Texto: Santiago 4.1-5
Este pasaje
nos enseña algo muy importante acerca de la oración. En lugar de leer sólo un
versículo, es bueno leer todo el contexto para comprender mejor el mensaje.
Aquí el contexto nos enseña que la oración no es algo mágico que nos dará todo.
Se nos presenta la situación de los que profesaban ser creyentes y que oraban,
pero no veían el resultado. Quizás dijeron algo quejándose a Santiago, el medio
hermano del Señor Jesucristo. Vemos estas frases: “no tenéis” y “no
podéis alcanzar”. ¿Cómo puede una persona que se dice ser creyente
orar y no recibir las cosas que pide? ¿No nos enseñó y nos invitó el Señor a
orar, y no es ese el ejemplo de los apóstoles y primeros cristianos? Entonces,
¿qué pasa?
Si leemos los
versículos del contexto, prestando atención, veremos otras palabras que nos
indican cuál era el problema con las oraciones de ellos, y esto nos enseñará
algo acerca de nosotros también. Vemos palabras como “guerras”,
“pleitos”, “pasiones” (v. 1), “codiciáis”, “matáis”, “ardéis
de envidia”, “combatís y lucháis” (v. 2) “pedís mal”,
“vuestros deleites” – que son placeres desenfrenados (v. 3), “almas
adúlteras”, “enemistad contra Dios” (v. 4), “soberbios” (v.
6), “pecadores”, “doble ánimo” (v. 8) y “el que
murmura del hermano” (v. 11). En esas condiciones Dios no nos concede
las oraciones. El salmista dijo: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a
la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Sal. 66.18), pero en
Santiago se trata de gente que sí tiene iniquidad en el corazón. Entonces no
hay misterio. La oración no es una fórmula mágica para obtener cualquier cosa,
ni está Dios obligado a venir corriendo a concedernos nuestros deseos, como si
fuese un genio recién salido de una botella para darnos tres deseos.
Dios, en Su
propósito y sabiduría, nos da lo que quiere según Su buena voluntad. Así que,
la oración no es un amuleto para recibir todo lo que queremos. Hay que pedir
conforme a la voluntad de Dios, como 1 Juan 5.14-15 nos enseña: “Y ésta
es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su
voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que
pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.
Muchas veces
adolecemos de interés y perseverancia en la oración. Nuestras oraciones suelen
ser caprichosas y egoístas, sobre todo si no estamos andando en comunión diaria
con Dios, viviendo una vida que le agrada. Si andamos en amistad con el mundo,
imitando a los del mundo, desagradamos a Dios y estando así alejados de la
comunión con Él nuestras peticiones salen torcidas. Colosenses 1.3, 9 y 10 nos
muestra como Pablo persistía en oración por ellos, pidiendo lo más importante,
siempre conforme a la voluntad de Dios. También en Lucas 18 el Señor dio una
parábola, la de la viuda y el juez injusto, para enseñarnos la importancia de
orar siempre y no desmayar, es decir, la perseverancia.
En el Salmo
33.18-22 leemos: “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los
que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para
darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y
nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en
su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,
según esperamos en ti”.
¡Claro que el
Señor quiere que oremos y confiemos en Él! Desea responder y darnos en Su
bondad las cosas que necesitamos, porque nos ama y desea nuestro bien. Pero
hermanos, mirad otra vez, que aquí habla de los que le temen, esperan y confían
en Él. Esto es lo que debemos hacer. Si el temor de Dios y la fe caracterizan
nuestras vidas y nuestras oraciones, pediremos como debemos y recibiremos la
respuesta.
Lamentaciones
3.26 dice: “Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová”.
No hacen falta las vanas repeticiones. Hay que pedir sencillamente, con
reverencia y confianza, y esperar. Dios no quiere que nos alejemos desanimados,
sino que nos acerquemos, no sólo en un momento para pedirle, sino que quedemos
cerca de Él, esperándole. En Su presencia y guiados por Su Palabra nuestras
vidas y peticiones serán conformadas a Su voluntad, y Él nos contestará. Pero
las respuestas de oración no son para gastar en nuestros deleites, sino para
ayudarnos a tener buen testimonio y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.
Que el Señor nos ayude a vivir y pedir como
debemos, para Su gloria y nuestro bien. Amén.
Lucas Batalla
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