viernes, 2 de noviembre de 2012

CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA NUEVO TESTAMENTARIA


En estos días cuando hay una multiplicidad de divisiones, todos diciendo ser la iglesia, cabe preguntar de la manera en qué se presenta en el Nuevo Testamento sin que haya prejuicios en nuestra mente. Procuraremos darle el sentido que se le ha dado en el Nuevo Testamento.
La primera impresión dada es que la iglesia en cualquier localidad se compone de todo creyente en tal lugar y no incluye a nadie que no sea verdadero creyente en el Señor Jesucristo. No se congregan necesariamente en un solo edificio para adorar, alabar o ser edifi­cados, por el hecho de que puede haber porciones de toda la compañía de creyen­tes en diferentes sectores de la localidad, hasta en casas particulares como se ve cuando fueron mandados saludos a las iglesias que se reunían en las casas de ciertos individuos. (Cabe mencionar que ningún grupo se justificó en reunirse aparte por disensión o dificultad.) Esto demuestra que la iglesia no tiene conexión necesaria con ciertos edificios, gran­des o pequeños, en que los creyentes pue­dan reunirse. Cuando el Nuevo Testa­mento se refiere a la iglesia, señala la compañía que se distingue de los demás por la fe que la liga al Señor Jesucristo.
En seguida por nuestra lectura del Nuevo Testamento nos impresionamos por el hecho de que la iglesia es una com­pañía donde el Espíritu Santo es opera­tivo, máxime en el libro de los Hechos donde vemos a la iglesia funcionando. El vino manifiestamente a la iglesia en Jerusalén en el día de Pentecostés, y si­guieron manifestaciones de su obra y presencia provisto que los grupos de cre­yentes se quedaran leales al verdadero señorío de Jesucristo. Si no existe la evidente manifestación del Espíritu San­to en una compañía de creyentes, tal grupo es deficiente de esta característica destacada de la iglesia nuevotestamentaria. En donde tal sucede debe haber una preocupación por la razón de la de­ficiencia.
Quizá la próxima impresión que logramos respecto a esta iglesia es que está poseída de Escrituras a las cuales se hace referencia en toda ocasión y que son autoritativas para toda doctrina y práctica. Nunca hay referencia a otros libros u hombres fuera de la autoridad de estas Escrituras para instrucción en cualquier doctrina o la corrección de los pensamientos y la conducta. Entonces, cualquier grupo de "creyentes" que fun­da la vida de su iglesia o su práctica afuera de estas Escrituras inspiradas, la Biblia, no sigue la norma nuevotestamentaria.
Otra cosa que caracteriza la igle­sia del Nuevo Testamento es la observan­cia de dos ordenanzas; el bautismo y la cena del Señor. Si una persona ha llegado a ser discípulo por creer en el Se­ñor Jesucristo (esto abarca el arreglo de cualquier anoma-lía pendiente en la vida que no sea consistente con su nueva pro­fesión) no se le puede impedir el bautismo. Tal bautismo siempre será por inmersión en agua, así simbolizando la experiencia del creyente en su comunión con Cristo en su muerte, sepultura y re­surrección. Vemos también que la orde­nanza de la cena del Señor se celebra ca­da primer día de la semana y que consis­te en la reunión de los creyentes para participar del pan y tomar de la copa; el pan significando el cuerpo de Cristo ofre­cido en la cruz del Calvario, y la copa, o sea su contenido, el vino, representando su sangre redentora derramada. El pro­pósito de esto es doble: Primeramente es un recordatorio de Cristo y luego es un anuncio de su muerte (1ª Corintios 11:24-25). El Pan y la copa están separados, así representando el cuerpo y la sangre, los cuales fueron separados en su muerte y por esto nos es dada efectivamente una ilustración de su muerte.
Ahora vemos otra característica distintiva de la iglesia del Nuevo Testa­mento en que hay ancianos, obispos o sobreveedores (una y la misma persona) quienes tienen la responsabilidad de cui­dar y dirigir en su compañía local. No son puestos por ningún hombre sino co­mo Pablo dijo a los ancianos de Éfeso: "El Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Se­ñor" (Hechos 20:28). (Nótese que en v.17 estos mismos "obispos" se llaman "ancianos" y hay una pluralidad.) A los hombres capaces, el Espíritu Santo les dota de esta obra y responsabilidad y cuando son cumplidos al respecto, son reconocidos por la iglesia como tales y por lo tanto no son como oficiales sino obreros. (El obispado es más bien una función u obra y no una posición de mando.) A la par de los ancianos van los siervos o diáconos viniendo a ser los que hacen toda clase de servicio del cual hay una variedad abundante en conexión con estos grupos de creyentes.
