“El dinero habla” es simplemente una versión moderna del antiguo proverbio: “El dinero sirve para todo” (Eclesiastés 10.19). Es el lenguaje internacional. ¿Sabes algo de japonés? ¿No? Pero conoces la palabra “yen”. ¿Y hebreo? Todos reconocemos la palabra “shekel”. Lo mismo pasa con “peso”, “euro" y “dollar”. Los viajeros que no pueden comunicarse por medio del dialecto local, simplemente tienen que alargar sus carteras... he instantáneamente, ¡todo el mundo comprende!
El dinero habla, pero ¿qué dice? El rey Salomón fue la
persona que más dinero tenía para escucharlo hablar, y esto es lo que él oyó:
1. El dinero no puede evitar que el “gran evento” suceda.
Aunque el sabio va a la muerte con los ojos abiertos y el necio se hunde en la
oscuridad, el último enemigo es insobornable. “Un mismo suceso
acontecerá al uno como al otro” (Eclesiastés 2:14). El dinero habla
elocuentemente en la sala de juntas, es adulador en el banquete, pero mudo en
el lecho de muerte.
2. El dinero no puede acompañarnos en nuestro viaje final
(1 Timoteo 6.7). Dejamos el mundo con las mismas posesiones que cuando llegamos
(Eclesiastés 5.15). Y así es trágicamente posible ser sabio para este mundo,
pero necio para la eternidad.
3. Cuanto más dinero tengas, más importancia parece
tener. Si el dinero va tomando más y más lugar en mi vida, entonces a esta
misma medida él va expulsando gozo, amor y contentamiento de mi vida. El dinero
hace un buen siervo, ¡pero un maestro cruel!
El hombre que “lo tenía todo” declaró: “todo es
vanidad”. Luego, ¿es malo el dinero? Pues, lo necesitamos para funcionar.
¿Es malo vivir para el dinero? Claro que sí. Es la manera más segura de
convertirse en uno que vive en la pobreza espiritual. Escucha a tu dinero y
verás.
Un refrán dice: “Cuando el dinero habla, la verdad
calla”, porque el dinero ha interferido muchas veces con la verdad, aun en las
iglesias.
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