Josías, el piadoso
La gracia no corre en la sangre de los hombres, ni las
damas heredan la virtud. Aunque Amón, el padre de este rey, era hombre impío y
dado al culto de las imágenes, Josías temía a Dios y hacía su voluntad. Era
niño de ocho años cuando fue coronado rey, y a los dieciocho años de edad
comenzó a buscar a Dios, o, en otras palabras, se convirtió al Señor.
Enseguida empezó a destruir toda clase de imagen que había en su país, llevando la reforma hasta los confines de su reino. El vicio y la criminalidad, que tanto habían crecido cuando el pueblo adoraba a los dioses con ojos que no veían y orejas que no oían, ya tuvieron que desaparecer, como hoy día desaparece el concubinato donde se predica el Evangelio de Cristo.
Estando
ocupados cierto día sus siervos en reparar el templo, encontraron un libro que
resultó ser
Escribió
el profeta Jeremías, quien vivía en esos tiempos: “Halláronse tus palabras, y
yo las comí”. Mas, al oír el rey el contenido del libro, se llenó de temor,
porque comprendía que Dios no podría menos que mandar sobre Israel el castigo que
merecía por su idolatría. El verdadero Dios es invisible, y en los diez
mandamientos dados por medio de Moisés Él ha prohibido la hechura de toda clase
de imagen, o cosa visible, sea cuadro o escultura, para venerarla.
¿Qué
debía hacer el rey? ¿Debía esconder la verdad de sus súbditos, o participárselo
todo, por hacerles leer el libro? Les hizo leer a todos su contenido,
creyéndoles capaces de hacerlo. Y, si la gente común podía comprender
Ya
pronto las cosas iban bien en el reino de Josías.
Hemos
notado la conversión del rey. Ninguna persona puede ser hijo de Dios sin ser
convertida. No se trata de un cambio de religión, sino de corazón. No son
exentos ni aun los reyes, ni los religiosos. Jesús le dijo a un maestro de
religión en su día: “Es necesario nacer otra vez”.
El rey
fue compungido de corazón por su pecado al hacer caso a
Pero, no contento con ser perdonado él no más, el rey hizo saber a los demás la gran verdad de su condición delante de Dios, para que ellos a su vez se arrepintieran. Así todo verdadero cristiano se interesa en propagar el Evangelio para que los demás sepan su necesidad y oportunidad. Dios quiere que todos los hombres sean salvos, y vengan al conocimiento de la verdad, 1 Timoteo 2.4.
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