capítulo 10: Cuidado, acaso caigamos
•Se ofrece una ilustración, vv 1 al 5. Obsérvese el contraste y la
repetición: “todos” y “los más”. De esta manera aprendemos de la historia de
Israel que el privilegio mutuo no dio inmunidad del fracaso y el juicio. El
disfrute de los privilegios y las bendiciones cristianos no son de por sí un
escape de la disciplina.
• Se insiste en una
aplicación, vv 6 al 12. Israel está
presentado como el gran ejemplo para la Iglesia cristiana. ¡No haga caso omiso
de su Antiguo Testamento! ¿Codiciamos, guardamos ídolos en el corazón,
fornicamos, tentamos al Señor o murmuramos? ¡Cuidado! La historia se ha
repetido y puede repetirse, y Dios no ha cambiado.
• Se provee una inspiración. v. 13. “Fiel es Dios, que no os dejará
ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente
con la tentación la salida …” Es el estímulo de la fidelidad de Dios revelada y
operativa.
Ahora, v. 14, Pablo comienza un párrafo nuevo y se dirige a un punto
problemático en Corinto, el de la idolatría. Ellos la habían dejado para volver
a Dios, pero deben huir de ella persistentemente. En el capítulo 8 él ha
tratado el comer la carne ofrecida a ídolos, y ahora trata el asociarse con los
idolátricos.
¿Esta sección
tiene una voz para nosotros? Sí, dice Juan: “Hijitos, guardaos de los ídolos”,
1 Juan 5.21. Al creyente se le ha dado el privilegio de sentarse a la mesa del
Señor y comer continuamente cual hijo de rey, como Mefi-boset. Es una mesa de
provisión espiritual para cada día y todo el día. Debemos guardar y practicar
este privilegio, que nos lleva a comunión santa con la sangre y el cuerpo de
Cristo, y por esto nos impide acceso a las mesas que son idolátricas porque son
inmundas, vv 20, 21.
¿Nos atrevemos a provocar al Señor al buscar satisfacción
en aquellas mesas en vez de la suya? De nuevo el escritor cita el refrán de
ellos: ¿todo es lícito? sí, pero no por esto conveniente o edificante. En estos
casos debemos considerar el bien de nuestro prójimo. Debemos respetar la
conciencia de otro, y por esto, para el bien ajeno, rehusamos los alimentos una
vez que sepamos su naturaleza, vv 28, 29. Participar de lo que sabemos es
extraño a la mesa del Señor es provocarle a él a celos y a la vez hacer
tropezar a otros, sean salvos o no, v. 32.
Lección: ¿A cuál mesa estoy comiendo? Nótese el 11.1
S.Emery
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