Yo
Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová
al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en
setenta años, Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego,
(Daniel 9:2-3)
¡El
profeta Daniel es un muy buen ejemplo de alguien que se tomaba un tiempo para
leer su Biblia y orar todos los días! Había estado preocupado por la desolación
de Jerusalén, y así, un día en particular, leyó el Libro del profeta Jeremías
para ver lo que la Biblia tenía que decir sobre esto. ¡Conocía lo
suficientemente bien las Escrituras como para ser capaz de saber dónde buscar
la respuesta Gen días en que no existían softwares de búsqueda ni concordancias
escritas!). La familiaridad de Daniel con las Escrituras no deja ninguna duda
de que él era un lector regular y sistemático de la Biblia. Probablemente ese
día él se desvió de su lectura regular con el fin de estudiar personalmente la
Biblia buscando respuesta a su pregunta.
Esto
fue luego de que Daniel se arrodillara en oración y se humillara delante de
Dios. Él derramó su corazón en una extensa oración aquel día (9:4-19), Sin
embargo, por otros pasajes, sabemos que su costumbre era orar tres veces al día
(Dn. 6:10), tal como lo hacía David antes de él (Sal. 55:17),
Hay
un cántico para niños que a menudo se canta en las escuelas dominicales y
campamentos cristianos, y dice así: «Lee tu Biblia, ora cada día, si quieres
crecer». Ahora bien, la verdad contenida en este pequeño cántico no debe
limitarse solamente a los niños, sino que debemos aplicarla a todos los que
profesan fe en Cristo, sin importar su edad. Daniel tenía más de ochenta años y
sentía que era necesario tener un «tiempo de tranquilidad»—un tiempo puesto a
Parte diariamente para leer la Biblia y orar. Si Daniel sentía que este era un
ejercicio necesario, incluso a su avanzada edad, entonces cuánto más necesario
es para nosotros en la actualidad.
Brian Reynolds
El Señor está Cerca
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