VIII - El cuerpo y su vestimenta
La cabeza es vista en las Escrituras como el asiento de la vida y autoridad. Al
dar su vida, Jesús inclinó la cabeza, Juan 19.30. Herodías pidió la cabeza de
Juan Bautista, Mateo 14.7. “Levantará Faraón tu cabeza... quitará Faraón tu
cabeza”, Génesis 40.13, 19. Cristo es cabeza de todo hombre, 1 Corintios 11.3;
de la Iglesia, Colosenses 2.19; del universo, Efesios 1.22, Colosenses 2.10.
El cabello se relaciona con la gloria o dignidad de uno y la cabeza rapada es señal
de vergüenza. Para el orgulloso Absalón el cabello era símbolo de su hermosura
y para Sansón, de su separación y fuerza; para la rebelde Israel en la gran
tribulación, la cabeza rapada de la mujer simbolizará la nación, Isaías 3.24.
El control sobre el cabello exterioriza sumisión a una
autoridad superior: El nazareo tenía que dejarlo crecer, contrario a la
costumbre de sus conciudadanos; a los sacerdotes aprobados para servicio en el
templo milenario les será prohibido tanto raparse como dejarse crecer el
cabello por tiempo indefinido, Ezequiel 44.20; véase también Levítico 21.5. La
mujer cristiana deja crecer su cabello en señal de la gloria que Cristo ha
impartido a la Iglesia que es su cuerpo, pero el varón no deja crecer el suyo
en señal de que hay una autoridad superior a él en la iglesia, 1 Corintios 11.
La capa y la túnica parecen encerrar la idea de una debida relación de uno ante los demás;
o sea, la desnudez cubierta. Ejemplos tenemos en Adán y Eva; Booz con Rut;
Jeroboam con su capa nueva, queriendo gobernar toda la nación, pero fue rota la
capa, como sería la nación.
El cinto nos señala la preparación personal y la disposición de servir. Hechos
12.11. Una figura del Israel indolente fue el cinto podrido, Jeremías 13.1 al
11.
El velo o cualquier otra cubierta para la cabeza es señal de sumisión para la
mujer y vergüenza para el varón; la diferencia de interpretación se debe a que
ella es gloria del varón pero él es gloria de Cristo.
Este símbolo es parecido al del cabello para la dama,
pero con la diferencia de que la condición del cabello es de uso constante y de
un largo relativo, pero el cubrirse la cabeza es momentáneo. De allí la
diferencia en 1 Corintios 11; la cubierta se refiere a la reunión en iglesia.
Fue sólo al ver a su esposo que Rebeca tomó el velo, Génesis 24.65. David en su
destierro cubrió la cabeza y quitó los zapatos, 2 Samuel 15.30.
Cuando Amán supo de su derrota, cubrió la
cabeza, Ester 6.18. El varón no afrenta su cabeza en la congregación por cuanto
Cristo es su Cabeza. La vestidura en general revela el carácter o la condición
de uno. Tan pronto que pecaron nuestros primeros padres, ellos veían la
necesidad de cubrirse, Génesis 3.7. La última mención de vestiduras dice que
son las acciones justas de los santos, Apocalipsis 19.8. El creyente está
ordenado a vestirse en sentido figurativo: Efesios 4.24, 6.11, Colosenses 3.12,
1 Tesalonicenses 5.8.
El zapato o el calzado perece estar
relacionado con la seguridad y dignidad personal. Uno se quitaba los zapatos
para mostrar reverencia, Éxodo 3.5, y el calzado ajeno para mostrar repudio,
Deuteronomio 25.9, Rut 4.7. Vendieron al padre por un par de zapatos, Amos 2.6.
El creyente, como el hijo pródigo al regresar, se calza del evangelio, Efesios
6.15.
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