1.
Es provechoso leer la Biblia por la
mañana, con la mente reposada. Así usted entenderá y recordará mejor lo que
haya leído. Además, su corazón se fortalecerá para la lucha y los afanes del
día; usted estará provisto de “la espada del Espíritu, que es la Palabra de
Dios” (Efesios 6:17). Dicha Palabra es “viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos” (Hebreos 4:12). ¡Cuántas veces experimentará que la
Palabra de Dios es “viva” cuando note cómo la porción que haya leído por la
mañana se aplica precisamente a sus experiencias del día!
2.
Al abrir su Biblia pida a Dios, en una
corta oración, que le ayude a entender lo que Él desea enseñarle.
3.
Lea atentamente en la Biblia la porción
diaria indicada en el encabezamiento de cada página de «Cada día las
Escrituras».
4.
Luego hágase por ejemplo las siguientes
preguntas: ¿Qué me enseña este pasaje sobre Dios? ¿Qué me enseña sobre el Señor
Jesucristo? ¿Qué promesas contiene? ¿Me son dados ejemplos a seguir, órdenes o
exhortaciones?
5.
No cierre su Biblia, y lea ahora el
texto correspondiente con un comentario. Cada vez que vea una cita bíblica,
búsquela en las Escrituras.
6.
Utilice el espacio libre debajo del
texto para anotar referencias, pensamientos, o preguntas con relación a la
porción bíblica estudiada.
7.
Si algo le parece demasiado difícil, no
se desaliente. Siga con su lectura, pues Dios le ayudará a comprender su
Palabra poco a poco.
8.
Termine su encuentro con Dios por la
oración. Pídale también que le ayude a poner en práctica lo que ha aprendido de
Su Palabra. Es importante que la lectura de la Biblia sea seguida por la puesta
en práctica de sus enseñanzas.
Tengámoslo
siempre presente, ¡la Biblia es
la Palabra de Dios! Cristo es el tema principal de las
Sagradas Escrituras: “Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”
(Evangelio según Juan 20:31).
Nadie
puede alcanzar la salvación y la vida eterna por sus “buenas obras” o sus
“méritos”, pues la Biblia afirma que “no hay justo, ni aun uno… Porque no hay
diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios…
La paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro” (Romanos 3:10, 22-23; 6:23).
Dios
ofrece su salvación gratuitamente a todos los que se arrepientan, confiesen sus
pecados y creen en Jesús, el Salvador. “Dios nuestro Salvador… quiere que todos
los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo
2:3-4).
¡Que Dios bendiga la lectura de las
Sagradas Escrituras para su alma! ¡Quiera Él que aprenda a amarlas y, por medio
de ellas, a conocer mejor y amar cada vez más al Señor Jesucristo!
Adaptado De la serie Cada día las
Escrituras
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