro, tampoco como señores de la heredad de Dios, sino como siendo ejemplos de la grey" (1ª Pedro 5:1-4). A esta sincera devoción estos engañosos obreros son completamente extraños.  Sus verdaderos caracteres son aun más gráficamente descritos en las metáforas tomadas de la naturaleza que sigue inmediatamente.
            "Nubes sin agua, llevadas por los vientos". Grandes con promesas, pretensiosos e impresionantes, sus expresiones son una desilusión a cualquiera que conoce el pensamiento de Dios revelado en Su palabra. En lugar de refrescante lluvia de bendición espiritual que acompaña su ministerio, allí solo hay vapores y ociosas amenazas. En lugar de las certezas divinas, sus fantasiosas teorías y siempre cambiantes nociones revelan el hecho que ellos mismos  son arrastrados por todo viento de enseñanza  humana (Efesios 4:14), "están siempre aprendiendo, y nunca son capaces de llegar al conocimiento de la verdad" (2ª Timoteo 3:7)
            Ellos además son descritos como "árboles cuyo fruto se seca, dos veces muertos, arrancados de las raíces."  Teniendo una hermosa apariencia exterior, ellos son como árboles que en el tiempo de fruto producen solo hojas como la higuera maldecida por el Señor, que se secó de las raíces.  Estos realmente están "dos veces  muertos;" porque están muertos en delitos  y pecados,"  y muertos también en su falsa profesión.  "Toda planta," dijo el Señor Jesús, "que mi Padre celestial no ha plantado, será arrancado" (Mateo 15:13). De este modo estos apóstoles ya son vistos, en la estimación de Dios, como desarraigados. Al ojo del hombre ellos tienen una hermosa apariencia en la carne, pero a la vista de Dios su juicio está ya pronunciado.
            Impacientes de restricción o reprensión de alguna forma, ellos son después asemejados a "fieras ondas del mar, espumando su propia vergüenza" (v.13).  Ellos no sienten vergüenza o remordimientos de lo que dicen o hacen. Por su misma forma de hablar muestran la verdadera condición de sus rebeldes corazones cuando son confrontados con la palabra de Dios que expone la vanidad de sus argumentos. "El injusto no conoce vergüenza" (Sofonías 3:5),  sino que más bien se glorían en su mal ante Dios y el hombre. Es una bendición para aquellos que se aferran al Señor que ha puesto límites al mar, como en la naturaleza, más allá de lo que su ira no puede ir. Él hace que la ira del hombre que le alabemos, y el resto de la ira la restringe (ver  Salmo 76:10)
            La última descripción de los apostatas retrata el destino que espera a aquellos que se burlan y juegan  con las cosas santas.  Ellos son "estrellas errantes, para quienes está reservada la oscuridad y las tinieblas para siempre." Como planetas que se pierden al dejar su órbita natural, ellos fulguran por el momento, y después se sumergen en la oscuridad a través de las insondables profundidades del espacio se alejan más y más de la fuente de luz. Este será el fin de todos aquellos que  rechazan ahora la Luz de la vida, y prefieren encender su propio fuego, y se rodean a sí mismos con chispas (Isaías 50:11). Solemnemente el Espíritu Santo dice a cada hijo de la gracia, "de los tales apártate" (2 Tim.3:5).

La profecía de  Enoc  (Judas 14-15)
            La fuente de información de Judas en cuanto a esta profecía de Enoc "séptimo desde Adán" no es dada. Los críticos han  tratado de encontrar, pero con poco beneficio. Hay un libro apócrifo que lleva el nombre de  Enoc que data de los tiempos  pre-cristianos. Este contiene lenguaje muy similar al registrado aquí, pero la naturaleza del libro prohíbe el pensamiento que éste pueda ser igualado con las Santas Escrituras. Aun así parece evidente en alguna forma, ya sea oralmente o de manera escrita, que Dios ha  visto adecuado preservar la profecía de Enoc. Esta fue parcialmente cumplida  en el diluvio. Judas, por inspiración divina, declaró que un más completo cumplimiento espera al retorno del Señor Jesús  para tomar venganza de todos los que han rechazado Su gracia y despreciado al Espíritu Santo.
