He aquí ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es varón insigne: todas las cosas que él dijere, sin duda vendrán, 1 Samuel 9.6
Estas
palabras, testimonio del criado de Saúl, expresan la alta estimación que
sentían los israelitas por aquel consagrado profeta, sacerdote y juez, Samuel. Él
fue el vaso especial de Dios en una época crítica como lo fueron los últimos
días del período de los jueces, época típica de estos postreros días del
testimonio de la Iglesia en la tierra.
En el
versículo citado tenemos el requisito triple de un verdadero guía:
> en lo
espiritual, un hombre de Dios
> en lo
moral, un varón insigne u honorable
> en lo
intelectual, conocedor de los pensamientos divinos
Separado
Esta
hermosa combinación de carácter en Samuel fue lo que inspiró confianza de parte
del criado de Cis y le conmovió a sacrificar la pequeña suma de dinero que
cargaba, “la cuarta parte de un siclo de plata”, para obtener consejo y
dirección en cuanto al camino.
En
Hebreos 13.7 tenemos la exhortación de acordarnos de nuestros pastores, o
guías, y ¡cuán importante es la obra de los guías espirituales en una asamblea!
¡Cuán necesario es que ellos sean hombres acostumbrados a andar en plena
comunión con el Señor, requisito éste para cumplir un ministerio responsable!
Toda
su vida Samuel fue nazareo. Su cabello largo le distinguía como separado a Dios
y del mundo. Como nazareo no tocaba un cuerpo muerto, guardándose así de la
contaminación de la carne. Su abstención del vino significaba que no vivía por
los placeres de esta vida. A una edad temprana Dios le habló directamente, y
llegó a ser hombre de su confianza y consejo. Esta comunión era tan íntima que
Samuel podía hablar en el oído de Dios, 8.21, y Dios en el oído suyo, 9.15.
Samuel
era un hombre de verdadera intercesión. Él tenía una conciencia ejercitada por
el cuidado del pueblo de Dios, y sólo él pudo decir, “Lejos sea de mí que peque
yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros”, 12.23. Se podría escribir
mucho más en cuanto a la aptitud de este hombre para la obra a la cual Dios lo
llamó, pero baste esto para servir de ejemplo e inspiración a todos los que
estamos procurando el bien espiritual del rebaño del Gran Pastor.
Honorable
En el
Capítulo 12 leemos que él juntó a todo Israel y les convidó a testificar contra
él si podrían acusarle de haberse comportado injustamente o con codicia como
juez, o si había especulado con ellos en su ministerio como sacerdote. La
respuesta unánime fue: “Nunca nos has calumniado, ni agravado, ni has tomado
algo de mano de ninguno”.
Así
fue el testimonio de Pablo cuando reunió a los ancianos de Éfeso, Hechos 20.33:
“La plata o el oro, o el vestido de nadie he codiciado”. Pedro, rogando a los
ancianos a cuidar la grey, hace referencia al asunto de la codicia: “No por
ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto”.
Saúl
y su criado llegaron a Samuel con su regalo, cosa de valor mínimo, pero el
profeta le había apartado la espaldilla de la ofrenda de paz. ¡Le dieron unos
centavos y él les dio una comida amplia! Saúl se asombró sin duda al ver una
hospitalidad tan inmerecida, pero así fue este varón honorable; él devolvió la
hospitalidad por la mezquindad. Ser hospedador es uno de los requisitos de un
obispo o anciano; 1 Timoteo 3.2.
Entendido
El
secreto de Jehová estaba con éste porque temió al Señor. Él pudo comunicarle a
Saúl los pensamientos de Dios, ponerle en camino seguro y darle indicaciones
para no perderse de nuevo. Samuel fue conocido como vidente, y uno de los
lugares que frecuentaba era Mizpa, que quiere decir atalaya. Así veía las cosas
desde el punto de vista de Dios. Además, tuvo valor para declarar “todo el
consejo de Dios”.
En el
libro de Jueces leemos mucho acerca de la idolatría, pero durante el largo
período del ministerio activo de Samuel, después de haber conducido él al
pueblo de Dios, no hay mención en el Capítulo 7 de la idolatría mientras él
vivía.
Ejemplo
Mucho
depende de la vida interior, la vida en familia, y la vida delante del mundo de
parte de los ancianos, si una asamblea quiere traer bendición al pueblo del
Señor. En fin, vienen a la memoria las palabras de 1 Pedro: “Apacentad la grey
de Dios que está entre vosotros,
Ø cuidando de ella,
Ø no por fuerza, sino voluntariamente;
Ø no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
Ø no como teniendo señorío sobre los que están a
vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”.
Santiago Saword
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