Examinemos tres de las preguntas de este sondeo:
1. ¿Cuál es su obra
preferida?
(Libro, disco,
película, monumento, etc.)
Un libro ocupó el
primer lugar, una obra de buena literatura, una obra entre muchas otras, atrayente,
bien escrita, instructiva.
En realidad, existe un
Libro que sobrepasa a todos los demás, y que desgraciadamente estaba
ausente en las respuestas del sondeo. Este Libro es la Biblia, palabra que significa
“El Libro”. ¿Lo conoce usted?
Dios mandó escribir
este Libro para que “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de
la verdad” (1 Timoteo 2:4). Este Libro es la verdad (Juan 17:17) y permanece para
siempre (Isaías 40:8). Aun el cielo y la tierra pasarán, pero las palabras
divinas no pasarán (Lucas 21:33).
¿Lee usted este Libro?
Además de todos los conocimientos que puede aportar en los diferentes campos,
la Biblia comunica el conocimiento supremo: el de Jesús. “Éstas (señales) se
han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para
que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31). La vida que se menciona
en este versículo es la vida eterna, que sólo se puede poseer aceptando al Hijo
de Dios como Salvador, a quien cada ser humano necesita para ser librado de las
consecuencias del pecado.
En el transcurso de
los siglos, la Biblia ha sido y sigue siendo el libro preferido de los
verdaderos creyentes. Éstos han reconocido que ella es “viva y eficaz” (Hebreos
4:12), y que por medio de ella son alimentados espiritualmente, enseñados,
consolados…
En este mundo, cada
vez más tenebroso, ellos tienen la luz: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y
lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105). Que la Biblia sea para usted el libro
más valioso, ya que en ella se encuentra el secreto de la felicidad presente y
eterna.
2. ¿Qué personaje le
parece que ha tenido el destino más extraordinario en la historia?
Los primeros de esta
clasificación fueron hombres que, en su ambición desmesurada, soñaron con
establecer grandes imperios, pero que también sembraron el terror, la destrucción
y la muerte. Otros se hicieron célebres por haber procurado diversiones a su
prójimo. Ahora bien, ¿no hay nada mejor? Después de todos estos personajes,
sólo en la octava posición encontramos el nombre de Jesucristo. Sin embargo,
podemos afirmar que nadie ha tenido un destino más extraordinario que el suyo.
Siendo Dios,
Jesucristo fue hecho Hombre; y, ¿cómo fue recibido en la tierra? No hubo lugar
para él en el mesón, por lo cual tuvo que ser acostado en un pesebre (Lucas 2:7).
Siendo rico, pues era Dios, vivió en la pobreza, para que nosotros fuésemos
enriquecidos (2 Corintios 8:9). Por su poder divino alimentó a las multitudes
(Mateo 14:21), pero él tuvo que pasar hambre (Mateo 4:2). Es el que da el agua
de vida, “una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14), y él tuvo
sed (Juan 19:28). Él da el reposo en todas sus formas (Mateo 11:28-29). Seca
nuestras lágrimas (Isaías 25:8), pero lloró ante la tumba de su amigo Lázaro
(Juan 11:35). Nos da la vida eterna (Juan 10:28), pero para esto tuvo que morir
en la cruz, él, el “Autor de la vida” (Hechos 3:15).
¿Es Jesucristo para
usted el Hombre que tuvo el destino más extraordinario, pues en la cruz dio su
vida por nosotros los pecadores?
3. ¿Por qué gran
hombre le gustaría ser aconsejado?
La lista menciona
varios personajes contemporáneos: jefes políticos, religiosos, celebridades del
deporte o del espectáculo y a veces a los padres.
Pero en esta lista
encontramos un gran ausente: Jesucristo. Muy a menudo se olvida que él también
vive. Él mismo dijo: “Estuve muerto, más he aquí que vivo por los siglos de los
siglos” (Apocalipsis 1:18). Este tema ha suscitado muchas controversias; para
algunas personas sólo existe “un cierto Jesús, ya muerto”. Pero los verdaderos
creyentes afirman, junto con el apóstol Pablo, que Jesús vive (Hechos 25:19).
Entonces, si hoy vive,
sigue estando activo: salva, intercede ante Dios en favor de los suyos (Hebreos
7:25) y puede aconsejar mucho mejor que cualquier otra persona de este mundo,
pues no se contenta con expresarnos buenas palabras, sino que se compadece de
nuestras debilidades. Gracias a él podemos ser socorridos en nuestras
necesidades (Hebreos 4:15-16).
La Biblia nos pone en
guardia contra los malos consejos y los malos consejeros: “Estos son los
hombres que maquinan perversidad, y dan… mal consejo” (Ezequiel 11:2). Tal vez
usted diga: «Yo no recibo consejos de nadie». Es una ilusión, porque sin querer
recibe los consejos de su propio corazón que es malo por naturaleza (Jeremías
17:9).
Pero la Biblia también
nos habla de otra clase de consejos, por ejemplo, de los que proceden de un
corazón regenerado por la Palabra de Dios: “El ungüento y el perfume alegran el
corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre” (Proverbios 27:9). Pero
ante todo necesitamos los consejos y la ayuda del mismo Señor para todas las
decisiones de nuestra vida. A él se le llama “Consejero” (Isaías 9:6). Y Dios
dijo a sus discípulos: “A él oíd”, y “Haced todo lo que os dijere” (Mateo 17:5;
Juan 2:5).
J.
B.
Para
Todos 11/2013
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