William Macdonald
El día del sábado era y siempre será el séptimo día
de la semana.
Dios
reposó en el día séptimo, después del sexto día de la creación (Gn. 2:2). Él no
mandó al hombre que guardase el sábado entonces, aunque puede que tuviese la
intención que se siguiese el principio —un día de reposo de cada siete.
La
nación de Israel recibió el mandamiento de guardar el sábado cuando se
promulgaron los Diez Mandamientos (Éx. 20:8-11). La Ley del Sábado era
diferente de los otros nueve mandamientos: se trataba de una ley ceremonial,
mientras que las otras eran morales. La única razón de que estaba mal trabajar
en sábado era porque Dios lo había prohibido. Los otros mandamientos tenían que
ver con cosas que eran intrínsecamente malas.
La
prohibición contra el trabajo en sábado nunca fue dada para ser aplicada a: el
servicio para Dios (Mt. 12:5), acciones de necesidad (Mt. 12:3, 4) o acciones
de misericordia (Mt. 12:11, 12). Nueve de los Diez Mandamientos se repiten en
el Nuevo Testamento, no como ley, sino como instrucciones para cristianos
viviendo según la gracia. El único mandamiento que a los cristianos nunca se
les ordena que guarden es el del sábado. Más bien, Pablo nos enseña que el
cristiano no puede ser condenado por dejar de guardarlo (col. 2:1 6).
El
día distintivo del cristianismo es el primer día de la semana. El Señor Jesús
resucitó de entre los muertos aquel día (Jn. 20:1), prueba ésta de que la obra
de la redención había sido completada y divinamente aprobada. Durante los dos
siguientes domingos [término que se deriva del Día del Señor], se encontró con
Sus discípulos (Jn. 20:19, 26). El Espíritu Santo fue dado en el primer día de
la semana (Hch. 2:1; Cf. LV. 23:15, 16). Los primeros discípulos se encontraban
aquel día para partir el pan, anunciando la muerte del Señor (Hch. 20:7). Es el
día señalado por Dios en el que los cristianos deberían poner dinero aparte
para la obra del Señor 1 co. 16:1, 2).
El
sábado o séptimo día venía al final de una semana de afán; el Día del Señor, o
domingo, comienza una semana con el conocimiento gozoso de que la obra de la
redención ha sido consumada. El sábado conmemoraba la primera creación; el Día
del Señor está unido con la nueva creación. El día del sábado era un día de
responsabilidad; el Día del Señor es un día de privilegio.
Los
cristianos no «guardan» el Día del Señor como medio de alcanzar la salvación o
de lograr la santidad, ni por temor al castigo. Lo ponen aparte por amante
devoción a Aquel que se entregó a Sí mismo por ellos. Debido a que este día
quedamos liberados d los asuntos rutinarios y seculares, podemos apartarlo de
una manera especial para el culto y servicio de Cristo.
No
es correcto afirmar que el sábado fue transferido al domingo. El sábado es el
séptimo día de la semana, y el Día del Señor es el domingo. El sábado era una
sombra; el cuerpo es Cristo (Col 2:16, 17). La resurrección de Cristo marcó un
nuevo comienzo, el día del Señor significa este comienzo.
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