Lectura. Juan 15. 1-27.
Por G. E. Russell
A. Introducción.
Cuando vivimos en
comunión diaria con el Señor Jesús y en obediencia a la Palabra preciosa de Él,
siempre hay fruto en nuestra vida y ésta resulta en verdadero gozo. En este
capítulo seguimos escuchando la enseñanza del Señor Jesús a los suyos y
encontramos después de hablar del “permanecer en El”, dice “Estas cosas os he
hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Ver1
11. ¿Quién no tiene el deseo de llevar mucho fruto en su vida para la gloria de
Dios, de llevar almas a los pies del Señor, y sobre todo crecer en la semejanza
de Cristo? Todos ¿Verdad? Entonces tenemos que “permanecer en El” y esto a su
vez nos da gozo y contentamiento. La dulzura de la presencia del Señor Jesús
con nosotros, y la gracia y* el poder de Su Espíritu en nuestros corazones,
serán manifestados por el gozo en nuestra vida cristiana. El fruto del Espíritu
es amor, gozo, paz. etc. Gal. 5: 22. No nos sorprende cuando el Apóstol Pablo,
en escribir su carta a los hermanos de la iglesia en Tesalónica les dice que
“en medio de gran tribulación, recibieron ía Palabra del Señor con gozo del
Espíritu Santo” 1 Tes. 1:6. También encontramos este mismo gozo en los hermanos
de las iglesias de Macedonia. A pesar de su profunda pobreza y en grande prueba
de tribulación, se abundó su gozo en el Señor. ¿Cómo podían gozarse en medio de
una vida de pruebas y tribulaciones? La obediencia a Cristo y a su Palabra es
el secreto. Todo creyente que le ama a Él y le sigue en una vida de devoción y
servicio, experimentará este gozo que es la fuerza de su vida cristiana. Neh.
8:10. Léase la epístola a los Filipenses. Es la epístola de gozo. Pablo era
prisionero cuando la escribía, pero en medio de muchas aflicciones se gozó su
corazón. Esto proviene del “permanecer en El” y del sujetarnos al Espíritu
Santo quien mora en nuestros corazones. Esta es la vida en abundancia.
Ahora, vamos a notar
tres cosas importantes en este capítulo. La primera es: Una Súplica,
“permaneced en mí”. La segunda, Una Exhortación, “Que es améis unos a otros”.
La tercera, Una Amonestación, “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os
perseguirán”.
A Una Súplica.
“Permaneced en mi” v.4. Sin duda, cuando el Señor Jesús hablaba de sí mismo
como la “vid verdadera” que llevó fruto siempre para Dios, tenía en mente las
escrituras del Antiguo Testamento que hablaban de Israel como “una vid
escogida”.
Dios esperaba que
Israel diese fruto en abundancia pero dio uvas silvestres. El profeta Isaías
describe al Dios de Israel como “el labrador” que había trabajado en su viña
con diligencia para que diese mucho fruto. Dice, “ciertamente la viña de Jehová
de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa
suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor” Is. 5:7.
¡Qué tristeza!
El Señor contemplaba a sus discípulos sentados alrededor
de la mesa aquella noche y esperaba que ellos se fructificasen y llevasen mucho
fruto para la gloria de Él. No habla ahora de Israel, sino de los discípulos y
de nosotros como aquellos que iban a componer la iglesia, y ésta llevaría mucho
fruto. Pero hay unas condiciones necesarias que el Señor exige de nosotros.
Debemos permanecer en él. Sin él nada podemos hacer Aquí encontramos el secreto
de la vida fructífera. “Como el pámpano no puede llevar por sí mismo, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mi” Juan. 15:4.
¿Qué quiere decir, “permanecer en El”? Creo que el Señor habla de la “comunión”
con él en la vida diaria. Nada puede compararse con el gozo de andar
diariamente en la cercana comunión con El. Esto incluye la meditación constante
en Su Palabra. He probado que ésta y la sujeción a ella nos fortalecen y
consecuentemente la vida nuestra lleva fruto para Dios. Hermanos vivamos cerca del
Señor, aprendamos la lección del permanecer en El, y así vamos a experimentar
el gran gozo de una vida muy útil y fructuosa para El ... El permanecer en El
incluye el reconocimiento total del Espíritu Santo de Dios en nuestros
corazones y la completa sujeción a su dirección y poder en nuestra vida. El
producirá siempre Su fruto de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
mansedumbre, y templanza” Gal. 5:22 • 23. ¿Qué podemos desear más que una vida
que refleja y manifiesta la mera vida y gloria del Señor Jesús? Aquí
encontramos la serenidad en lo íntimo, la sinceridad aparente, y la continencia
razonable Se manifestó este fruto admirable en la vida de José. Dios testifica
de la vida de él en estas palabras, “rama fructífera es José, rama fructífera
junto a una fuente...” Gen. 4*3:22 Léase los capítulos 3750 de Génesis y
examine cuidadosamente la vida de este hombre de Dios. Se enriquecerá el alma
suya. Que sea nuestro blanco espiritual, “el permanecer en El.”
