En estos días cuando hay una multiplicidad de divisiones, todos diciendo
ser la iglesia, cabe preguntar de la manera en qué se presenta en el Nuevo
Testamento sin que haya prejuicios en nuestra mente. Procuraremos darle el
sentido que se le ha dado en el Nuevo Testamento.
La primera impresión dada es que la iglesia en cualquier localidad se
compone de todo creyente en tal lugar y no incluye a nadie que no sea verdadero
creyente en el Señor Jesucristo. No se congregan necesariamente en un solo
edificio para adorar, alabar o ser edificados, por el hecho de que puede haber
porciones de toda la compañía de creyentes en diferentes sectores de la
localidad, hasta en casas particulares como se ve cuando fueron mandados
saludos a las iglesias que se reunían en las casas de ciertos individuos. (Cabe
mencionar que ningún grupo se justificó en reunirse aparte por disensión o
dificultad.) Esto demuestra que la iglesia no tiene conexión necesaria con
ciertos edificios, grandes o pequeños, en que los creyentes puedan reunirse.
Cuando el Nuevo Testamento se refiere a la iglesia, señala la compañía que se
distingue de los demás por la fe que la liga al Señor Jesucristo.
En seguida por nuestra lectura del Nuevo Testamento nos impresionamos
por el hecho de que la iglesia es una compañía donde el Espíritu Santo es
operativo, máxime en el libro de los Hechos donde vemos a la iglesia
funcionando. El vino manifiestamente a la iglesia en Jerusalén en el día de Pentecostés,
y siguieron manifestaciones de su obra y presencia provisto que los grupos de
creyentes se quedaran leales al verdadero señorío de Jesucristo. Si no existe
la evidente manifestación del Espíritu Santo en una compañía de creyentes, tal
grupo es deficiente de esta característica destacada de la iglesia
nuevotestamentaria. En donde tal sucede debe haber una preocupación por la
razón de la deficiencia.
Quizá la próxima impresión que logramos respecto a esta iglesia es que
está poseída de Escrituras a las cuales se hace referencia en toda ocasión y
que son autoritativas para toda doctrina y práctica. Nunca hay referencia a
otros libros u hombres fuera de la autoridad de estas Escrituras para instrucción
en cualquier doctrina o la corrección de los pensamientos y la conducta.
Entonces, cualquier grupo de "creyentes" que funda la vida de su
iglesia o su práctica afuera de estas Escrituras inspiradas, la Biblia, no
sigue la norma nuevotestamentaria.
Otra cosa que caracteriza la iglesia del Nuevo Testamento es la
observancia de dos ordenanzas; el bautismo y la cena del Señor. Si una persona
ha llegado a ser discípulo por creer en el Señor Jesucristo (esto abarca el
arreglo de cualquier anoma-lía pendiente en la vida que no sea consistente con
su nueva profesión) no se le puede impedir el bautismo. Tal bautismo siempre
será por inmersión en agua, así simbolizando la experiencia del creyente en su
comunión con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección. Vemos también que
la ordenanza de la cena del Señor se celebra cada primer día de la semana y
que consiste en la reunión de los creyentes para participar del pan y tomar de
la copa; el pan significando el cuerpo de Cristo ofrecido en la cruz del
Calvario, y la copa, o sea su contenido, el vino, representando su sangre
redentora derramada. El propósito de esto es doble: Primeramente es un
recordatorio de Cristo y luego es un anuncio de su muerte (1ª Corintios
11:24-25). El Pan y la copa están separados, así representando el cuerpo y la
sangre, los cuales fueron separados en su muerte y por esto nos es dada
efectivamente una ilustración de su muerte.
Ahora vemos otra característica distintiva de la iglesia del Nuevo Testamento
en que hay ancianos, obispos o sobreveedores (una y la misma persona) quienes
tienen la responsabilidad de cuidar y dirigir en su compañía local. No son
puestos por ningún hombre sino como Pablo dijo a los ancianos de Éfeso:
"El Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del
Señor" (Hechos 20:28). (Nótese que en v.17 estos mismos
"obispos" se llaman "ancianos" y hay una pluralidad.) A los
hombres capaces, el Espíritu Santo les dota de esta obra y responsabilidad y
cuando son cumplidos al respecto, son reconocidos por la iglesia como tales y
por lo tanto no son como oficiales sino obreros. (El obispado es más bien una
función u obra y no una posición de mando.) A la par de los ancianos van los
siervos o diáconos viniendo a ser los que hacen toda clase de servicio del cual
hay una variedad abundante en conexión con estos grupos de creyentes.
