Josabet
“Mira que te mando que te esfuerces y
seas valiente” (Josué 1:9).
La historia está
en 2 Crónicas 22:10-24:2 y 2 Reyes 11 y 12:2.
“Viva el rey”, exclamó la gente cuando la corona fue
puesta sobre la cabeza del legítimo heredero del trono y a él le fue dado el
rollo de la ley. “Traición, traición”, gritó la malvada Atalía, pero ella fue
llevada a su muerte sin que nadie la defendiera. Atalía y su esposo, el rey
Joram, hicieron lo malo ante Dios. Después de la muerte del rey y de su hijo
Ocozías, Atalía asesinó a toda la descendencia real, que eran sus propios hijos
y nietos, para que ella pudiera tomar la corona y reinar.
Pero no todos murieron. Una mujer tuvo el valor de
rescatar a Joás, el más pequeño de los príncipes de entre sus hermanos. Fue una
de las veces cuando el propósito de Satanás para destruir al pueblo de Dios fue
frustrado por medio de niños escondidos: Moisés en la cesta, unos recién
nacidos con las parteras en una casa, muchos años después el niño Jesús en
Egipto, y en este caso, un niño en el templo. Dios dijo: “No faltará varón que
gobierne en Israel” (2 Crónicas 7.18) y cuando Dios promete, Él cumple.
Resultó que Josabet, esposa del sumo sacerdote Joaida,
sacó furtivamente al más pequeño de los príncipes, Joás, de entre sus hermanos
muertos y lo escondió con su nodriza en el templo de Dios. Metiéndolo en un
dormitorio, logró esconderlo de Atalía por seis años. Joás tenía un año cuando
fue rescatado por Josabet. Esta mujer tan valiente era una princesa, hija del
rey fallecido, y esposa del sumo sacerdote Joaida.
Aquella mujer de fe cuidó e instruyó al niño Joás en
perfecto acuerdo con su esposo Joaida, el sacerdote de Dios, quien pasaba mucho
tiempo en el templo. Seguramente Josabet y Joaida sacrificaron mucho de su
tiempo y sus recursos cuidando e instruyendo a aquel niño escondido.
En el séptimo año, Joaida, sus príncipes y los levitas
hicieron planes para derrotar a Atalía y hacer rey a Joás. Cuando fueron
cumplidos los preparativos, el niño fue llevado fuera del templo y puesto en el
trono de su padre. Lo proclamaron rey y le dieron una copia de la ley de Dios.
Atalía los acusó de traición, pero ella fue llevada fuera y ejecutada.
Joaida y el nuevo rey Joás, juntos con el pueblo de la
nación de Judá, hicieron un pacto de obedecer a Dios. Durante la vida de
Joaida, el rey Joás hizo lo recto delante del Señor. El sacerdote Joaida vivió
una vida larga y próspera.
Aunque los familiares de Josabet practicaban la maldad,
ella fue una mujer de Dios y nos dejó un ejemplo digno de emular. En vez de
protegerse a sí misma, procedió con valentía cuando rescató al niño de entre
los muertos. Luego vivió en una manera abnegada cuidando al niño Joás
secretamente. El impacto de esta dama sobre la historia del mundo se ve en su
intervención personal en preservar el linaje real por medio del cual Jesucristo
vendría al mundo. En 2 Crónicas 24.16 leemos de la muerte de Joaida, y lo que
está escrito de él se puede decir de Josabet también, “que había hecho bien con
Israel, y con Dios, y con su casa”.
Aun en nuestro tiempo Dios emplea instrumentos como
nosotras para cumplir sus propósitos. Siendo embajadoras en el nombre de
Jesucristo estamos involucradas en una lucha continua contra el mal y a veces
existe riesgo personal. Mujeres como Josabet aceptan el desafío y toman medidas
para servir al Señor en una manera agradable a Él. ¿Estamos nosotras
dispuestas, por nuestro amor a Cristo, a arriesgarnos y hacer su voluntad en
medio de circunstancias difíciles? “No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1.9).
Rhoda Cumming
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