            Lo que es mencionado aquí en los versos 14-15 es algo completamente  diferente del feliz evento predicho en Juan 14:1-3; 1ª Corintios 15:51, y 1ª Tesalonicenses 4:13-18. En estas escrituras, el tema es el retorno del Señor para llevar a Sus santos al cielo, delo cual el rapto de Enoc es un tipo.  Esto podría tener lugar antes de que el lector deje de leer este libro. En un momento, el Señor puede descender y llamar a los Suyos para salir a Su encuentro en los aires. Pero esto no será una manifestación pública ante el mundo. Esa manifestación tendrá lugar después. Mientras el tribunal de Cristo y las bodas del Cordero tengan lugar en el cielo, sobre la tierra la apostasía se levantará a su más plena altura en la revelación y aceptación del anticristo,  y el absoluto rechazo de todo lo que es de Dios. Después,  cuando la copa de culpabilidad de la cristiandad sea plena,  el Señor vendrá a la tierra con miríadas de Sus redimidos y ángeles no caídos para ejecutar el juicio por largo tiempo predicho sobre los que desprecian Su palabra.
            Una expresión muy similar ocurre en  Zacarías 14: "El Señor mi Dios vendrá y con Él todos Sus santos" (Zacarías 14:5). En cada  pasaje "santos" en sí misma, no se refiere necesariamente a humanidad redimida. Los ángeles también son referidos como "santos",  y algunos por tanto quisieran limitar la expresión solo a ellos. Pero la Escritura enseña claramente el doble aspecto de la segunda venida del Señor. Él está viniendo por Sus santos (Juan 14:3; 1ª Tesalonicenses 4:15-17).  Él está también viniendo con ellos (Colosenses 3:4). Tomados para salir a Su encuentro mientras El descienda con voz de mando, ellos  retornarán con Él en manifestada  gloria, entonces la profecía de Enoc y Zacarías serán cumplidas. Posteriormente reinará la justicia.  Cada enemigo será destruido,  Los impíos engañadores  no se  beneficiaran más  por medio de  una profesión del  Cristianismo, mientras secretamente minan y debilitan la fe de los elegidos de Dios. A cada uno se le dará conforme a sus obras.
            Mientras el actual periodo (desde la cruz hasta la venida del Señor) dure, Dios soporta a hombres pecadores  con mucha  paciencia. Pero cuando este periodo termine,  el día del Señor comenzará, cuando Aquel que  ha estado por largo tiempo silencioso se levantará para  actuar en juicio sobre aquellos que han enseñado herejías  blasfemas  y condenables. Entonces  hombres apostatas, que han despreciado la palabra de verdad, aprenderán demasiado tarde que "toda  escritura es dada por inspiración de Dios."
            Lector, ¡pruebe su corazón ahora y pregúntese cómo estará usted entonces!

Separatistas  impíos  (Judas 16-19)
            Justo como el verdadero siervo del Señor sostiene no solo la doctrina de Cristo, sino que se encomienda  a sí mismo por  desplegar los frutos del Espíritu, del mismo modo los falsos apóstoles de Satanás no solo niegan la verdad, sino que despliegan señales características que pronto los revelará como lobos vestidos de ovejas. Ellos pueden intentar hablar como creyentes, pero sus hábitos y caminos los delatan.
            Como la multitud mezclada que subió de Egipto, en compañía del redimido Israel,  aquellos de quien habla Judas nos advierte como siendo murmuradores y quejumbrosos.  Nunca habiendo aprendido la lección inicial de sujeción a Dios, ellos pronto encontraron el camino de obediencia  exterior a Su palabra increíblemente fastidioso, porque "la mente carnal no se sujeta a la ley de Dios, tampoco puede hacerlo" (Romanos 8:7). Por tanto ellos  continuamente objetan los más claros preceptos de las Santas Escrituras.
            Deseando solo  agradarse a sí mismos, ellos  andan desvergonzadamente tras sus propias codicias, usando su sagrado llamamiento como una escalera para obtener ganancias mundanas y honores eclesiásticos. Ellos no comprenden un servicio abnegado por la causa de Cristo, o estando constreñidos por Su amor invencible. Aun así ellos se resienten con indignación ante la sugerencia que la ambición por el dinero y el poder es el principio controlador de sus vidas. Pero Aquel que ve no como ve el hombre los ha visto a través de todo su curso, y aquí registra su verdadero carácter.
            Con palabras infladas salen de labios y se jactan  del progreso y logros humanos, mientras olvidando el terrible hecho que la voluntad del hombre, hasta subyugado por la gracia divina, es tan opuesta a Dios como en el pasado. Ellos olvidan la pecaminosidad del hombre, obstinada voluntad que colgó al Hijo de Dios en una cruz y derramó juicio sobre Su consagrada cabeza.
