Pregunta: ¿Qué sucedió en la
cruz cuando Dios abandonó a Jesús, tal como Él dijo? ¿Fue lo divino retirado
enteramente, dejando sólo lo humano, o si no fue así, qué sucedió?
Respuesta: La unión de
lo divino y lo humano en la Persona de Cristo fue indisoluble desde el momento
de la encarnación. Fue un error característico de los Gnósticos imaginar una
separación cuando Él estaba a punto de padecer de manera expiatoria y morir. Y
el error es fatal para la eficacia divina de la expiación, así como también en
cuanto a la gloria perpetua de Su Persona. Él había sido uno que padeció de
parte del hombre todos Sus días en la tierra, y estos padecimientos se
intensificaron cuando Él colgaba en la cruz: ¡de qué manera los perros y los
toros de Basán, tal como lo expresa el Salmo 22, desahogaron su rencor
desvergonzado y su rabia desenfrenada en aquel entonces! Pero el Salmo comienza
con el hecho nuevo y solemne de que Dios Le desamparó - Le desamparó cuando el
hombre fracasó, desamparándole aun Sus discípulos y huyendo ellos, cuando Él
necesitaba más que todo compasión. Pero no: Él debía beber la copa hasta las
heces, debía ser hecho pecado, y llevar nuestros pecados en Su cuerpo en el madero,
debía tener a Dios, Su Dios, tratando con Él, como entregándose así Él mismo a
Dios como un sacrificio por el pecado, donde todo fue tinieblas y donde ni un
rayo de amable luz pudo entrar. Hasta entonces, Él había andado en el disfrute
sereno del amor de Su Padre; pero entonces Él debe experimentar, tal como Él lo
hizo hasta lo sumo, lo que Dios siente y debe ejecutar como el Juez del pecado,
y (en Su caso) de todos los pecados que fueron colocados sobre Su cabeza santa.
Esta fue la perfección de Su padecimiento, no meramente de parte del hombre
para justicia y amor, sino lo que fue peculiar a Él, y peculiar a aquel tiempo
de expiación, padecimiento de parte de Dios por el pecado debido a que Él fue
fiel al hombre y vino a salvar a pecadores. Solamente así pudo Dios ser
glorificado acerca del pecado; solamente así pudo el injusto ser justificado
para gloria de Dios y para la demostración plena de la gracia divina también,
como estableciendo el terreno para la justicia de Dios en Cristo. El insondable
amor a Dios y al hombre jamás fue tan demostrado en Él como cuando cargó así
nuestro juicio a manos de Dios en la cruz; pero por esa razón misma este no
podía ser un tiempo para que Cristo disfrutara de la comunión de Su amor y
deleite como siempre antes y siempre después. Este fue el cambio necesario en
aquel entonces.
William
Kelly
"The Bible Treasury" Vol. NS4, Mayo 1903,
página 272.-
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