4.17 al 32: Vestíos del nuevo
hombre
El
camino del hombre, 4.17 al 19: Tenemos aquí una admonición solemne del
Señor mismo a pensar y actuar de manera distinta al mundo que nos rodea. La
indecencia desvergonzada y la concupiscencia desenfrenada del mundo romano van
en aumento en el mundo de hoy. Las mentes de los hombres y mujeres están
cegadas y sus corazones endurecidos, insensibles hacia Dios y su Palabra. ¡Qué
descripción de los impíos! Esto enfatiza la corrupción de la naturaleza
perversa que cada uno de nosotros hereda de Adán y todavía llevamos con
nosotros. Ella no mejora con nuestra conversión; 4.22. Así que no nos atrevamos
a dejarnos llevar por la corriente de esta vida.
El
camino de Cristo, 4.20,21: Gracias a Dios que hay otra forma de vida que
fue vista en Cristo. No hemos aprendido meramente acerca de Él, sino que hemos
visto una vida de perfecta santidad incorporada en Jesús el hombre. Se ve la
verdad en él.
El
camino de los miembros de Cristo, 4.22 al 32: Dios ve a cada
miembro del cuerpo de Cristo como “en Cristo”, de manera que el creyente debe
manifestar el carácter de Cristo como parte de la nueva creación. Por lo tanto,
debe andar por costumbre en novedad de vida, practicando su vocación de santo.
Deliberadamente tiene que desechar las viejas costumbres y también vestirse de
las nuevas, 4.22, 24. “Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los
deseos de la carne”, Romanos 13.14.
Solamente el Espíritu Santo puede darnos el poder para
hacer esto. Nos sella como posesión de Dios hasta que nuestros mismos cuerpos
sean redimidos, Romanos 8.11,23. Él imparte y da fuerza a nuestra naturaleza
nueva, pero podemos contristar o enfadarle como lo hizo Israel, 4.30. “Ellos
fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu”, Isaías 63.10. Así que
debemos apartar toda amargura y mala voluntad. Nuestra actitud hacia otros debe
ser correcta, ¡y con qué frecuencia se hace mención del hablar! De la
abundancia del corazón habla la boca, dijo el Señor, y por nuestras palabras
seremos justificados o “condenados”, Mateo 12.37.
Para ajustar nuestra conversación tenemos primero que
ajustar nuestro pensamiento, ya que él determina el comportamiento. Tenemos que
ser renovados en el espíritu de nuestras mentes, meditando humildemente en las
Escrituras, 4.23. Luego, ocupados de Cristo, andaremos como Él anduvo.
K.T.C. Morris
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