A continuación vemos un ministerio especial levantado adentro de estas
iglesias nuevo testamentarías por el Señor resucitado y ascendido como se
describe ampliamente en la epístola a los efesios, capítulo 4:8-16. "Y él
mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;" y a estos siempre
tenemos en las Escrituras inspiradas del Nuevo Testamento. También constituyó
"a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros." Cualquier
iglesia de la norma que establece el Nuevo Testamento oirá en su medio el ministerio
de las Escrituras inspiradas de los apóstoles y profetas. Los pastores y
maestros se ocuparán en enseñar las doctrinas de los apóstoles y profetas y en
guiar y cuidar a los creyentes en la senda por Cristo trazada. Pero este ministerio
no tiene poderío para monopolizar todo el ministerio para sí, sino es "a
fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo..." porque todo creyente tiene un
ministerio que cumplir. El ministerio especial dado por el Señor ascendido
tiene como propósito estimular y habilitar este otro ministerio individual
para que cada creyente realice su deber al respecto.
Otra característica que se evidencia en la iglesia del Nuevo Testamento
es que ella se hace responsable para evangelizar a la localidad donde está puesta.
Cada creyente individualmente es llamado a esta obra en la comunidad donde
vive para dar testimonio del Señor según las oportunidades y capacidades dadas,
y así la obra de evangelización continuará. Es en esta esfera que el
evangelista cabe con su obra. A algunos el Señor les da ese don especial de la
evangelización y tales dones no son limitados solamente a la localidad en donde
fueron dados primeramente, sino el evangelista tiende a ir a campos más
lejanos, siguiendo la dirección del Espíritu Santo. Así hay una salida de
aquellos que son especialmente dotados para la obra de evangelización, que
pudría ser hasta los cuatro cantones de la tierra. Pastores y maestros, así
como Timoteo, son llamados también a la obra evangelizadora - "haz obra de
evangelista" (2ª Timoteo 4:5) - aunque su don especial y responsabilidad
es de pastorear y enseñar. Este trabajo de evangelizar, sea en la misma
localidad o lugares lejanos, no fue delegado por la iglesia nuevotestamentaria
a una sociedad distinta o aparte de tal iglesia, sino las iglesias mismas lo
hicieron y mandaron sus propios evangelistas o misioneros y hoy en día la
verdadera iglesia, leal a estos principios perdurables, seguirá el mismo
estilo.
La gracia de la hospitalidad fue otra marca destacada de la iglesia
primitiva. A través de esa gracia se mantenía una comunión amorosa en la
iglesia local, proveyendo hogares en donde ayuda y comunión fueron dispuestas
para los que habían salido de sus hogares e iglesias locales para trabajar
abnegadamente en la obra del Señor. Tales hogares hospitalarios formaban una
base para la recepción espontánea de creyentes y obreros que necesitaban
viajar en medio de una comunidad pagana.
No podemos pasar por alto el recurso de la iglesia del Nuevo Testamento
a la oración en todo tiempo, mayormente en las horas de prueba o dificultad.
No se convocaron para ver que debería hacerse en tales circunstancias. Tenían
el recurso inmediato de la oración, y oraban esperando la respuesta en
seguida, y fueron muchas las respuestas e interposiciones que recibieron del Señor.
Nos haría bien y nos ayudaría mucho en seguir la norma
nuevotestamentaria si consideráramos nuestra iglesia local y nuestras ideas al
respecto, a la luz de la misma norma ejemplificada en la Palabra de Dios.
(Traducido. Palabras o frases entre paréntesis son del traductor para dilucidar ciertos puntos.)
Contendor por la fe, Nº 109-110, 1971.
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