B. Una Exhortación.
“Que os améis unos a
otros” v. 17. Aquí en esta exhortación a los discípulos, el Señor dice en
efecto, “que gobierne el AMOR dentro del círculo de los santos porque el odio
gobierna afuera en el círculo de los hombres del mundo”.
Notemos que la palabra del Señor aquí no es una
palabra liviana, si no es un MANDAMIENTO suyo que tenemos que obedecer. La
Palabra de Cristo es absoluta; es final. Lo que caracteriza el discípulo
verdadero del Señor es el amor para con los hermanos. El Señor Jesús dijo a los
suyos en el evangelio de Juan 13:35, “En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis AMOR los unos con los otros”. Este amor tiene que
manifestarse entre nosotros el pueblo de Dios y especialmente en nuestra vida y
testimonio en la iglesia. Solamente así llevaremos mucho fruto para la gloria
de Dios. Recuerdo que durante la segunda guerra mundial, los hermanos de las
asambleas de Nueva Zelandia, oyendo de la profunda pobreza y del sufrimiento de
los hermanos cristianos de Alemania, pidieron permiso de parte del Gobierno
para enviar paquetes de alimentos y ropa para el sostén de ellos. El gobierno
se lo concedió aunque estuvimos en guerra en contra de ese país. Fue el amor de
Cristo en nuestros corazones que nos conmovió a ayudar a nuestros hermanos. ¿No
somos del mismo cuerpo? Sí, y el amor tiene que manifestarse prácticamente. Se
mostró el amor de los santos en Filipos hacia el apóstol Pablo, cuando le
mandaron una dádiva una y otra vez para sus necesidades Pablo deseaba que “el
fruto abundara en la cuenta de ellos”, esto quiere decir que ellos participarán
en los triunfos del evangelio. Tal amor que expresa la comunión en una manera
práctica es agradable a Dios Escuchen las palabras de este devoto siervo de
Dios. “Pero todo lo he recibido, v tengo abundancia; estoy lleno, habiendo
recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable
a Dios”. Fil. L: 18 Que Dios nos guarde de corazones duros hacia nuestros
hermanos, de lenguas que critiquen a los santos, y de labios que hablen
mentiras. Tales son crueles y causan tanto dolor entre el pueblo amado de Dios.
Pablo dice “si no tengo AMOR nada soy.” “El amor es sufrido, es benigno, no
tiene envidia... no guarda rencor... no se goza de la injusticia... EL AMOR
NUNCA DEJA DE SER” 1 Cor. 13:48. “Que os améis unos a otros”.
C. Una amonestación.
“Si a mí me han
perseguido, también a vosotros os perseguirán”. Las palabras del Señor Jesús
nos indican la posición distinta del cristiano en este mundo, v.19... “Porque
no sois del mundo... por eso el mundo os aborrece”.
Pertenecemos a otro
reino, a otro mundo, a un reino espiritual, a una patria celestial. Aquí
vivimos en este mundo, pero no pertenecemos al mundo. Si vivimos como aquellos
que esperan a su Señor, podemos esperar que el mundo nos persiga. A veces nos
desprecia, otras veces nos burla, y a veces nos persigue. Nos cuesta llevar con
paciencia tal tratamiento, pero hermanos la Palabra de Dios nos anima, nos
fortalece. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada
vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se
ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas” 2 Cor. 4:1718 Leemos en parte la historia de Demas en las cartas de
Pablo. Era un hermano amado que trabajaba juntamente con el apóstol. Era un
colaborador fino con el siervo de Dios en sus labores en el evangelio Pero se
alejó del Señor, posiblemente a causa de las tribulaciones y Pablo en su última
carta le menciona en la siguiente forma. “Demas me ha dejado (desamparado),
amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” 2 Tim. 4:10. ¿N* es mejor terminar
la carrera bien? Principiamos bien, pero ¿qué del fin? Amados que nos guardemos
de las atracciones del mundo como siervos fieles del Señor quien nos compró con
su preciosa sangre. El apóstol Santiago nos amonesta con palabras fuertes. “¡Oh
almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?”
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de
Dios” Santiago 4:4. El apóstol expone la infidelidad da algunos cristianos y
les acusa del adulterio espiritual, que quiere decir, la idolatría y la
mundanalidad. El creyente que deja de seguir a Cristo y vuelve a buscar la
satisfacción en los placeres del mundo es como una mujer infiel que deja a su
esposo para buscar deleites carnales y sensuales con otros hombres. ¡Qué
vergüenza y deshonra para tal persona! Mejor es seguir a Cristo aunque el
camino nos conduzca por las tribulaciones. Cuando llegamos al fin del viaje, al
puerto deseado, y nos encontramos con nuestro Señor y contemplamos su rostro
radiante, ¿no será esto una recompensa abundante? Sí, la será hermanos.
Seamos como Caleb que cumplió su jornada siempre
siguiendo a su Señor. Así, nos será otorgada amplia y generosa entrada en el
reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
El Contendor por la Fe - Enero-Febrero-1970
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