lunes, 8 de agosto de 2016

La Enseñanza Central de Jesucristo

Lectura. Juan 15. 1-27.
Por G. E. Russell


A.   Introducción.
Cuando vivimos en comunión diaria con el Señor Jesús y en obediencia a la Palabra preciosa de Él, siempre hay fruto en nuestra vida y ésta resulta en verdadero gozo. En este capítulo seguimos escuchando la enseñanza del Señor Jesús a los suyos y encontramos después de hablar del “permanecer en El”, dice “Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Ver1 11. ¿Quién no tiene el deseo de llevar mucho fruto en su vida para la gloria de Dios, de llevar almas a los pies del Señor, y sobre todo crecer en la semejanza de Cristo? Todos ¿Verdad? Entonces tenemos que “permanecer en El” y esto a su vez nos da gozo y contentamiento. La dulzura de la presencia del Señor Jesús con nosotros, y la gracia y* el poder de Su Espíritu en nuestros corazones, serán manifestados por el gozo en nuestra vida cristiana. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz. etc. Gal. 5: 22. No nos sorprende cuando el Apóstol Pablo, en escribir su carta a los hermanos de la iglesia en Tesalónica les dice que “en medio de gran tribulación, recibieron ía Palabra del Señor con gozo del Espíritu Santo” 1 Tes. 1:6. También encontramos este mismo gozo en los hermanos de las iglesias de Macedonia. A pesar de su profunda pobreza y en grande prueba de tribulación, se abundó su gozo en el Señor. ¿Cómo podían gozarse en medio de una vida de pruebas y tribulaciones? La obediencia a Cristo y a su Palabra es el secreto. Todo creyente que le ama a Él y le sigue en una vida de devoción y servicio, experimentará este gozo que es la fuerza de su vida cristiana. Neh. 8:10. Léase la epístola a los Filipenses. Es la epístola de gozo. Pablo era prisionero cuando la escribía, pero en medio de muchas aflicciones se gozó su corazón. Esto proviene del “permanecer en El” y del sujetarnos al Espíritu Santo quien mora en nuestros corazones. Esta es la vida en abundancia.
Ahora, vamos a notar tres cosas importantes en este capítulo. La primera es: Una Súplica, “permaneced en mí”. La segunda, Una Exhortación, “Que es améis unos a otros”. La tercera, Una Amonestación, “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”.
A Una Súplica. “Permaneced en mi” v.4. Sin duda, cuando el Señor Jesús hablaba de sí mismo como la “vid verdadera” que llevó fruto siempre para Dios, tenía en mente las escrituras del Antiguo Testamento que hablaban de Israel como “una vid escogida”.
Dios esperaba que Israel diese fruto en abundancia pero dio uvas silvestres. El profeta Isaías describe al Dios de Israel como “el labrador” que había trabajado en su viña con diligencia para que diese mucho fruto. Dice, “ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor” Is. 5:7. ¡Qué tristeza!
El Señor contemplaba a sus discípulos sentados alrededor de la mesa aquella noche y esperaba que ellos se fructificasen y llevasen mucho fruto para la gloria de Él. No habla ahora de Israel, sino de los discípulos y de nosotros como aquellos que iban a componer la iglesia, y ésta llevaría mucho fruto. Pero hay unas condiciones necesarias que el Señor exige de nosotros. Debemos permanecer en él. Sin él nada podemos hacer Aquí encontramos el secreto de la vida fructífera. “Como el pámpano no puede llevar por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mi” Juan. 15:4. ¿Qué quiere decir, “permanecer en El”? Creo que el Señor habla de la “comunión” con él en la vida diaria. Nada puede compararse con el gozo de andar diariamente en la cercana comunión con El. Esto incluye la meditación constante en Su Palabra. He probado que ésta y la sujeción a ella nos fortalecen y consecuentemente la vida nuestra lleva fruto para Dios. Hermanos vivamos cerca del Señor, aprendamos la lección del permanecer en El, y así vamos a experimentar el gran gozo de una vida muy útil y fructuosa para El ... El permanecer en El incluye el reconocimiento total del Espíritu Santo de Dios en nuestros corazones y la completa sujeción a su dirección y poder en nuestra vida. El producirá siempre Su fruto de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre, y templanza” Gal. 5:22 • 23. ¿Qué podemos desear más que una vida que refleja y manifiesta la mera vida y gloria del Señor Jesús? Aquí encontramos la serenidad en lo íntimo, la sinceridad aparente, y la continencia razonable Se manifestó este fruto admirable en la vida de José. Dios testifica de la vida de él en estas palabras, “rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente...” Gen. 4*3:22 Léase los capítulos 3750 de Génesis y examine cuidadosamente la vida de este hombre de Dios. Se enriquecerá el alma suya. Que sea nuestro blanco espiritual, “el permanecer en El.”
