Es curioso ver que las personas reaccionan a la enfermedad física de dos
maneras opuestas. Algunos reaccionan usándola como un medio de la gracia. David
dijo: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; más ahora guardo tu
palabra” (Sal 119:67). Mientras David estuvo enfermo, tuvo tiempo para
reflexionar, orar y esperar en Dios, y usó su aflicción como un medio de la
gracia. Otro, en cuanto se ven afectados por aflicciones físicas, tiran la
toalla.
Algunas personas saben cómo utilizar la
aflicción física. David dijo: “Antes de enfermar, me descarrié, fui descuidado.
Cuando enfermé, tuve tiempo de reflexionar y hacer las paces con Dios”. En
cualquier caso, los problemas económicos o las aflicciones físicas son
peligros, pero este breve versículo me ha consolado: “Si fueres flojo en el día
de trabajo, tu fuerza será reducida (Pr. 24:10). No promete nada; simplemente
hace una afirmación poco halagüeña sobre un hombre, y sin embargo este
versículo reconforta.
Los Peligros de la fe superficial, A.W. Tozer, Pag 138-19
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