domingo, 13 de junio de 2021

NUESTRO INCOMPARABLE SEÑOR (6)

 V — Más que Salomón en este lugar

 


II — Mayor que Salomón como rey

            El reinado de Salomón era de gloria y paz. En este sentido él es una figura de aquella Persona gloriosa cuyo nombre es desde la antigüedad el Príncipe de Paz, y la época de Salomón, con su opulencia y magnificencia terrenal, es una sombra anticipada del esplendor y prosperidad del reino milenario del Mesías que está todavía por venir.

El oro en abundancia, plata tan común como piedras en la calle, la subyugación de los enemigos en derredor, el homenaje de los reyes de la tierra y la seguridad para todos sus súbditos: éstas son algunas de las maneras en que el reino de Salomón proyectó proféticamente aquel Reino mayor cuya venida y dominio los discípulos del Señor fueron instruidos a pedir en oración.

            Pero en otras maneras ese reino fracasó como ilustración del reino de Cristo. La misma magnificencia de su palacio, el carácter de su corte, la exageración en hospitalidad y el derroche en la administración pública constituyeron una carga muy pesada para los ciudadanos. Hablando Rehoboam del gravamen severo sobre el pueblo, necesario para sostener ese vasto despliegue, ese hijo y sucesor de Salomón dijo: “Mi padre os castigó con azotes ...” En aquel magnífico salmo sobre la gloria mesiánica que se dice ser obra de Salomón, el número 72, se presenta al Rey ideal como el recurso para el pueblo común: “Él librará al menesteroso que clamare, y al afligido que no tuviere quien le socorra”. Las masas no serán para aquel Rey lo que han sido durante demasiado tiempo en los ojos de potentados ambiciosos en su afán por dominio mundial; lejos de ser carne de cañón, su sangre será preciosa ante los ojos de ese Rey, 72.14.

            ¡Pero cuán corto de días fue el reinado de Salomón! Aun antes que la vida de ése cumpliera sus años asignados, su reino había empezado a menguar. La unidad se acabó en manos de su hijo necio, y las porciones divididas se debilitaron progresivamente hasta que no hubiera reino, trono ni gobierno. Pocos años tenía Salomón en el sepulcro cuando el mando pasó a manos extranjeras.

            De aquel que es mayor que Salomón, está escrito en Isaías 9.7: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite;” y de nuevo en Daniel 2.44: “El Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo”.

            Fundado su imperio en justicia, abun-dante en extremo, lleno de paz, gobernado en equidad, continuo en fuerza, bendición a todo pueblo, en aquel día habrá un Señor y su nombre uno, por cuanto el Señor será Rey sobre toda la tierra. Que la triste tierra salude pronto su jubileo, y que las naciones felices proclamen sin titubeo y sin temor: “Mayor que Salomón está en este lugar”.
J.B. Watson

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