A continuación vemos un ministe­rio especial levantado adentro de estas iglesias nuevo testamentarías por el Señor resucitado y ascendido como se describe ampliamente en la epístola a los efesios, capítulo 4:8-16. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;" y a estos siempre tenemos en las Escrituras inspiradas del Nuevo Testamento. Tam­bién constituyó "a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros." Cualquier iglesia de la norma que establece el Nue­vo Testamento oirá en su medio el mi­nisterio de las Escrituras inspiradas de los apóstoles y profetas. Los pastores y maestros se ocuparán en enseñar las doc­trinas de los apóstoles y profetas y en guiar y cuidar a los creyentes en la sen­da por Cristo trazada. Pero este minis­terio no tiene poderío para monopolizar todo el ministerio para sí, sino es "a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo..." porque todo cre­yente tiene un ministerio que cumplir. El ministerio especial dado por el Señor ascendido tiene como propósito estimu­lar y habilitar este otro ministerio indi­vidual para que cada creyente realice su deber al respecto.
Otra característica que se evidencia en la iglesia del Nuevo Testamento es que ella se hace responsable para evange­lizar a la localidad donde está puesta. Cada creyente individualmente es llama­do a esta obra en la comunidad donde vive para dar testimonio del Señor según las oportunidades y capacidades dadas, y así la obra de evangelización continuará. Es en esta esfera que el evangelista cabe con su obra. A algunos el Señor les da ese don especial de la evangelización y tales dones no son limitados solamente a la localidad en donde fueron dados prime­ramente, sino el evangelista tiende a ir a campos más lejanos, siguiendo la direc­ción del Espíritu Santo. Así hay una salida de aquellos que son especialmente dotados para la obra de evangelización, que pudría ser hasta los cuatro cantones de la tierra. Pastores y maestros, así como Timoteo, son llamados también a la obra evangelizadora - "haz obra de evangelista" (2ª Timoteo 4:5) - aunque su don especial y responsabilidad es de pastorear y enseñar. Este trabajo de evangelizar, sea en la misma localidad o lugares leja­nos, no fue delegado por la iglesia nuevotestamentaria a una sociedad distinta o aparte de tal iglesia, sino las iglesias mismas lo hicieron y mandaron sus pro­pios evangelistas o misioneros y hoy en día la verdadera iglesia, leal a estos principios perdurables, seguirá el mismo estilo.
La gracia de la hospitalidad fue otra marca destacada de la iglesia primitiva. A través de esa gracia se mantenía una comunión amorosa en la iglesia local, proveyendo hogares en donde ayu­da y comunión fueron dispuestas para los que habían salido de sus hogares e iglesias locales para trabajar abnegada­mente en la obra del Señor. Tales hoga­res hospitalarios formaban una base pa­ra la recepción espontánea de creyentes y obreros que necesitaban viajar en me­dio de una comunidad pagana.
No podemos pasar por alto el re­curso de la iglesia del Nuevo Testamen­to a la oración en todo tiempo, mayor­mente en las horas de prueba o dificul­tad. No se convocaron para ver que debería hacerse en tales circunstancias. Tenían el recurso inmediato de la ora­ción, y oraban esperando la respuesta en seguida, y fueron muchas las respuestas e interposiciones que recibieron del Se­ñor.
Nos haría bien y nos ayudaría mucho en seguir la norma nuevotestamentaria si consideráramos nuestra igle­sia local y nuestras ideas al respecto, a la luz de la misma norma ejemplificada en la Palabra de Dios.
(Traducido. Palabras o frases entre paréntesis son del traductor para dilucidar ciertos puntos.)
Contendor por la fe,  Nº 109-110, 1971.

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