La Mejor Provisión: “Tu Palabra”
Cuando usted lee los Salmos, usted descubre dos cosas:
lo que David aborrecía y lo que David amaba. Nosotros vemos que hay tres cosas
en el Sal 119 que David aborrecía:
Él aborrecía a los hombres hipócritas, vs. 113
Vinculado con la mente
Él aborrecía todo camino de mentira: vs. 128
Vinculado con los pies
Él aborrecía y abominaba la mentira: vs. 163
Vinculado con la boca
Vemos también lo que David amaba:
En Sal 119:47, David amaba los mandamientos del Señor. En versículo 97, él amaba
la ley de Dios. En versículo 119, él amaba los testimonios de Dios. En
versículo 140, él amaba la palabra de Dios. En versículo 159, él amaba los
preceptos de Dios. En Sal 16:3, él amaba al pueblo de Dios: “Para los
santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia.” Note que son los santos que
están en la tierra.
“Morar arriba con aquellos que amamos,
Eso será la gloria.
Pero morar abajo con aquellos que conocemos,
Eso es una diferente historia.”
El amor uno por el otro es de importancia vital.
1. Es la prueba de que amamos a Dios. “Si alguno
dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama
a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1Jn 4:20)
2. Es una prueba de que usted ama a Cristo: “Si me
amáis, guardad mis mandamientos.” (Jn 14:15). “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a
otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Jn 13:34)
3. Es un testimonio al mundo: “En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros” (Jn 13:35)
4. Es una prueba de que somos salvos: “Nosotros
sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que
no ama a su hermano, permanece en muerte.” (1Jn 3:14)
Siempre debemos tratar de mantener ante nosotros la
verdad del amor fraternal. Nosotros tenemos que hacer que “Permanezca
el amor fraternal.” (Heb 13:1). “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en
cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.” (Rom 12:10). “Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de
que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis
unos a otros.” (1Tes 4:9). Siempre busque mantener la verdad de “el
hermano” en la Asamblea local. Cuando Pablo escribe a los Corintios, él
menciona una y otra vez el pensamiento del hermano. Él habla acerca de
Sóstenes, el hermano. Él habla acerca de Apolos, el hermano; acerca de Timoteo,
el hermano; acerca de Tito, el hermano. Lea la pequeña carta de Filemón. Usted
lee acerca de Timoteo, el hermano; acerca de Filemón, el hermano; acerca de
Onésimo, el hermano. En la Biblia note aquellos que expresan el pensamiento de
un hermano y aquéllos que no; Dios lo hace: “¿Dónde está Abel tu hermano?” (Gen 4:9). José lo hace, “Yo soy
José vuestro hermano”. Note que los hermanos de José no: “… si es
la túnica de tu hijo o no.” (Gen 37:32). Hay tres oradores en Lucas 15: el siervo,
el padre, el hijo mayor. Tanto el siervo como el padre mantienen el pensamiento
del hermano, pero el hijo mayor no lo hace. Donde se encuentra odio o celos,
nunca entra la verdad del hermano.
David amaba la casa de Dios. “Jehová, la
habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria.” (Sal 26:8). Si amamos la
casa de Dios, la asamblea de Dios, hay cosas que haremos y hay cosas que
nosotros no haremos.
1. Nosotros no la dejaremos desierta. Heb 10:2: “No
dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” Hay demasiados MDSV entre
nosotros: Mañana del Domingo Sólo a Veces.
2. No la menospreciaremos. 1Cor 11: 22: “Pues qué,
¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios?”
3. No la destruiremos: 1Cor 3:17: "Si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios,
el cual sois vosotros, santo es.”
4. No la dividiremos: Rom 16:17: “Mas os
ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en
contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de
ellos.”
5. Oraremos por su perfección: Col 4:12: “…para que
estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.”
6. Oraremos por su preservación, para que sea guardada
del mal y del maligno. (Jn 17:15)
7. Oraremos por su pureza: “Santifícalos
en tu verdad; tu palabra es verdad.” (Jn 17:17)
8. Oraremos por su Paz. “Pedid por
la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.” (Sal 122:6)
9. Oraremos
por su prosperidad. Sal 122:6-7: “Sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro
de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios.”
Dios amaba al Dios de la casa: “Amo a
Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas,” (Sal 116:1). “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
primero.” (1Jn 4:19).
