domingo, 6 de diciembre de 2020

¿Cómo es que Cristo, siendo impecable, fue enviado por Dios “en semejanza de carne de pecado”?

 


Respuesta: La primera porción del bello capítulo 8 de Romanos habla de la libertad y la garantía de seguridad de no ir a la condenación que tiene todo creyente. Estas personas se caracterizan por ser controladas por el Espíritu Santo. ¿Cómo es que personas que anteriormente eran motivadas por la carne ahora viven por el Espíritu? Pablo explica que, en contraste con la incapacidad de la ley, Dios llevó a cabo su plan para tratar con el pecado a través de su Hijo. “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Ro 8.3).

            Es importante procurar citar las Escrituras con cuidado y fijarnos en las palabras exactas que utiliza el Espíritu Santo. Por ejemplo, no dice que el Hijo fue enviado “en semejanza de carne”. Eso negaría su humanidad real. Juan testifica que “aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Jn 1.14). Tampoco dice que fue enviado “en carne de pecado”. Eso significaría que vino con una naturaleza pecaminosa. Otra vez Juan nos recuerda: “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él” (1 Jn 3.5).

            Entonces, ¿qué aprendemos de la expresión “en semejanza de carne de pecado”? La frase que sigue nos informa que fue enviado “a causa del pecado”, o sea, para tratar con el pecado. De manera fundamental su llegada se debió al pecado nuestro. Trágicamente, toda carne humana ya venía contaminada por el pecado, y esa es la condición universal (Ro 3.23). Para poder rescatar a una raza perdida y condenada era necesario que Dios enviara a su Hijo, no solamente como Hijo de Dios, sino también como hombre. Para poder salvarnos era necesario que sufriera, muriera, y resucitara de los muertos, y ninguna de estas cosas habrían sido posibles sin la encarnación del Hijo de Dios. Entonces, fue enviado “en semejanza de carne de pecado”, o sea, se parecía a nosotros en todo aspecto observable. Sin embargo, había una diferencia importante: aunque vino en semejanza de carne de pecado, nunca fue contaminado por el pecado. El escritor a los hebreos lo explica así: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb 4.15). Romanos 8 nos presenta una esperanza emocionante. Dios quiere librarnos del pecado y erradicar completamente los efectos del pecado de nuestra humanidad, lo cual hará al resucitarnos y transformarnos (vv 10-11).

Timoteo Woodford 

No hay comentarios:

Publicar un comentario