            La quinta acusación contra estos obreros fraudulentos es una a la que muchos están ahora acostumbrados que nunca  imaginan como siendo una señal especial de apostasía admirar a personas  por causa de beneficios personales. La extensión a la cual las adulaciones públicas sobre dignatarios de la iglesia son vergonzosas y repugnantes. La adulación es llevada a tal extremo como siendo claramente nauseabunda. Pero esto está a la orden del día, y vendrá  a ser  crecientemente prevalente como es el hombre, y éste, pulgada tras pulgada se pondrá en el lugar de Dios. La consumación de este mal se encuentra en el hombre de pecado descrito en 2ª Tesalonicenses 2. La deificación de la humanidad y el humanizar de la deidad en los pensamientos de los hombres es el resultado  natural de todo esto. Cuán diferente era el espíritu de Eliú, quien declaró, "No haré ahora acepción de personas, Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Porque no sé hablar lisonjas; De otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría." (Job 32:21-22)
            Es bueno para el alma ser guiada por las  Escrituras para recordar que nada que el hombre ve a su alrededor no fue visto por Dios. La incredulidad y apostasía pueden abundar, pero nada toma por sorpresa a Dios. La venida de los burladores, que andarán tras sus impíos deseos, ha sido predicha desde el comienzo. Los apóstoles advirtieron  del declinamiento espiritual que caracterizaría los últimos días.
            Los creyentes no deben ser alcanzados por el temor y melancolía cuando ve a maestro tras maestro apostatando de la verdad, y el amor de muchos enfriándose, mientras la enseñanza errónea arrastra a muchos. Como el profeta, ellos pueden estar preparados a clamar, "la verdad es botada en las calles, y la equidad no puede entrar. Si,  la verdad falla, y el que se aleja del mal se hace a sí mismo una presa."  Pero Isaías  también añade, "Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho." (Isaías 59:14-15). Ellos serán estimulados de saber que el prevalente mal ha sido visto de antemano por Dios desde tiempos eternos. De hecho ellos no esperarían nada más. Los eventos que ven alrededor los establece firmemente en la verdad de las  Escrituras. Todo esto debe ocurrir antes de la venida del Rey de reyes y Señor de señores. Por tanto ellos son fortalecidos en la realización de que estas mismas  tinieblas introducirán  el brillo de la Estrella de la Mañana, y el levantamiento en gloria del Sol de Justicia. La profecía es una "lámpara que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana se levante en vuestros corazones" (2 Ped.1:19).  Guiado por esta seguro y constante destello, el humilde  hijo de Dios no será deslumbrado por pretensiones, no desalentado por la mala influencia de estos altivos resistidores de la verdad.
            "Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu." (Judas 19). Estos apostatas se apartan como un selecto círculo, pretendiendo haber alcanzado un nivel de espiritualidad más allá del cristiano común. Existe una separación espiritual y una carnal. La primera es separación del mal al llamado de la palabra de Dios. La segunda es un andar aparte en imaginada superioridad, guiados por orgullo y jactancia. Esto es lo que caracteriza  a la clase que Judas está retratando, en el día de su poder.
            Se notará que Judas ha trazado para nosotros el crecimiento de la apostasía. Él comenzó con malos obreros introduciéndose encubiertamente, bajo cubierta de una profesión cristiana. Antes de que él cerrase, ellos son ilustrados como habiendo abandonado todo temor, como si su mismo poder hiciese  el secreto innecesario. En lugar de precaución  tenemos un exagerado orgullo y superioridad hasta formar una secta elitista que se arroga para sí misma toda la luz  y privilegio espiritual, como también la educación y erudición humana. Pero grandes palabras infladas, aun cuando unidas a la más arrogante presunción, nunca puede destruir la verdad de la palabra eterna. "La Escritura no puede ser quebrantada" (Juan 10:35).
            De la palabra de  Dios, como del Hijo de Dios, puede decirse, "Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará." (Mateo 21:44). Dios está silencioso ahora, mientras  los hombres  blasfeman Su nombre y tropiezan en Su palabra. Pero pronto Él hablará desde el cielo, entonces todos conocerán "con quien tienen que hacer" (Hebreos 4:13). Entonces será revelado que aquellos que en su orgullo se oponen a Él son solo hombres  naturales  sin el Espíritu. "El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son locura; tampoco puede conocerlas, porque han de ser discernidas espiritualmente" (1ª Corintios 2:14). Esto  explica  la dificultad que tienen muchos con relación a creer en las grandes  verdades de las  Escrituras.  Ellos son hombres naturales, no regenerados, que intentan  actuar como ministros de Cristo. Pero su forma de hablar  los delata.

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