Piense
en el amor de Dios por nosotros: fue sin ninguna razón. No había ninguna razón que Dios
amara a ninguno de nosotros. Se ha dado cuenta alguna vez de que no es al
principio de Deuteronomio, sino al final que usted lee estas palabras en Deut
33:3 “Aun amó a su pueblo; todos los consagrados a él estaban en su mano.” Después de sus
murmuraciones y sus quejas, su pecado y sus rebeliones, Dios aún los amaba. “Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo.” (Ef 2:4) Él nos amó y nos limpió
de nuestros pecados.
El
amor de Dios era Costoso. “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado su
Hijo Unigénito…” (Jn 3:16).
Infinito amor fue la herida llaga
Intenta la brecha cerrar
Y caminar con el hombre otra vez.
Él dio su mejor, su bien amado,
Él vino, se desangró, murió;
Para reconciliar, el precio él pago,
Y unió la gran división.
El
amor de Dios es Perpetuo. Él nos amó con amor eterno. Nada “nos podrá
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8:39)
David amaba la Palabra de Dios. “Y me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado.”
(Sal
119:47). Él amaba los testimonios, la ley, y los preceptos. Pablo, escribiendo
a Timoteo, menciona la Palabra de Dios. En 1 Timoteo es su conducta en la casa
de Dios, y el versículo clave es 1Tim3:15: “Para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte
en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, (la) columna y
baluarte de la verdad.” En 2 Timoteo es la creencia en la Palabra de Dios y el
versículo clave es 2Tim 2:15: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado,
como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de
verdad.” En 2Tim 1:14, la Palabra es un tesoro que debe ser
guardado: “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora
en nosotros” En cap. 2:2, es verdad que tiene que ser transmitida a
otros. La mejor manera de servir a la generación futura es servir a nuestra propia
generación. “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto
encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.”. También, en v15, es la
verdad que debe ser bien usada: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado…
que usa bien la palabra de verdad”
Tres cosas en relación con la Palabra de Dios marcan
al hombre que es aprobado por Dios: Él mira hacia arriba: Él se ocupa en la
lectura (1Tim 4:13). Él la deja entrar: la Palabra de Dios mora abundantemente
en él. (Col 3:16). Entonces él la vive: él adorna la doctrina de Dios su Salvador
en todas las cosas. (Tit 2:10). En 2Tim 3:15, es un libro de texto que debe ser
estudiado. Desde la niñez Timoteo había conocido las Sagradas Escrituras que
fueron capaces de hacerlo sabio para salvación. Note qué tenemos que estudiar: Toda
la Escritura, desde Génesis hasta Apocalipsis. Note cómo tenemos que estudiar: Prov
2:4. Nosotros debemos buscarla como uno buscaría por plata, como uno lo haría
por un tesoro escondido. Note cuándo tenemos que estudiar: Sal 1:2 “Y en su
ley medita de día y de noche.” Entonces nuestra actitud; un marco de oración, una
mente inquisitiva, un espíritu meditativo, y un corazón obediente.
Para aprovechar mejor la Biblia hay que leerla completa, hacer anotaciones, orar
con ella, vivirla, y trasmitirla. Entonces en 2Tim 4:2 vemos que es una
trompeta que debe sonar: “Predica la Palabra”. La palabra de Dios es instrumental. “Y que desde
la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio
para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” La Palabra es inspirada:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios.” Y la palabra de Dios es instructiva.
“Y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.
Se
pueden dar muchas razones por las que David amaba la palabra de Dios.
Él
la amaba a causa de su Perfección. Todo acerca de Dios es perfecto. La obra de Dios es perfecta.
Deut. 32:4 “Él es la Roca, cuya obra es perfecta.” Ya sea que pensemos en Su
obra en creación o Su obra en redención, Su obra es perfecta. En Sal 18:30, se
nos dice que el camino de Dios es perfecto. “En cuanto a Dios, perfecto es su camino.” “Oh,
Dios, santo es tu camino. En el mar fue tu camino.” Sal 77. Cuando Su camino es
santo, nosotros podemos rastrear a Dios, podemos confiar en Dios, y podemos
agradecer a Dios. Cuando su camino es en el mar, nosotros no podemos rastrear a
Dios, pero podemos confiar en Él y podemos agradecerle. En Job 36:4, Su
sabiduría es perfecta. “Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.” Dios es un Dios que es
demasiado sabio para equivocarse; demasiado amoroso para no ser benévolo. La voluntad
de Dios es perfecta. En Rom 12:2, leemos, “Para que comprobéis cuál sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta.” En Sal. 19:7, la Palabra de Dios es perfecta. “La ley de
Jehová (o la doctrina del Señor) es perfecta, que convierte el alma.”
