sábado, 30 de septiembre de 2023

LEYENDO DIA A DIA EFESIOS (6)

 por K.T.C. Morris


3.1 al 13: Un preso para ustedes


Pablo está encarcelado. Es consecuencia de haber traído el evangelio a los gentiles, despertando la envidia de los judíos. Pero él no habla de ser prisionero del César. Es prisionero de Cristo Jesús, todavía en manos de su Salvador amante y sabio, y reconoce que es la voluntad de nuestro soberano Señor para él.

Más adelante pide oración, no para que sea liberado de la cárcel, sino gracia para ser fiel en ella. “… preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno … orando … por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra”, 4.1, 6.18 al 20.

¿Cuántos han sufrido por nosotros al declarar todo el consejo de Dios? ¡Cuántos han sufrido la hoguera para que contáramos con las Escrituras en nuestro propio idioma! ¡Y cuántos están presos aun hoy! Recordémoslos y oremos por los que están detenidos.

El Señor nos lleva a un lado de varias maneras para revelarse y hacernos conocer su voluntad para nosotros. Pablo se maravilla ante el favor que le es concedido al ser escogido para hacer conocer los secretos que por siglos estaban ocultos. El Antiguo Testamento enseñaba que los gentiles serían bendecidos con Israel. “Alabad, naciones, a su pueblo, porque él … hará expiación por la tierra de su pueblo”, Deuteronomio 32.43. Pero ahora, dice Pablo, ambos son incorporados en un solo cuerpo nuevo. Cualesquiera nuestros antecedentes antes de la conversión, somos coherederos de una herencia eterna, miembros en común del cuerpo y copartícipes de las promesas de Dios. 3.6.

Cuán honrado fue Pablo al predicar las riquezas de Cristo que no admiten límite, explicación ni comprensión, ¡sino pertenecen sólo a Cristo glorificado! Él ya se ha descrito como el menor de los apóstoles, pero ahora es “menos que el más pequeño de todos los santos”. Cuando nos acordamos de la esterilidad de nuestros días de incon­versos y la sorprendente bondad de Dios, ¿cómo podemos pensar que somos algo en nosotros mismos?

“¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría”, Salmo 104.24. Esta es la alabanza de la primera creación, pero ahora Dios está desplegando a las inteligencias invisibles su multiforme sabiduría a través de la nueva creación que nunca será manchada por el pecado. Es su sabiduría, de múltiples colores y belleza como el arco iris, la que se ve en la Iglesia. La Iglesia es el resultado de su eterno propósito y está destinada para gloria eterna. Por esto no desmayamos, 3.13.

Al sufrir por Cristo, gocémonos y alegrémonos, porque nuestro galardón es grande en los cielos, Mateo 5.11,12.

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