B.   Una Exhortación.
“Que os améis unos a otros” v. 17. Aquí en esta exhortación a los discípulos, el Señor dice en efecto, “que gobierne el AMOR dentro del círculo de los santos porque el odio gobierna afuera en el círculo de los hombres del mundo”.
Notemos que la palabra del Señor aquí no es una palabra liviana, si no es un MANDAMIENTO suyo que tenemos que obedecer. La Palabra de Cristo es absoluta; es final. Lo que caracteriza el discípulo verdadero del Señor es el amor para con los hermanos. El Señor Jesús dijo a los suyos en el evangelio de Juan 13:35, “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis AMOR los unos con los otros”. Este amor tiene que manifestarse entre nosotros el pueblo de Dios y especialmente en nuestra vida y testimonio en la iglesia. Solamente así llevaremos mucho fruto para la gloria de Dios. Recuerdo que durante la segunda guerra mundial, los hermanos de las asambleas de Nueva Zelandia, oyendo de la profunda pobreza y del sufrimiento de los hermanos cristianos de Alemania, pidieron permiso de parte del Gobierno para enviar paquetes de alimentos y ropa para el sostén de ellos. El gobierno se lo concedió aunque estuvimos en guerra en contra de ese país. Fue el amor de Cristo en nuestros corazones que nos conmovió a ayudar a nuestros hermanos. ¿No somos del mismo cuerpo? Sí, y el amor tiene que manifestarse prácticamente. Se mostró el amor de los santos en Filipos hacia el apóstol Pablo, cuando le mandaron una dádiva una y otra vez para sus necesidades Pablo deseaba que “el fruto abundara en la cuenta de ellos”, esto quiere decir que ellos participarán en los triunfos del evangelio. Tal amor que expresa la comunión en una manera práctica es agradable a Dios Escuchen las palabras de este devoto siervo de Dios. “Pero todo lo he recibido, v tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios”. Fil. L: 18 Que Dios nos guarde de corazones duros hacia nuestros hermanos, de lenguas que critiquen a los santos, y de labios que hablen mentiras. Tales son crueles y causan tanto dolor entre el pueblo amado de Dios. Pablo dice “si no tengo AMOR nada soy.” “El amor es sufrido, es benigno, no tiene envidia... no guarda rencor... no se goza de la injusticia... EL AMOR NUNCA DEJA DE SER” 1 Cor. 13:48. “Que os améis unos a otros”.
C.   Una amonestación.
“Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”. Las palabras del Señor Jesús nos indican la posición distinta del cristiano en este mundo, v.19... “Porque no sois del mundo... por eso el mundo os aborrece”.
Pertenecemos a otro reino, a otro mundo, a un reino espiritual, a una patria celestial. Aquí vivimos en este mundo, pero no pertenecemos al mundo. Si vivimos como aquellos que esperan a su Señor, podemos esperar que el mundo nos persiga. A veces nos desprecia, otras veces nos burla, y a veces nos persigue. Nos cuesta llevar con paciencia tal tratamiento, pero hermanos la Palabra de Dios nos anima, nos fortalece. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” 2 Cor. 4:1718 Leemos en parte la historia de Demas en las cartas de Pablo. Era un hermano amado que trabajaba juntamente con el apóstol. Era un colaborador fino con el siervo de Dios en sus labores en el evangelio Pero se alejó del Señor, posiblemente a causa de las tribulaciones y Pablo en su última carta le menciona en la siguiente forma. “Demas me ha dejado (desamparado), amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” 2 Tim. 4:10. ¿N* es mejor terminar la carrera bien? Principiamos bien, pero ¿qué del fin? Amados que nos guardemos de las atracciones del mundo como siervos fieles del Señor quien nos compró con su preciosa sangre. El apóstol Santiago nos amonesta con palabras fuertes. “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” Santiago 4:4. El apóstol expone la infidelidad da algunos cristianos y les acusa del adulterio espiritual, que quiere decir, la idolatría y la mundanalidad. El creyente que deja de seguir a Cristo y vuelve a buscar la satisfacción en los placeres del mundo es como una mujer infiel que deja a su esposo para buscar deleites carnales y sensuales con otros hombres. ¡Qué vergüenza y deshonra para tal persona! Mejor es seguir a Cristo aunque el camino nos conduzca por las tribulaciones. Cuando llegamos al fin del viaje, al puerto deseado, y nos encontramos con nuestro Señor y contemplamos su rostro radiante, ¿no será esto una recompensa abundante? Sí, la será hermanos.
Seamos como Caleb que cumplió su jornada siempre siguiendo a su Señor. Así, nos será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
El Contendor por la Fe - Enero-Febrero-1970

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