viernes, 29 de diciembre de 2023

¿Qué significa separación?


 El Señor Jesús dejó claro en su oración sumo sacerdotal que, si bien su pueblo estaba en el mundo, no era del mundo (Juan 17:11,16). La primera de estas relaciones la podemos entender muy bien; todos vivimos en una sociedad que ha rechazado a Dios y nos relacionamos a diario con personas que no conocen al Salvador. Esto no sólo es inevitable (1 Corintios 5:10) sino es necesario si queremos alcanzarlos para Cristo (Juan 17:18). Sin embargo, el cristiano no pertenece a este orden de cosas; su ciudadanía celestial determina que no es sino un extranjero y transeúnte aquí. Nuestro hogar está en el cielo y esperamos el pronto regreso del Maestro para que nos lleve allí (Filipenses 3:20,21).

            De acuerdo con esto, lo que dice el Señor a su pueblo es que deben estar separados (2 Corintios 6:17) y ser distintos (Filipenses 2:15,16) en medio de la oscuridad que les rodea. Uno de los más graves problemas que enfrenta nuestra generación es que se hace cada vez más difícil distinguir a los cristianos de quienes no lo son. ¡Y uno duda que esto se deba a que los incrédulos están imitando nuestro estilo de vida!

            Vamos a fijarnos en un hombre que fue preparado para levantarse por la causa de Dios y mantenerse separado. El capítulo 1 de Daniel puede dividirse perfectamente en tres secciones para nuestro análisis.

1. La posición de Daniel (vv. 1 al 7)

Sacado repentinamente de Jerusalén en el año 605 a.C., el joven Daniel (probablemente no tenía más de 17 años) se encontró en un ambiente completamente extraño e impío. Más aun, la sociedad que lo rodeaba hizo todo lo posible para convertirlo en una babilonia. Observa con atención los métodos que usó para corromper la mente de Daniel y destruir su testimonio al Dios de Israel. Cuatro áreas de su vida fueron cambiadas: (i) su hogar (vv. 1,2), (ii) su educación (vv. 3,4), (iii) su dieta alimenticia, (v. 5) y (iv) su nombre (vv. 6,7). ¡Que de presiones sobre un joven para conformarlo a un nuevo estilo de vida!

            El mundo de hoy quiere presionar a todo creyente joven para que adapte sus modalidades pecaminosas, frívolas e impúdicas (Romanos 12:2). El mundo no puede soportar a los cristianos auténticos, como tampoco pudo tolerar al Señor Jesús (Juan 15:18). ¡Cuidado! Algunos que profesan conocer a Dios ocasionalmente capitulan ante sus demandas incesantes; Demas es un aviso solemne en este sentido (2 Timoteo 4:10).

Pero Daniel estaba dispuesto a ser diferente. El beneplácito de Dios significó más para él que el enojo de los hombres. Aunque su nuevo hogar estaba en Babilonia, su corazón estaba en Jerusalén (Daniel 6:10); aunque le obligaron a cursar estudios universitarios por tres años para lavar su cerebro y dirigirlo hacia la filosofía de una nación idólatra, su mente estaba saturada con las Escrituras (Daniel 9:2); aunque cambiaron su nombre de Daniel (“Dios es mi juez”) por el de Belsasar (“príncipe de Bel”), él constantemente se refiera a sí mismo como “yo Daniel” (8:15).

¡Cuidado, joven! El mundo te cortejará con promesas de abundancia, intentando que abandones tu vida de peregrino y te asientes en una complacencia materialista, pero Mateo 6:19,20 manda: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo”. El mundo te bombardeará con su humanismo ateo y evolucionista, burlándose de tu fe llana e ingenua en la absoluta integridad e infalibilidad de la Palabra de Dios, pero mantente asido y llévalos a Génesis 1:1, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.

2. El propósito de Daniel (vv. 8 al 16) 

Este es uno de los grandes ejemplos en la Biblia de un hombre con propósito de corazón. Leemos, “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía” (v. 8). Llama la atención que nada se dice de lo que estaba mal en cuanto a la comida del rey. Quizás había sido ofrecido a los ídolos (Éxodo 34:15); quizás contenía sangre (Levítico 11); no se dice claramente. Con todo, Daniel la rehusó, como si pensara, “hay un riesgo potencial de desobedecer la ley de mi Dios si como estos alimentos, y yo quiero estar seguro; por tanto, no tocaré nada de ella”.

            ¿Puedes ser tan intransigente? ¡Seguramente tal fanatismo es imposible! Pero observamos primeramente que Dios honra el deseo de Daniel de permanecer separado (vv. 9,15) y en segundo lugar que su postura inflexible influyó sobre otros jóvenes, apoyándolos para permanecer firmes en la verdad de Dios (1:11,12, 3:16 al 18). Como ves, la historia de Daniel es un contundente rechazo a la vieja mentira de que la “estrechez” (si podemos emplear este término para referirnos a un deseo genuino de obedecer la Palabra de Dios) necesariamente conlleva una falta de misericordia) los versículos 9, 12 y 13 nos presentan a Daniel como un joven agradable y simpático); o el aislamiento (¡El encontró tres amigos de su mismo sentir!); o al fracaso evangelístico (vv. 14 al 16). Por el contrario, Dios manifiesta su aprobación absoluta a la separación de Daniel.

            ¿Aprenderemos que solamente con esta intransigencia evitaremos la influencia para apartarnos de los mandamientos del Señor? Spurgeon escribe: “Daniel decidió ir ‘demasiado lejos’ antes de ‘no lo suficientemente lejos’ ... Es siempre más seguro, si estás en guerra con un enemigo mortal, tener una pared bien alta entre él y tú. Nunca será demasiado alta si sus intenciones son las de destruirte”. Aplica esto a cualquiera de esas preguntas impertinentes acerca del comportamiento cristiano: ¿Debo apoyar esta actividad, o unirme a aquel movimiento? Respuesta: Voy a situarme en el lado seguro y evitar cualquier cosa que pudiese poner en peligro mi testimonio cristiano.

La actitud de Daniel podría ayudar incluso a las jóvenes que encuentran costoso o molesto cubrir sus cabezas en las reuniones. ¡Sitúate en el lado seguro! En ninguna manera puedes equivocarte al cubrir la cabeza, pero puedes estar realmente equivocada al no hacerlo (1 Corintios 11:1 al 16). Aquellas que realmente aman al Señor preferirán estar seguros antes de lamentar.

3. La prosperidad de Daniel (vv. 17 al 21) 

Como ya hemos visto, Dios bendice al siervo fiel, porque “ha dicho Jehová: ... Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenido en poco” (1 Samuel 2:30). La postura que Daniel adoptó en su juventud constituyó un fundamento firme para el resto de su vida. Por esto el capítulo termina con una breve referencia a su largo período de servicio en Babilonia (v. 21). Incluso el mundo tuvo que reconocer el poder de Dios en la vida de este varón (1:19, 2:28).

Daniel es testigo de que la verdad de Dios no se puede sostener basándose en un compromiso, y que no se puede evitar los compromisos si no hay separación. ¿Estás dispuesto a ser diferente para honrar a Dios?

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