Él la amaba por su Pureza. “Sumamente pura es tu palabra, y la ama tu
siervo.” Ya sea la palabra viva o la palabra escrita, ambas
están marcadas por la pureza. Cristo es completamente puro.
“Con suavidad irresistible,
Toca lo áspero e insensible;
Constituido en pureza
Como ningún otro;
Sin falta en cada atributo,
Justo en todos los aspectos;
En la búsqueda de pecadores sin ley,
No se le ha podido encontrar falta.”
Él la amaba a causa de su Preciosidad.
Él
amaba los mandamientos sobre el oro, sí, más que el oro fino. Pedro ha sido
llamado nuestro precioso hermano Pedro, porque él habla de las cosas que son
preciosas. Él habla de la preciosa fe. “Mucho más preciosa que el oro… perecedero”. Él habla de la preciosa
sangre; “Fuisteis rescatados no con cosas corruptibles, como
oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación.” En el cap. 2, él nos muestra a un Hijo precioso al
Padre: “Piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más
para Dios escogida y preciosa”. Nosotros vemos a un Salvador precioso para usted y
para mí: “Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso (la
preciosidad)”. Nosotros aprendemos de una piedra preciosa para Sion:
“He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida,
preciosa.” Él habla acerca de “Preciosas y grandísimas promesas.”
Él la amaba a causa de la Paz que traía. “Mucha paz
tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.” (Sal 119:165)
Él la amaba a causa de su Poder. Observe ocho veces en el
Salmo 119 “Según tu Palabra”. Usted lee acerca de limpieza y salvación y el
salmista siendo fortalecido, librado, confortado, y todo era “conforme
a la Palabra del Señor.”
Notemos lo que nosotros debemos hacer con la palabra
de Dos y lo que no debemos hacer con ella: tenemos que desearla. “Desead,
como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación.” (1Ped 2:2). Nosotros tenemos que deleitarnos en ella: “Sino que
en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.” Nosotros tenemos que
devorarla. “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí” (Jer 15:16). Nosotros
debemos desplegarla: “…adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.” Nosotros tenemos que
declararla: “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de
Dios.” (Hech 20:27). Nosotros debemos defenderla; 2Tim 1:14
dice, “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.”
Note lo que no debemos hacer con la Palabra de Dios.
Nosotros no debemos adulterarla, 2Cor 4:2. Nosotros no debemos negarla, no
debemos desplazarla, no debemos despreciarla. Deseamos prosperar para ser
exitosos. Nosotros deseamos ser un cristiano que sea fragante, fresco y
fructífero. Deseamos ser un cristiano que sea feliz y haga progresos en las
cosas divinas. Depende de nuestra actitud hacia la Palabra de Dios. Observe Jos
1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien.” Observe tres cosas: la Palabra está primero en la
boca. Entonces está en la mente, y luego determina la forma de vida. Entonces a
la luz de Sal 1: Hay separación, hay meditación. Entonces piense en Santiago
1:25. El que mira, continúa mirando. Él es también hacedor de la Palabra. Él
mira, él sigue buscando, él vive. Ese hombre es bendecido en el hacer. Pablo
escribe al joven Timoteo, “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura…ocúpate en
estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a
todos.” (1Tim 4:13,15)
EL MEJOR DE LOS LUGARES: “En mi corazón.” No dice, Tu palabra la
guardaré en mi cabeza para que no pecar contra Ti. Ni tampoco dice, Tu palabra
la he sostenido en mi mano para no pecar contra Ti, sino, Tu palabra la he
guardado en mi corazón para no pecar contra Ti.
EL MEJOR DE LOS PROPÓSITOS: “Para no pecar contra ti”. Piense en el largo alcance
que tiene el pecado. Afecta a Dios y a Cristo y al Espíritu; afecta a la
Asamblea y al cuerpo, alma y espíritu de la persona. Afecta a Dios. José dice: “¿Cómo,
pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? (Gen 39:9) Samuel dice, “Así que,
lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes
os instruiré en el camino bueno y recto.” (1Sam 12:23) David dice, “Contra ti,
contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos.” (Sal 51:4). El pecado
afecta a Cristo. “De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e
hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.” (1Cor 8:12). El pecado
afecta al Espíritu Santo; “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses
al Espíritu Santo? (Hech 5:3) El pecado afecta a la Asamblea: “¿No
sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” (1Cor 5:6). El pecado
afecta el cuerpo, el espíritu y el alma. “Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está
fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca.” (1Cor 6:18). “Limpiémonos
de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios.” (2Cor 7:1)
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