miércoles, 12 de agosto de 2020

MEDITACIÓN

 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 

(1 Co 10:31)


            Cuando niño trabajé para un zapatero escocés llamado Dan Mackay, un cristiano sincero. Mi tarea consistía en martillar el cuero utilizado para las suelas de los zapatos. Debía tomar un pedazo de piel de vaca cortado al tamaño adecuado y empaparlo en agua. Luego, con un pequeño yunque sobre mis rodillas y con un martillo de cabeza plana, debía golpear estas suelas hasta que estuviesen duras y secas. Me parecía un trabajo sin fin y, a menudo, estaba exhausto.

            Lo que hacía mi trabajo aún más difícil era la presencia de la tienda de otro zapatero, algunas casas más lejos. Allí había hombre impío que invitaba al vecindario a participar de sus historias obscenas, historias que le causaban temor hasta a sus respetables padres. Sin embargo, de alguna manera, su trabajo parecía prosperar. Un día me di cuenta que no martillaba las suelas, sino que las tomaba del agua y las clavaba directamente, salpicando agua cada vez que hincaba un clavo. Cierto día me aventuré a entrar a su taller. Tímida- mente le dije: «Veo que usted fija las suelas mientras todavía están húmedas. ¿Es igual de bueno que fijarlas luego de martillarlas hasta dejarlas duras y secas?». Con una mirada maliciosa, me respondió: «¡De esta manera todos vuelven más rápido por este lugar, niño!»

            Pensando que había aprendido algo nuevo, le conté esto a mi jefe. El Sr. Mackay dejó lo que estaba haciendo, abrió su Biblia y me leyó lo siguiente: “Hacedlo todo para la gloria de Dios”. «Harry», me dijo, «no reparo zapatos sólo por el dinero que recibo de mis clientes. Lo hago por la gloria de Dios. Deseo ver apilado cada zapato que alguna vez repare en el tribunal de Cristo y no quiero que el Señor me diga en aquel momento: ‘Dan, hiciste un trabajo defectuoso’. Quiero que me diga: ‘Bien, buen siervo y fiel’». Luego me explicó que sólo algunos hombres son llamados a predicar, así que él fue llamado a arreglar zapatos, y que su testimonio contaría para Dios sólo si lo hacía bien (cf. Col. 3:23-25).

H.A. Ironside

Meditaciones Bíblicas Diarias:  El Señor está cerca

25 de Marzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario