María, madre de Jacobo
La
historia está en Mateo 27.55-56, 28.1, Marcos 16.1, 15.40, Lucas 24.10-11 y
Juan 19.25.
En el Nuevo Testamento
leemos las historias de seis mujeres llamadas María. Ellas son: María la madre
de nuestro Señor, María de Betania, María Magdalena, María la madre de Juan
Marcos, María de Roma y María la madre de Jacobo y José. Esta última María era
la esposa de un creyente llamado Cleofas. Ellos tuvieron dos hijos, Jacobo y
José; Jacobo fue uno de los doce discípulos.
En Mateo 27.56 es
llamada la madre de Jacobo y de José, y en Mateo 28.1 es identificada como la
otra María. En Marcos 15.40 es la madre de Jacobo el menor y de José, en Lucas
24.10 María madre de Jacobo y en Juan 19.25 María mujer de Cleofas.
Sabemos que esta María
era una de aquellas mujeres que siguieron a Jesús durante su ministerio en
Galilea, sirviéndole y dándole de sus bienes (Mateo 27.55-56). Esas mujeres lo
acompañaron en su trayecto a Jerusalén y esta María también estuvo con María la
madre de Jesús junto a la cruz donde fue clavado el Salvador (Juan 19.25).
Los discípulos huyeron
para protegerse a sí mismos, pero algunas mujeres devotas estaban tan cerca de
la cruz que podían oír las palabras del Salvador.
Muy temprano el
domingo por la mañana ella, Salomé y María Magdalena fueron al sepulcro, y
vieron que la piedra había sido quitada. María se reunió con las otras mujeres,
y con ellas recibió el glorioso mensaje que los ángeles pronunciaron acerca de
la resurrección de Jesús. Las mujeres salieron para comunicárselo a sus
discípulos. Estaban en el camino cuando se les apareció Jesús, y Él las saludó.
Las mujeres se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Jesús les
comisionó que les dijeran a sus discípulos que se fueran a Galilea donde le
iban a encontrar.
Esta noble mujer
sirvió al Señor con sabiduría, abnegación y amor. Nunca buscó el primer lugar,
pero estaba allí para ayudar y consolar. María, la madre de Jacobo, dejó una
hermosa huella para las siguientes generaciones de mujeres cristianas y su
fidelidad fue recompensada al ser una de las primeras personas en ver al Señor
Jesucristo resucitado.
Por Rhoda Cumming
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