7. Jocabed
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve”. (Hebreos 11.1)
La
historia está en Éxodo 2.1-10 y Hebreos 11.23-27.
Vemos que siempre ha habido mujeres
que hacían la voluntad de Dios a pesar de las circunstancias adversas. Jocabed
fue una de ellas.
Esta mujer sobresaliente
y su esposo Amram eran hebreos, esclavos de la cruel nación Egipcia. Su hijo Moisés nació cuando Faraón
había iludo una orden a los egipcios, diciendo: “Echad al río a todo niño que
nazca, y a toda hija preservad la vida”. Sabemos que los padres de Moisés no
temieron el decreto del rey. Su fe en Dios les dio valor para no hacerle caso
al cruel Faraón, sino obedecer las órdenes del soberano Dios.
Moisés, cuando nació, fue escondido
por sus padres y esto indica que los dos estaban de acuerdo en la manera de
actuar en circunstancias tan angustiosas. Toda madre puede imaginar cuán
difícil habría sido pura Jocabed esconder a su niño por tres meses.
Entonces Jocabed tomó la iniciativa
y preparó una cesta de papiro y lo cubrió con brea. Luego colocó a su bebé en
la cesta y lo puso a la orilla del Nilo, el río que daba muerte a otros niños
hebreos. ¡De la misma manera en que Amram y Jocabed confiaron en Dios cuando su
niño estaba en ese río, así los padres creyentes hoy día deben buscar la
protección de los brazos eternos para sus hijos contra las asechanzas del
enemigo de sus almas!
Conocemos bien la historia. María,
su hermana, vigilaba al niño en la cesta. Cuando la princesa, hija de Faraón,
vio la barquilla con el niño adentro llorando, le tuvo compasión. Moisés estaba
a salvo, aunque la hija del rey quien sabía que era un bebé hebreo. María
ofreció buscar una nodriza hebrea para criarlo y así resultó que Jocabed pudo
criar a su propio hijo.
La princesa egipcia le dijo a la
madre: “Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré”. Jocabed aprovechó la
oportunidad de enseñarle a Moisés acerca del Dios de sus padres mientras él
tenía una mente receptiva. Moisés, ya grande, escogió ser del pueblo de Dios en
vez de gozarse de los placeres de Egipto. Es el propósito de Dios que los niños
sean criados por sus propias madres. ¡Qué bueno es cuando la madre creyente
puede criar a sus propios hijos y enseñarles la Palabra de Dios!
John Grant escribió de las
bendiciones que Amram y Jocabed recibieron por haber puesto su fe en Dios:
tuvieron el privilegio de criar a Moisés en su hogar por un tiempo; la madre
recibió un salario; y su hijo nunca sufrió como un esclavo. Moisés aprendió que
él pertenecía a la nación de Israel y más tarde llegó a ser líder del pueblo de
Dios.
Jocabed fue madre de tres hijos,
María, Aarón, y Moisés y crió esa familia en medio de la cruel persecución de
los egipcios. Cada uno prestó un gran servicio a la nación de Israel: María fue
profetiza, Aarón fue el primer sumo sacerdote y Moisés fue líder del pueblo de
Dios por cuarenta años. Amram y Jocabed establecieron un hogar para la gloria
de Dios y dejaron un ejemplo intachable. “Por la fe alcanzaron buen testimonio
los antiguos” (Hebreos 11.2).
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